Secciones
Servicios
Destacamos
Miguel Ángel López
Jueves, 8 de diciembre 2016, 11:37
El edificio está situado en el número 8 de la plaza de los Caños (en épocas pasadas plaza de Arriba). Es de dos plantas, cubierto por teja árabe, y tiene una buena construcción que puede datar de alrededor de 1732. El lunes firmaron la escritura de donación en la notaría de Santa María la Real de Nieva el alcalde de Villacastín, Jesús Grande, y José María y Juliana Bachiller. El documento otorga al Ayuntamiento la titularidad de más de la mitad de la Casa Palacio, propiedad de esta familia. El Ayuntamiento tiene previsto utilizar los 484 metros cuadrados de esta parte del edificio para hacer «un centro cultural y un teatro para uso y disfrute de los vecinos de Villacastín», recalca Jesús Grande.
Para el Ayuntamiento es «una satisfacción enorme» recibir esta donación. «No sabemos cómo agradecérselo a la familia», comenta el alcalde una vez terminados los trámites de la donación, que fue aceptada de forma unánime por todos los grupos políticos en la sesión de pleno en la que se acordó incluir la Casa Palacio en el inventario de bienes municipales. También es una satisfacción para los donantes. José María Bachiller y su hermana Juliana expresan que «ambas familias nos sentimos orgullosas de esta decisión, pues nos consta que el espíritu y la generosidad de nuestra madre ha estado revoloteando sobre nuestras cabezas y nos ha impulsado a imitarla».
Su deseo es que los habitantes de la villa «disfrutemos y saquemos el máximo provecho» de la Casa Palacio, donde recuerdan que «allá por el año 1948, en el patio de la casa, tres mujeres, la señora Máxima la del Primo, la señora Martina la de Cosme y la señora Juanita la de Panta, con el mínimo de formación y cultura, se plantearon formar una banda de música». Allí aprendieron solfeo y a tocar un instrumento 17 niños, y dos de ellos, Gonzalo y Cosme, hicieron de la música su profesión, apunta José María Bachiller para comentar que, «ahora que se habla tanto de promotores», su propósito es que en el inmueble se promuevan todo tipo de actividades «y que las futuras generaciones tengan una oportunidad de potenciar sus talentos».
Es lo que piden al Ayuntamiento, a la actual corporación y a las que la sucedan. José María y Juliana recuerdan que su madre, Juanita, les tenía dicho que «cuando yo muera, esta casa la vendéis» porque es costosa de mantener, «un casulario», y aunque han tratado de adaptarla porque «como casa de labranza hoy no tiene ningún sentido», no han podido hacerlo. Ni la adaptación ni la venta.
En la memoria de los hermanos está la Casa Palacio, donde «hemos nacido, nos hemos criado, hemos vivido las fiestas de nuestra época, hemos realizado todas nuestras actividades y también han disfrutado de ella nuestros hijos». Explican que durante estos años «hemos realizado múltiples obras, aligerándola de peso y retirando todo aquello que la hacía insostenible, incluso teníamos un proyecto de consolidación de estructura y cambio de cubierta, que es lo que más urge, por si a algún hijo le interesaba hacer algo en ella, pero finalmente y por circunstancias que no vienen al caso, ambas familias con nuestros hijos e incluso los nietos hemos decidido donarla al Ayuntamiento». Es una donación, añaden, «para que el Ayuntamiento la reforme y haga en ella un Centro de Cultura».
Tres balcones a la plaza
La Casa Palacio tiene entre 250 my 300 años. Cuenta José María que en principio ocupaba toda la manzana de la Ermita de los Esclavos, y cita que en el dintel de la puerta de esta figura la fecha de 1732, por lo que estima que puede ser de aquella época. Sus bisabuelos maternos la compraron hacia 1850, y la parte posterior se destinó entonces a tahona; la bisauela, Ramona Tabanera, «quemó todos los enseres de la tahona antes de morir en 1919 para que su hija no pasase las calamidades del oficio, y la abuela Juliana dedicó la parte delantera de la casa a posada y casa de hospedaje», relata. La entrada de carruajes se realizaba por el portón de acceso al patio, y los espacios laterales, con puertas independientes, fueron utilizados como taberna y tienda de ultramarinos. Los bisabuelos y abuelos segregaron algunas parcelas que vendieron a vecinos del pueblo, lo que redujo las dimensiones de la finca.
Durante la guerra civil fue alojamiento de las tropas y almacén de intendencia y, al morir la abuela Juliana, en 1939, fue dividida entre los cuatro hijos, que adaptaron sus respectivas partes. La división, con múltiples servidumbres, fue motivo de discordia entre los hermanos y aún hoy la relación no es mejor.
Este es uno de los motivos para la donación y la segregación de la parcela realizada ahora. Los hermanos Bachiller heredaron de su madre, Juanita, la parte izquierda de la Casa Palacio, que comprende la entrada principal y los dos huecos de la izquierda, con una fachada de 13,1 metros, el patio interior (donde se reunía la Hermandad de los Esclavos) y una franja estrecha de 11 metros de ancho y 72 de fondo que suman 828 metros cuadrados, de los que 429 están construidos y los 399 metros cuadrados restantes son de corral. De esta finca se ha segregado una parcela de 344 metros, y la superficie que queda es la que se dona al Ayuntamiento, 484 metros cuadrados.
El estado de la Casa Palacio es deficiente, por su antigüedad y la falta de mantenimiento y el tejado amenaza ruina. Ahora corresponde al Ayuntamiento de Villacastín arreglarla. Y luego construir el Centro de Cultura, como piden los Bachiller.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.