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Alberto López posa junto a un busto de su padre en el emblemático Mesón de Cándido.
Mesonero Mayor de Castilla

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La calle Cándido López rinde homenaje a la mítica figura de la gastronomía segoviana

Elena rubio

Lunes, 22 de agosto 2016, 11:15

Es una vía sencilla, pero muy transitada en el barrio de La Albuera. Es la calle Cándido López, situada entre las calles Marqués de Lozoya y Tejedores, donde se ubica el mercado municipal. A diario, los vecinos del barrio andan por su acera, estrecha en algunos casos y haciendo zig zag en algunos tramos. Es el camino más corto para llegar a uno de los centros neurálgicos del barrio, el mercado municipal de la Albuera, que se encuentra a escasos metros del inicio, así como uno de los supermercados de la zona. De ahí, que en ese trasiego de personas que se crucen por la calle, muchos lo hagan portando bolsas o empujando carros de la compra porque «es el camino por el que menos tardas», como apunta María Jesús mientras empuja un carrito.

Junto a la calle, numerosos bloques de viviendas que se construyeron de forma paulatina en las décadas de los setenta y ochenta, con el resurgir de este barrio cuando en esta zona solo había una gran explanada de tierra. De hecho, la calle es solo peatonal porque no se puede acceder a ella por vehículo, que se puede aparcar a escasos metros, lo que provoca que esté rodeada por los jardines de estos bloques y distintas rampas que conducen directamente a los portales.

Estos edificios que flanquean la calle de forma dispersa, apenas cuentan con locales comerciales, y los pocos que los tienen son negocios establecidos desde hace años, como una peluquería, un centro veterinario o dos bares, uno con la imagen que recuerda al dibujo Fido Dido, icono en los años noventa de una gaseosa de lima-limón.

Pero si este personaje publicitario fue famoso hace varias décadas, aún lo es más el personaje que da nombre a la calle, Cándido López, Mesonero Mayor de Castilla, uno de los mayores impulsores de la gastronomía de Segovia en el siglo XX.

El motivo de tener dedicada esta calle se debe a que, entre los numerosos reconocimientos que tuvo, se encontraba el estar en posesión de la Medalla de Plata de la ciudad. Se la impusieron el 18 de marzo de 1957. «Era alcalde Ángel Sanz Aránguez y en aquel entonces se daba mucha importancia a esto. Era una votación cerrada y debía de ser aprobada por todo el Ayuntamiento», recuerda su hijo, Alberto López.

De ahí que en esta zona varios segovianos con este mismo reconocimiento, como Claudio Moreno, también tengan una calle en este barrio.

Cándido López (1903-1992) trabajó desde que era un niño en la cocina. Cuando tenía 27 años, se casó con Patro, hija de Micaela Casas, que en aquel entonces regentaba el mesón donde está ahora en la actualidad. Sin duda, el nombre de Cándido López va unido de forma inseparable a este mesón, del que pocos saben que forma parte del inventario de monumentos artísticos de la ciudad desde 1941, por lo que fue restaurado y ampliado «bajo las directrices de las Direcciones Generales de Arquitectura y Bellas Artes», según se recuerda en la web del establecimiento. Trabajador incansable hasta prácticamente unos días antes de su fallecimiento, era frecuente verle vestido «con su chaquetilla blanca y su cachimba», como le recuerda a día de hoy su hijo, que continúa con el trabajo que iniciaron sus padres.

Cándido López tiene el honor de ser uno de los precursores de la industria turística por sus especialidades de los judiones de La Granja, la sopa castellana y su forma de hacer asado. Pero sin duda, el nombre de Cándido López también va asociado a su ritual a la hora de partir el cochinillo con el borde del plato, un acto que «fue una casualidad».

Alberto López rememora como su padre le propuso a su madre en la década de los años treinta del siglo XX triunfar en la gastronomía con un «plato nuevo», lo que le hizo recordar como en su niñez las familias adineradas asaban un cochinillo en la panadería del pueblo. Con mucho esfuerzo, construyeron un pequeño horno en el mesón, pero el público de entonces no apreciaba estos manjares, decían que «era tocino». López recuerda con increíble memoria cómo en 1942 aparcó un descapotable frente a la puerta del Mesón. De aquel coche «se bajó un señor inglés» que subió y pidió cochinillo. «Mi padre se lo puso en la mesa pero se le olvidó el cuchillo y el camarero que estaba al lado, que se llamaba Faustino, le dio un plato y le dijo: jefe, jefe, con esto». Era el inicio de un acto que repetiría cientos de veces. Ya entonces, Cándido le dijo a su empleado: «Hoy hemos ganado mucha fama».

Años después en una convención de arquitectos, Cándido fue a partir de nuevo el cochinillo pero el plato «se le escapó» y se hizo añicos contra el suelo. Ese incidente hizo que los asistentes quedaran sorprendidos y aplaudieran a rabiar. De nuevo, Cándido se dirigió a su camarero y le dijo: «Hoy hemos rematado la faena».

Pocos segovianos han conocido a tantas personalidades tan diferentes como Cándido López en vida, desde premios Nobel, actores, jefes de Estado y reyes, que se acercaban hasta el local para ver a «un hombre tranquilo y bonachón», que les recibía con una jareta de vino y ataviado con su traje de segoviano. El traje que fue donado por la familia al Museo Provincial para que a día de hoy pueda ser contemplado.

De hecho, Cándido López consiguió que en sus libros de firmas estamparan su rúbrica personalidades como Pablo Neruda, Pío Baroja, Gregorio Marañón, Manuel Machado, Rafael Alberti, Concha Espina, el rey Umberto de Italia, Simeón de Bulgaria, Husein de Jordania o el actual emperador japonés Akihito, entre otros muchos.

La Familia Real española también tuvo contacto con Cándido López, desde la reina Victoria Eugenia, pasando por don Juan de Borbón, el rey Juan Carlos I, la reina Sofía y el actual monarca, Felipe VI.

La relación con la Familia Real se mantuvo hasta el final de sus días. De hecho, hace escasos días que se cumplió el 24 aniversario del fallecimiento de Cándido López. Su hijo Alberto recuerda con cariño como estando en el tanatorio recibió una llamada procedente de la Comandancia de la Guardia Civil, «de una persona muy importante». Al otro lado del teléfono, una persona le transmitía el pésame. «Soy el rey (Juan Carlos I). Tu padre fue un gran hombre, del que siempre guardaré grandes recuerdos, al que siempre aprecié», explica su hijo.

Aunque en la calle no hay ninguna placa que recuerde la vida de Cándido López, Segovia le rendiría más homenajes en forma de escultura, como el busto del mesonero que se encuentra frente a su establecimiento en la plaza del Azoguejo y la estatua situada junto a la zona conocida como El Velódromo. Una imagen que hace, que cuando se hable de Cándido López, segovianos y visitantes recuerden al maestro asador levantando un plato para partir el cochinillo que le hizo mundialmente famoso.

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