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Miércoles, 19 de octubre 2016, 22:41
La Junta de Castilla y León ha llevado a cabo el estudio arqueológico del Palacio del Marqués de Revilla, en el municipio de Navares de las Cuevas. Los trabajos han consistido en la investigación de los restos conservados del edificio, construido a finales del siglo XVI, de cara a su conocimiento científico, protección y conservación. Concretamente, la intervención, cofinanciada por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder), ha tenido como objetivo la obtención de información sobre las características arquitectónicas del palacio y, especialmente, de su configuración original en la zona del acceso principal y el zaguán, desde donde partía la comunicación en altura entre las dos plantas del edificio sobre rasante, junto con la identificación de otras partes ocultas por el paso del tiempo.
Con este fin se realizó la apertura de dos áreas de excavación: una de ellas con una superficie de quince por dos metros, dirigida al estudio de la distribución interior del antiguo zaguán y el desarrollo de la escalera de acceso a la planta principal del palacio; y otra, con una superficie de dos por dos metros, en la zona de la fachada este, en la que se insinúa la existencia de una planta soterrada.
Mañana viernes está prevista la realización de una charla en el Ayuntamiento de Navares de las Cuevas, a las 18:30 horas, en la que se dará a conocer las características de este bien, seguida de una visita guiada al inmueble. El pasado martes, los alumnos de primer y segundo curso de Secundaria del CEO Virgen de la Peña, de Sepúlveda, tuvieron ya la oportunidad de conocer de cerca este inmueble de la mano de los responsables de la excavación.
La construcción del Palacio del Marqués de Revilla se inició a finales del siglo XVI por iniciativa de don Cristóbal de Barros y Peralta, primer señor laico de Navares, cuyos escudos de armas se mantienen aún en la fachada principal del palacio. A partir del siglo XVIII, el señorío de Navares pasó a ser propiedad de los marqueses de Revilla, cuyo nombre familiar ha conservado el edificio. En 1977, el palacio fue declarado monumento histórico artístico de interés provincial, por lo que actualmente goza de la condición de Bien de Interés Cultural.
El edificio solo conserva los muros perimetrales de cerramiento de lo que pudo ser la obra original tras un largo tiempo de abandono, hasta que en 1958 se reutilizó para instalar en su interior las escuelas municipales y las viviendas de los maestros; hecho que contribuyó sin duda a la pérdida de la práctica totalidad de las estructuras interiores y a una seria transformación de su aspecto exterior, al abrirse grandes huecos en su fachada sur para iluminar las aulas.
Interiormente, la zona correspondiente al zaguán del primitivo palacio se convirtió en patio del propio grupo escolar. Se trata de una construcción de corte clasicista, de sillería, de planta casi cuadrada y separada del resto del caserío de Navares por un gran muro perimetral que define un amplio espacio acotado en torno al palacio.
La puerta se sitúa en el centro de la fachada principal, flanqueada por pilastras acanaladas con capiteles de orden jónico. Sobre el dintel se dispone el frontón triangular con la única decoración de pináculos con bolas en los extremos. Por encima de la puerta, se abre una ventana que repite el mismo esquema, pero que añade otro pináculo en el centro del frontón. En la parte superior de la fachada se abre otra pequeña ventana cuadrada. Además, en una de las esquinas de la construcción se levanta un matacán poligonal que confiere, junto con el muro exterior, un aspecto un tanto defensivo al conjunto.
No se conocen referencias de la organización original de su interior, sin embargo, en sus muros se conservan huellas evidentes de las estructuras y elementos eliminados, cuyo estudio puede aportar interesantes datos para la redacción de futuros proyectos de restauración.
Con este fin se realizó la apertura de dos áreas de excavación: una de ellas con una superficie de quince por dos metros, dirigida al estudio de la distribución interior del antiguo zaguán y el desarrollo de la escalera de acceso a la planta principal del palacio; y otra, con una superficie de dos por dos metros, en la zona de la fachada este, en la que se insinúa la existencia de una planta soterrada.
Charla informativa
Mañana viernes está prevista la realización de una charla en el Ayuntamiento de Navares de las Cuevas, a las 18:30 horas, en la que se dará a conocer las características de este bien, seguida de una visita guiada al inmueble. El pasado martes, los alumnos de primer y segundo curso de Secundaria del CEO Virgen de la Peña, de Sepúlveda, tuvieron ya la oportunidad de conocer de cerca este inmueble de la mano de los responsables de la excavación.
La construcción del Palacio del Marqués de Revilla se inició a finales del siglo XVI por iniciativa de don Cristóbal de Barros y Peralta, primer señor laico de Navares, cuyos escudos de armas se mantienen aún en la fachada principal del palacio. A partir del siglo XVIII, el señorío de Navares pasó a ser propiedad de los marqueses de Revilla, cuyo nombre familiar ha conservado el edificio. En 1977, el palacio fue declarado monumento histórico artístico de interés provincial, por lo que actualmente goza de la condición de Bien de Interés Cultural.
El edificio solo conserva los muros perimetrales de cerramiento de lo que pudo ser la obra original tras un largo tiempo de abandono, hasta que en 1958 se reutilizó para instalar en su interior las escuelas municipales y las viviendas de los maestros; hecho que contribuyó sin duda a la pérdida de la práctica totalidad de las estructuras interiores y a una seria transformación de su aspecto exterior, al abrirse grandes huecos en su fachada sur para iluminar las aulas.
Interiormente, la zona correspondiente al zaguán del primitivo palacio se convirtió en patio del propio grupo escolar. Se trata de una construcción de corte clasicista, de sillería, de planta casi cuadrada y separada del resto del caserío de Navares por un gran muro perimetral que define un amplio espacio acotado en torno al palacio.
La puerta se sitúa en el centro de la fachada principal, flanqueada por pilastras acanaladas con capiteles de orden jónico. Sobre el dintel se dispone el frontón triangular con la única decoración de pináculos con bolas en los extremos. Por encima de la puerta, se abre una ventana que repite el mismo esquema, pero que añade otro pináculo en el centro del frontón. En la parte superior de la fachada se abre otra pequeña ventana cuadrada. Además, en una de las esquinas de la construcción se levanta un matacán poligonal que confiere, junto con el muro exterior, un aspecto un tanto defensivo al conjunto.
No se conocen referencias de la organización original de su interior, sin embargo, en sus muros se conservan huellas evidentes de las estructuras y elementos eliminados, cuyo estudio puede aportar interesantes datos para la redacción de futuros proyectos de restauración.
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