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César Blanco Elipe
Miércoles, 11 de enero 2017, 07:15
La guadaña silenciosa ha vuelto a segar otra vida. La intoxicación letal por monóxido de carbono se ha cobrado otra vida en la provincia. En Castilla y León ya son tres las víctimas mortales registradas en los once días que han transcurrido del año. Una barbaridad. En esta ocasión, el gas que se hace mortal cuando falta el oxígeno sorprendió a un hombre de 53 años que estaba pasando unos días en una vivienda familiar situada en Aldealcorvo.
Según apuntan algunos vecinos del pequeño municipio segoviano, el fallecido había tomado distancia del trajín madrileño, donde residía habitualmente, y había cambiado el trasiego, las multitudes y las prisas por la tranquilidad y serenidad de este pueblo enclavado en el nordeste de la provincia.
inhalación de gas
Los casos de intoxicación por monóxido de carbono se concentran principalmente en los meses de octubre a marzo, época en la que el descenso de temperatura trae consigo el empleo de aparatos de calefacción. La estacionalidad no debe eximir de extremar los cuidados cuando se maneja alguno de los objetos que pueden ocasionar una deficiente combustión y poner en peligro las vidas de cuantos respiren el gas.
En menos de dos meses, los servicios de extinción de incendios y los efectivos sanitarios han atendido al menos a quince personas afectadas por la inhalación de monóxido de carbono. El ejercicio comenzó con el susto mayúsculo que se llevaron en una vivienda de Palazuelos de Eresma. El primer día de este 2017 se saldó con siete personas asistidas por inhalación de gas. En esta ocasión el suceso se localizó en la preparación de un horno de leña para hacer una barbacoa. Sin embargo, la voz de alarma la dio una mujer que sufrió vómitos y un desvanecimiento, lo que hizo avisar de inmediato al servicio de Emergencias 112 Castilla y León.
Los siete intoxicados, todos ellos mayores de edad presentaban el cuadro sintomático de haber respirado monóxido de carbono en unas circunstancias peligrosas. Y es que este gas está generado por una combustión y que puede ser una amenaza en espacios cerrados donde hay déficit de oxígeno, lo que puede derivar en un episodio de intoxicación como el que también tuvo lugar en Torrecaballeros poco antes de terminar el curso pasado. El 28 de diciembre tuvieron que ser evacuadas al Hospital General seis personas, entre ellas cuatro menores de entre dos y ocho años de edad. El percance se produjo en una vivienda de una finca situada a las afueras del municipio y de madrugada. De nuevo el aviso provino del malestar que empezó a sufrir una mujer, que experimentó nauseas y mareos como consecuencia de la intoxicación por gas derivada del mal funcionamiento de la chimenea.
Antes, el 18 de noviembre, una concentración de monóxido de carbono obligó a desalojar una tienda que acababa de abrir en la avenida del Acueducto, así como una autoescuela situada en el inmueble anexo. Los bomberos se emplearon a fondo para asegurar la zona y evitar males mayores. No había pasado ni una semana desde el anterior sobresalto. Fue en un bar de copas emplazado en la calle Hermanos Barral, en San Millán. En esa ocasión fue un generador de gasolina el que provocó la tóxica humareda que afectó a dos hombres que tuvieron que ser asistidos en el Hospital.
La fatalidad se produjo antes de las 1:03 horas de la madrugada del lunes al martes. Fue entonces cuando un comunicante advirtió al servicio de Emergencias 112 Castilla y León sobre el percance. Los primeros indicios justo después del hallazgo del cuerpo sin vida de J. G. A., en su casa de la calle Sol de la citada localidad, ya vislumbraban la más que probable hipótesis de un fallecimiento por inhalación de monóxido de carbono.
El origen del suceso se localizó en la combustión de un brasero encendido para caldear el gélido ambiente invernal que estas jornadas sufre la provincia, tal y como informó el 112 Castilla y León.
No pudieron hacer nada
La sala de operaciones trasladó el incidente a la Guardia Civil, a los Bomberos de la capital, al servicio de Gas Natural y a Emergencias Sanitarias de Sacyl, que envió un equipo médico procedente de Cantalejo. Al llegar al lugar de los hechos, los agentes del Instituto Armado confirmaron los peores augurios.
El deceso se produjo como consecuencia de una intoxicación causada por un brasero que había en el inmueble. Por desgracia, los efectivos desplazados no pudieron hacer nada por salvar la vida al hombre. Así que el personal de Sacyl solo pudo ratificar el fallecimiento. Las dotaciones de bomberos no tuvieron que llegar a Aldealcorvo, situada a algo menos de sesenta kilómetros de la capital, ante las malas noticias que se sucedían desde el pequeño municipio segoviano.
La muerte ha sido un «golpe» para el municipio. El alcalde, Miguel Ángel Casado, conocía el suceso a primera hora de la mañana y se trasladó desde Madrid a Aldealcorvo para conocer de primera mano los detalles del trágico suceso. El mazazo es para la familia, pero también para este pueblo que apenas tiene «cuatro o cinco casas abiertas todo el año», precisa el que fuera regidor de Aldealcorvo, Pablo Benigno Martín. Es lo que tiene la despoblación del medio rural, que todos se conocen más o menos, hasta los que no residen durante todo el año, como era el caso del fallecido.
Había prolongado el asueto navideño en el pueblo para aprovechar y dar de comer a algunos animales de la pequeña granja que tenía la familia, comenta el exalcalde. En el momento de la intoxicación estaba solo. Una fatalidad porque solía viajar acompañado de su hermano o de su padre en las escapadas a Aldealcorvo, recuerda Martín. Aunque nació en la localidad segoviana, su familia se trasladó a Madrid hace décadas. Aún así mantenía el cordón umbilical con su tierra de cuna.
«Estas pérdidas duelen mucho porque es gente de toda la vida del pueblo y querida», apostilla el actual regidor. Casado señala que la voz de alarma la dio el hermano. Al parecer, intentó ponerse en contacto varias veces con J. G. A. por teléfono y ante la falta de respuesta y al ver que todas las tentativas fueron inútiles, avisó al 112 e incluso se desplazó por la noche de Madrid a Aldealcorvo, relata el alcalde.
El municipio tiene 24 personas empadronadas. Es uno de los más censos más comprimidos de la provincia. De ahí que la muerte de un residente, aunque no fuera habitual, deje un gran vacío, comentan. «El pueblo era también su familia», lamenta Pablo Benigno Martín. Prácticamente todos los que poseen una vivienda en la localidad también poseen una residencia en Madrid, por lo que las visitas a Aldealcorvo «se han quedado casi para los fines de semana, las vacaciones y el verano», apostilla Martín.
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