Alfredo Matesanz, en el centro, sentado, rodeado de compañeros, todos con bigote, en el estudio de Radio Segovia.

Bigotes para despedir a Alfredo

El periodista segoviano Alfredo Matesanz se jubila después de cuarenta y cinco años ante los micrófonos: «He sido muy feliz»

Carlos Álvaro

Jueves, 16 de febrero 2017, 22:20

Alfredo Matesanz Gómez (Segovia 1951) se jubila después de cuarenta y cinco años ante los micrófonos de Radio Segovia Cadena Ser. Ayer, durante su último programa, los compañeros de la emisora quisieron rendirle homenaje y, sin que él supiese nada, entraron en el estudio radiofónico luciendo un espléndido mostacho, característico rasgo que el bueno de Alfredo ha mantenido intacto durante este largo tiempo. Visiblemente emocionado, el periodista protagonizó un emotivo programa en el que intervinieron periodistas de la talla de Iñaki Gabilondo, Carles Francino y Javier del Pino, así como el presidente de la Asociación de la Prensa de Segovia, Miguel Ángel López. «No me lo esperaba, la verdad. Yo lo único que iba a hacer era leer una carta de despedida a los oyentes, de los que tanto afecto y apoyo he recibido», confesó Matesanz.

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Políticos, alcaldes, músicos, pintores, actores, vecinos... La actualidad segoviana de los últimos decenios, con sus buenos y malos momentos, ha pasado por delante de los micrófonos de Alfredo, que hace algo más de dos años recibió el título de Hijo Predilecto de Segovia. Su sección Línea caliente, en la que los ciudadanos dejaban sus quejas y opiniones, quedará en la memoria de varias generaciones de segovianos. «Me voy con la sensación de haber formado parte de la familia de muchos oyentes, pero puedo decir que siempre he trabajado con humildad y honestidad, y me voy con la satisfacción del deber cumplido y de haber conocido a tanta gente como he conocido. Me ha gustado mucho mi trabajo y he sido muy feliz. Me voy contento», dijo al terminar el programa.

El periodista Daniel Muñoz toma el relevo de un grande de la radio que, pudiendo llegar donde hubiese querido, prefirió batirse el cobre en su querida Segovia y en las procelosas aguas del periodismo local, como bien dijo Javier del Pino.

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