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miguel ángel lópez
Lunes, 6 de junio 2016, 10:44
El precio del cordero lechal sigue estando bajo, apenas cuatro euros por encima del coste de producción. Ahora es de 48 euros por pieza de entre 10 y 12 kilos (según el precio marcado por la Lonja Agropecuaria de Segovia el 19 de mayo), y amamantar un cordero hasta su sacrificio y a la madre supone un gasto de entre 42 y 44 euros.
El número de productores de ovino está descendiendo en la provincia de Segovia, en parte por estos precios que ofrecen un bajo margen de rentabilidad a las explotaciones, y también porque «se van jubilando los ganaderos y la gente joven no se incorpora al campo, prefiere buscar trabajo en las ciudades». El somero diagnóstico lo hace Conrado Gutiérrez, gerente de Segolechal, la asociación segoviana de ganaderos que acoge a todos los que producen bajo el amparo de la marca de la Indicación geográfica Protegida (IGP) Lechazo de Castilla y León.
Ahora en Segolechal hay alrededor de 175 socios, pero hace unos años superaban los doscientos. El cierre de explotaciones, sin embargo, no ha implicado un descenso de la cabaña ganadera en este sector concreto del ganado ovino, como cabía esperar. Gutiérrez señala que en cierto modo es una paradoja. Si en los dos años anteriores, en las campañas de 2013 y 2014, la cabaña de ovino perdió unos 50.000 ejemplares, el año pasado se recuperó un poco y registró 5.000 reses más. Con este aumento, el censo de ganado ovino que maneja Segolechal es de alrededor de 185.000 reses, de las razas churra, ojalada, castellana y cruzadas (las denominadas entrefinas, que no están reconocidas como raza), aunque en toda la provincia la cabaña ovina supera los 268.000 animales entre corderos (39.972), sementales (5.072) y hembras para vida (223.480), según los datos de la Subdirección General de Estadística del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.
La leche como opción
¿A qué se debe, con menos ganaderos adscritos a Segolechal, ese aumento de la cabaña de la IGP? El gerente explica que un factor determinante puede ser que «la leche de oveja está muy bien de precio, y por eso han aumentado las explotaciones lecheras, estabuladas, que no es lo que prima en Segolechal».
Los dedicados a la producción de leche para la elaboración de quesos son rebaños de cría intensiva, en naves, al contrario que la ganadería extensiva que practican la mayoría de socios de Segolechal, «en el campo, donde la carne se impregna de los aromas de los pastos naturales, con lo que se consigue una mayor calidad. Y esta es la diferencia de nuestras ovejas con las de otras zonas de España y de Castilla y León», asevera Gutiérrez.
El rebaño tipo de Segolechal es de alrededor de 700 cabezas de media, «el tamaño justo calculado para tener un pastor y que sea rentable». De hecho, unas 750 cabezas desfilaron ayer en la cuarta edición de la Fiesta de la Trashumancia hasta llegar a los pies del Acueducto. El gerente dice que con más ejemplares sería difícil de sostener, se dispararían los gastos o habría dificultad para alimentar a los animales en los pastos que adjudican las juntas agropecuarias locales a los ganaderos residentes en los pueblos o mediante subasta, o en los montes públicos de los ayuntamientos y las rastrojeras tras la siega de los agricultores.
Precios y competencias
La realidad, afirma Gutiérrez, es que «los precios están mal». Recuerda que hace años, antes de la implantación del euro, «un cordero se vendía por 10.000 pesetas en Navidad, y ahora está en 60 euros, es decir, al mismo precio». Los ganaderos «no venden todo lo que quisieran y no hay manera de subir los precios».
De Navidad a junio es la peor época. Ahora un cordero lechal cuesta 48 euros; después el precio se recupera y en agosto, con el aumento del consumo por las fiestas de los pueblos, puede alcanzar una punta de 65 euros. Después baja otra vez y en Navidades se mantiene en unos 60 euros por pieza. Pero la competencia no es solo nacional. Viene de fuera con los canales importados congelados de Grecia en verano y con los corderos procedentes de Francia en la temporada navideña, que son importados vivos y sacrificados en mataderos españoles, donde además obtienen un sello como si fueran de aquí. «Lo malo pone precio a lo bueno, y así es difícil competir», se quejan en Segolechal.
Para el mercado importa el sello de calidad de la IGP Lechazo de Castilla y León que gestiona la asociación en Segovia, el que lleva el ganado criado por los socios en Sangarcía, Bercial, Carbonero el Mayor y, en general, en la comarca de Campiña, o las ovejas churras que predominan en la zona de Sepúlveda.
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