![Siglos de devoción en Campo de Cuéllar](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/pre2017/multimedia/noticias/201607/13/media/cortadas/Imagen%20cuellar%20san%20mames%20campo%20cuellar%20-MR-%20(15742609)-kyHB-U201505821126OI-575x323@Norte%20Castilla.jpg)
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mónica rico
Miércoles, 13 de julio 2016, 22:14
La especial devoción que desde hace siglos se tiene por el Cristo de San Mamés en Campo de Cuéllar fue suficiente para que Manuel Álvarez decidiera profundizar en el origen de la misma y en los antecedentes históricos de la iglesia del mismo nombre. Fruto de sus investigaciones ha surgido Cristo de San Mamés. Historia de una advocación secular, una publicación surgida tras los estudios de numerosos documentos del archivo parroquial de san Juan Bautista de Campo.
El Cristo de San Mamés, así llamado por los feligreses de Campo, debido a que es la única imagen existente en la ermita de san Mamés, junto a una talla menor de La Soledad, se remonta tiempo atrás, llegando a recoger el autor testimonios desde los años sesenta del siglo pasado y de la tradición oral transmitida por varias generaciones.
En la publicación, se relata que durante las investigaciones, centradas principalmente en el Libro de Fábrica de 1648 a 1685, topó con unos relatos escritos por el entonces cura titular de la parroquia de san Juan Bautista de Campo, el sepulvedano Juan Félix de Ceballos, que no se limitaban en exclusiva a inventarios ni a cuentas sobre ingresos y gastos, sino de temas religiosos y centrados en la relación espiritual entre los feligreses de su parroquial y el Cristo de San Mamés.
Restauración
En estos escritos se relatan cómo y cuándo se restauró la iglesia de San Mamés, lo que según el autor tiene un valor histórico evidente, lo que le hizo también profundizar e incluir en su publicación una parte dedicada a la iglesia, en la que relata cómo era casi con toda seguridad, un edificio compuesto por una sola nave y en la cabecera un ábside. También sobre el estado de la iglesia en el año 1661, cuando se encontraba casi en ruinas, con la nave derruida y la cubierta del ábside en mal estado; sobre la economía de la iglesia y sus ingresos; y sobre el benefactor y restaurador de la ermita de San Mamés, el sacerdote Juan Félix Ceballos, que, contribuyó sobremanera a la recuperación material del templo y a la exaltación del culto y devoción al Cristo de San Mamés.
El libro analiza también la restauración del culto en la iglesia de San Mamés, transcribiendo literalmente algunos de los relatos escritos por el párroco. La reedificación se fecha en 1661 y ya entonces se deduce que la tradición y memoria del pueblo recordaban el funcionamiento de la iglesia y se vislumbra que la imagen del Cristo llegó a pertenecer al citado templo, aunque estaba en la iglesia de san Juan, en un lugar apartado. Se planteó la necesidad de dotar a la iglesia de una imagen y se optó por este Cristo románico, con el beneplácito de los vecinos.
Los estudios de Manuel Álvarez Polo llegan a constatar que la imagen del Cristo se trasladó a la iglesia de San Mamés, y queda probado en los años 1661 y 1662 se le dijo muchas veces misa, apareciendo ya la devoción de los vecinos. En 1664 y 1665, se realizaron rogativas por la comarca en busca de agua y en concreto en Campo se decidió llevar al Cristo en novena a la iglesia.
La devoción se extiende a los lugares cercanos en los años siguientes, en los que la publicación analiza distintos relatos sobre epidemias y enfermedades, noticias climatológicas y económicas, que además llevan a conocer cómo se consolida una liturgia particular en el culto al Cristo de san Mamés. En el año 1674, se conoce que se hace habitual el traslado de la talla desde la ermita de su nombre hasta la iglesia de San Juan Bautista a hacer cultos de novenas, misas y rogativas.
El libro también profundiza en los prodigios que según el párroco Juan Félix de Ceballos se le atribuyen al Cristo, las sequías y rogativas generalizadas, curaciones milagrosas y otras cuestiones que vienen a confirmar la devoción secular que se siente por el Cristo.
El autor también asegura que la liturgia dedicada al Cristo de san Mamés se consolidó aún después del fallecimiento del párroco que la impulsó. «A día de hoy, todos los años, con fecha 3 de mayo, día de la Cruz, se saca de su casa la imagen del Cristo de san Mamés, se trae en procesión a la iglesia de san Juan Bautista», relata Álvarez Polo, que también recuerda que al menos desde 1902, cuando se fundó la cofradía del Cristo de San Mamés, tras la procesión en la que se lleva el Cristo a la iglesia, se celebra el Cabildo y después los cofrades disfrutan de un refresco.
Durante los días siguientes se celebran los tradicionales rituales de novenas, rosarios y rogativas, y el día 25 de mayo se devuelve la imagen del Cristo a la ermita en procesión, «comandada por el viejo pendón y acompañada de los sones musicales de jotas y pasacalles interpretadas por dulzainas y tamboriles, como continuación de los inveterados ritos nacidos en el siglo XVII, dando carta de naturaleza secular a una tradición de más de 350 años», concluye.
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