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Miguel Ángel López
Domingo, 29 de mayo 2016, 10:47
El agua de los glaciares, de los ríos y arroyos del Himalaya está integrado en el libro. Luis Miguel López Soriano recoge en la publicación veinticinco años de viajes a las montañas más altas del mundo y con ese agua muestra los paisajes que ha ido encontrando en el largo camino, unas veces como alpinista, otras por trabajo para documentar con las cámaras reportajes de Al filo de lo imposible o de la revista National Geographic. Luis Miguel (Madrid, 1970) vive desde hace unos años en Ortigosa del Monte y de allí sale para acompañar a Carlos Soria en sus últimas expediciones, un alpinista al que admira porque es «un caso único», a quien le quedan dos cumbres para completar todos los ochomiles posibles de las cordilleras de Asia, y una la subirá, a sus 77 años, la próxima primavera para que le quede solo una del reto BBVA. Ambos presentaron ayer en la librería Ícaro de Segovia este trabajo, Montañas de agua, editado recientemente por Desnivel.
Es una certeza que el paisaje y el agua del Himalaya están en las páginas de esta publicación. Explica el autor que en sus viajes siempre lleva un bloc de dibujo y un estuche de acuarelas y toma apuntes para «integrar el paisaje real con el pintado». Lo hace tomando el agua de los cauces y de los glaciares para diluir la acuarela allí mismo, y reflejar el paisaje que ve porque «intento que sea un reflejo de la naturaleza». Y aunque es evidente que, como cualquier pintura, es una interpretación, subraya López Soriano que «lo que es importante es que al estar dibujados los paisajes por su propio agua el resultado es algo más que una fotografía».
El libro es una selección de paisajes «ordenada en forma de viaje». Desde las montañas de Irán al Tíbet, un recorrido por el Pamir de Afganistán y el tayiko, Asia Central, el Karakórum y el Himalaya indio, y desde allí al de Pakistán y Nepal. Dibujos al natural con las 14 cumbres de más de ocho mil metros, «pero también rincones remotos, montañas sin nombre», advierte López Soriano, quien en las páginas de la publicación ha incluido los textos que describen el paisaje a través de una recopilación de sus propios apuntes, un diario y los últimos contenidos de su blog (chandratal.com), «un diario electrónico» con las vivencias de las últimas rutas, sus propias experiencias, anotaciones históricas y etnográficas porque los pueblos que viven en todos estos lugares, subraya, son «elementos clave para entender el valor de cada paisaje».
Es cierto pues que no es un libro de viajes al uso, pero sí la obra de un autor muy viajado que no solo sube montañas como cualquier alpinista deportivo sino que también ha trabajado en documentales por aquellas lejanas e imponentes cordilleras. Y en todas las ocasiones aprovecha los viajes.
Energía y pasión
Las últimas expediciones las ha hecho acompañando a Carlos Soria, el veterano alpinista que tiene entre ceja y ceja subir a todos los ochomil. Le quedan dos. Una es el Dhalagiri, que subirá la próxima primavera; la otra montaña ya la ha vencido Soria porque ha alcanzado la cumbre principal, pero le queda otra secundaria que ha dejado para más adelante. Luis Miguel López reconoce que le une «mucha amistad» con Carlos Soria, con quien a subido a las montañas como fotógrafo de altura. «Hemos compartido tres cumbres y el Annapurna, la última expedición que hemos hecho juntos, que nos ha llevado cien días».
Le admira. Afirma que «Carlos no tiene nada que ver con nadie; cuando vamos de viaje le para gente de todo el mundo, le preguntan, quieren hacerse fotos con él, es un caso único. No solo sube montañas sino que hay que ver cómo las sube, con toda la energía y pasión que tiene». Acaba de volver a sentirlo en el Annapurna, una ascensión «dura y difícil», con condiciones cambiantes que para superarlas «hay que tener esa pasión», le alaba el escritor.
La compañía del veterano «está latente» en el libro, en el viaje y las expediciones que han compartido en los últimos años. Aunque en Montañas de agua no hay una sola foto. La única es la de Luis Miguel en la solapa. Porque ha querido que las acuarelas, trazos rápidos a veces con el pincel congelado, sean «un reflejo de la naturaleza», insiste.
Prepara ya la próxima expedición, para dentro de unos meses. Otra vez alejado de su familia, de Ortigosa. Muchos días fuera de casa. Con Carlos Soria otra vez. Y la familia, «una pieza fundamental» para sus viajes, lo entiende. Sabe que es su pasión. Aunque Luis Miguel reconoce que «tiene que ser especial para aguantar» las ausencias. Por eso alaba a su mujer, que conoce su afición de siempre y ya está «curtida».
Proyecto solidario
La edición de este libro presentado ayer en la librería de la calle Marqués del Arco también tiene un componente solidario. Parte de lo que se recaude con la venta tendrá como destino el proyecto humanitario Ayuda Directa Himalaya, que ya ha dado varios pasos con la colaboración de Luis Miguel en labores de ayuda para reconstruir Nepal tras el terremoto que arruinó muchas de sus infraestructuras. «Ya hemos construido dos escuelas en zonas remotas de Nepal, y ahora hemos empezado la tercera, que queremos terminar en otoño para empezar otros proyectos». El agua tomada de los paisajes del Himalaya , de los glaciares donde nace el río Indo, vuelve así a su origen.
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