![El Valle de Tabladillo redescubre sus minas de yeso](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/pre2017/multimedia/noticias/201703/05/media/cortadas/tabladillo-kPgD-U212576890256VxD-575x323@Norte%20Castilla.jpg)
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El Norte
Domingo, 5 de marzo 2017, 17:12
Los participantes en la primera de las marchas organizadas este año por Prodestur, el organismo turístico dependiente de la Diputación, tuvieron este sábado la oportunidad de descubrir las huertas y las antiguas minas de yeso del Valle del Tabladillo. Ubicado al norte del Parque de las Hoces del Duratón, dentro de la comarca de las Pedrizas, El Valle del Tabladillo fue repoblando por cántabros y astures, de ahí las características balconadas y el entramado de adobe y tierra que presentan tanto las casas de la localidad como del núcleo añejo del barrio de Arriba. Se cree que el nombre del pueblo viene de tabula porción de tierra heredable y sembrable, que se usaba como medición de tierra.
Conducidos por la guía de Prodestur Ana Manuela Ramos, los caminantes se dirigieron desde Valle de Tabladillo hasta El Barrio de Arriba, tras haberse acercado antes a las minas de yeso, que tiene su origen de la época en la que la zona estaba sumergida en un mar cálido. A finales del siglo XIX, la localidad contabilizó hasta 600 habitantes gracias a su riqueza minera y sus famosas huertas. Los vecinos se dedicaban en el invierno a la extracción del yeso y en verano a los trabajos del campo.
El pueblo llegó a contar con ocho minas, la última de las cuales dejó de funcionar a finales de los ochenta del siglo pasado. Tras un intento por producir champiñones en el interior de una, ahora se trabaja en la idea de recuperar algunas de sus galerías para el turismo. El trabajo en la mina se realizaba con pico y pala, se sacaba el yeso en sacos y se tostaba en hornos en el pueblo con madera de chopo. Después se molía y se distribuía. El yeso se utilizó, por ejemplo, en el palacio del Real Sitio de San Ildefonso.
El valle presenta un microclima con una temperatura cinco o seis grados superior a zonas próximas, que ha permitido la abundancia de huertas, y almendros o ciruelos. Este venclave se forma con ríos que vienen de la sierra de Pradales, que se encajonan en el macizo de Sepúlveda y son afluentes del río Duratón.
Tras ver junto al Barrio de Arriba el manantial del Buquerón, donde en primavera hay una bonita cascada, y las ruinas de la antigua ermita de San Cristóbal, los caminantes se dirigieron hacia Castroserracín por la senda del Fraile. En el desfiladero pudieron avistar varios ejemplares de buitre leonado, en época de cría. A lo largo del recorrido, pudieron ver también excrementos de garduña y tejón, que en esta época comen escaramujas. También contemplaron alguna bubilla. Por la zona son habituales también los roqueros solitarios y en verano el alimoche.
En el paseo abundan las huertas, muchos nogales y plantas aromáticas. A estas últimas debe su fama el cordero de la zona, aunque ya son muy pocos los ganaderos. Su potencial en otra época ha dejado innumerables huellas en el paraje por medio de tenadas, unas más construidas y otras perceptibles solo con una valla. Aunque el paseo es famoso por sus formaciones curriculares: Los Frailes y las Monjas. Estos picachos se han formado al disolver el agua materiales más blandos que lo que es en sí la roca y por la acción del viento. Existe en la zona el dicho de que El fraile caga dulce porque hay muchas plantas aromáticas y abundaban las colmenas, que colocaban en un hueco que tenía el fraile.
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