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Al fondo, la iglesia de los Santos Justo y Pastor.
La sorpresa detrás del retablo barroco

La sorpresa detrás del retablo barroco

Las pinturas románicas de la iglesia de San Justo ponen en valor este templo situado en la plaza

elena rubio

Lunes, 6 de junio 2016, 10:49

Tiene el suelo emborrillado y adoquinado, con unas aceras en partes sinuosas para los peatones. Está a apenas unos metros del Acueducto y pasa para muchos turistas desapercibida por no estar en el camino que hacen habitualmente para ver algunos de los principales monumentos de Segovia.

Es la plaza de San Justo, situada en el barrio de El Salvador, un espacio que en el día a día sirve para muchos de paso, bien andando o con el coche, para llegar al centro de la ciudad o algunos establecimientos de hospedaje situados a escasos metros.

Otros prefieren aparcar allí su vehículo, sobre todo los fines de semana, por su cercanía al casco histórico. Es en ese momento cuando reparan en la importancia de este espacio, situado entre las calles Santa, del Cerrillo, del Alamillo y de Ochoa Ondátegui y las travesías de San Justo y del Alamillo.

En uno de sus extremos se encuentra la iglesia de los Santos Justo y Pastor construida, según diferentes autores entre finales del siglo XI y mediados del XII, templo que sirve para dar nombre a este espacio desde hace siglos.

La plaza no tiene la forma convencional cuadrada o redondeada sino que se extiende con forma alargada en parte de su recorrido, como si de una calle se tratara. En el lugar, tanto en la plaza como en la travesía de San Justo, se encuentran casas de relativamente reciente creación, que conviven con otras en estado ruinoso, donde los huecos de los ventanales sirven de refugio perfecto para las palomas que anidan en su interior. Incluso en algunas viviendas es posible contemplar portadas sin escudos, propias de los siglos XVI y XVII, con bloques de granito.

De lo que no queda nada es de la existencia de una fuente y «un buen pilón de abrevadero», tal y como menciona Mariano Sáez y Romero en su libro de 1918, Las calles de Segovia. La iglesia de los Santos Justo y Pastor, dedicada a los niños complutenses martirizados en el siglo IV, vio durante años como poco a poco la ciudad se transformaba mientras este templo iba entrando en decadencia, llegando a abandonarse y ser utilizado como almacén.

Pero el destino tenía deparado un mejor camino para este templo, cuando se desprendió parte de la bóveda de yeso de la cabecera a mediados del siglo XX. Ese aparente infortunio permitió que en los años sesenta se realizara una profunda limpieza y reparación, financiada por la entonces Caja de Ahorros de Segovia, lo que deparó una maravillosa sorpresa, sobre todo, tras retirar el retablo barroco que cubría el ábside. «Los trabajos se iniciaron en 1961 y duraron cinco años, en los que, según la Memoria de 1965 de la Entidad impulsora fueron apareciendo providencialmente, elementos arquitectónicos, escultóricos y sobre todo unas pinturas del siglo XII, que suponen uno de los conjuntos pictóricos más interesantes de España», según recoge Juan Antonio Folgado en su ejemplar Las calles y plazas de Segovia y sus barrios incorporados.

En las pinturas románicas encontradas, con potentes rojos y azules, es posible contemplar en el centro un Pantocrator o Cristo en Majestad, que bendice con su mano derecha mientras porta el Libro de la Vida en la otra mano. Junto a él los veinticuatro ancianos del Apocalipsis, escenas de la Crucifixión y el Descendimiento, así como una de las partes más destacadas de esta joya de pinturas románicas: la Última Cena y el prendimiento de Jesús. Las obras, según Folgado, también permitieron sacaron al descubierto «una portada de estilo cisterciense, otra portada románica que daba al pórtico destruido en el siglo XVII, la recuperación de la fachada de poniente y un sepulcro de la época de los Reyes Católicos en el presbiterio». Pero la iglesia de los santos Justo y Pastor también tiene otro elementos destacados como buena iglesia románica, teniendo en cuenta que se fundó como una ermita del arrabal para las necesidades de pañeros y tintoreros que vivían en las cercanías.

Destaca su ábside románico con un solo ventanal, su portada de tres arquivoltas en la entrada de la nave, su imponente torre de tres cuerpos y una capilla en el hueco de la torre, con importantes figuras talladas en piedra, como un ángel, que aún conservan parte del color original. En la iglesia también se encuentra un pequeño cuadro de San Alfonso Rodríguez, el santo segoviano que fue bautizado en este templo porque nació muy cerca de esta iglesia, donde su familia tenía una casa. Gracias a todos estos elementos y a su importancia histórica, la iglesia fue declarada Bien de Interés Cultural en 1993.

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