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Dos agentes de la Guardia Civil custodian las toneladas de piñas intervenidas en una reciente operación llevada a cabo en Villaverde de Íscar.

La Guardia Civil estrecha el cerco contra el tráfico ilegal de piñas

Los continuos hurtos y el blanqueo de la mercancía pueden llegar a amenazar la pervivencia del sector piñero, que ha tenido la mejor cosecha de los últimos tres años

César Blanco Elipe

Lunes, 2 de mayo 2016, 11:55

Quizás no lo sepan; pero de las piñas, como ocurre con el cerdo, se aprovecha todo. Las hojas, la cáscara y, por supuesto, los piñones son materia prima no solo en la restauración o en la repostería. Por eso es un producto sumamente preciado. Parece increíble cuando uno pasea por el monte y lo ve alfombrado de maleza y restos caídos de los pinos. Para profanos, puede pasar desapercibido; pero para los profesionales del sector es su modo y fuente de vida. De ahí que esta temporada estén más alerta de lo habitual. No quieren que nada ni nadie interfiera en una cosecha que se vislumbra generosa. La racha de los últimos ejercicios no ha sido precisamente boyante, así que toca exprimir al máximo los rendimientos. Se encomiendan al cielo, pero también a algo más terrenal como es el control que ejerce la Guardia Civil para atajar la amenaza de los ladrones, que aflora en esta época del año.

El jefe de Sección del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona), teniente Jesús Calvo, desmenuza el modo de actuar de los delincuentes dedicados al hurto y tráfico de piñas. El también coordinador en Segovia del equipo Roca para evitar robos en el medio rural subraya la importancia de la colaboración de los empresarios, recolectores y operadores para dar al traste con estas prácticas delictivas.

La información que pueda atesorar y manejar la Guardia Civil es fundamental. Parece una evidencia, pero solo así contrarresta la complejidad de tener bajo control alrededor de 10.000 hectáreas por las que se extiende el reinado del pino piñonero que hay en la provincia, y que se concentra en la linde con Valladolid. Supone algo más del 4% de la superficie arbolada existente en territorio segoviano.

Un monte baldío

La prueba palpable de que los dispositivos del Instituto Armado funcionan es la operación de hace dos semanas, en Villaverde Íscar, en la que la Guardia Civil se incautó de 190 toneladas de piñas que habían sido sustraídas. Todo un manual de cómo enfrentarse a este delito.

Como explica el teniente Jesús Calvo, el operativo comenzó en noviembre, con el inicio de la temporada piñera, que suele extenderse hasta abril. Comenta que una persona puede comprar «por una cantidad ínfima un monte sin apenas producción». En este caso, el terreno se localizó en Burgos, lo que complicó aún más el caso porque el equipo Roca normalmente posee los efectivos justos, dimensionados y necesarios para actuar dentro del territorio segoviano y no es habitual que se trasladen fuera de las fronteras segovianas. Aquí sí lo hicieron.

Los agentes se desplazaron a Burgos y Valladolid para comprobar que la solicitud de aprovechamiento empleada con el fin de justificar el origen de las piñas con las que iban a tratar de sacarse el botín pertenecía a un terreno donde precisamente no había producción. La Comandancia Provincial de la Guardia Civil había recibió con anterioridad las denuncias de varios piñeros de Fresneda de Cuéllar y Gomezserracín por hurtos detectados en los pinares en los que trabajaban. Lo que ya puso en aviso al Instituto Armado, que ante la previsión de una buena cosecha redobla sus esfuerzos.

Únicamente los recolectores con licencia pueden realizar la venta de las piñas a las industrias y a los compradores intermediarios. Esa autorización la concede la Junta de Castilla y León. La abogada Celia Miravalles especifica que la licencia «deberá portarse en todo momento por el personal que lleve a cabo las labores de aprovechamiento en el monte y deberá acompañar posteriormente a la piña extraída en todo el circuito de aprovechamiento y comercialización para su comprobación por las autoridades con competencia en dichas fases».

«Muchas subastas han quedado desiertas por la escasez de fruto»

  • Óscar García Nieto Empresario piñonero

  • Recién concluida la recolección de las piñas, ahora almacenadas y a la espera de iniciar la preparación de las eras donde serán extendidas en los primeros días de junio para que el sol las abra y haga aflorar el preciado fruto seco, el sector piñonero hace una primera valoración de la actual campaña 2015-2016.

  • Óscar García Nieto preside la Sociedad Cooperativa Piñonsol de Castilla y León, cuya sede está en Pedrajas de San Esteban. «Tras la pésima campaña anterior, la presente puede considerarse regular, aunque habrá que esperar a ver qué resultados depara», dice. La temporada viene precedida de tres malas, en las que además de pocas piñas y pagarse a precios muy caros, el rendimiento cayó por encima del 50%, revela. Esta campaña tiene mejor pinta, pero tampoco como para tirar cohetes, «por lo menos en Castilla y León, Andalucía y Cataluña, donde se han quedado desiertas muchas subastas de tradicionales montes piñoneros por escasez de fruto».

  • En 2014-2015 se observaron, por tercera temporada consecutiva, niveles de producción por debajo de la media, tanto en piña como en rendimiento en piñón. Una merma asociada «a una tasa de piñones dañados superior al 60%, en su mayor parte por la acción de los insectos, por encima de la hipótesis climática».

  • Una cosecha parca o los bajos precios son las mayores preocupaciones del sector, además de los robos. García intuye que, a causa de ese descenso productivo, los hurtos ahora «han disminuido en un alto porcentaje, en número y cantidades».

Sin embargo, el seguimiento por parte de la Administración regional es harto complejo. El Bocyl publicaba en octubre de 2014 la orden de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente que regula el aprovechamiento de la piña cerrada del pinus pinea, que no es otro que el pino piñonero. En esa disposición general, la Junta confiesa que las experiencias de campañas anteriores «han puesto de manifiesto que no se han solucionado problemas, a todas luces fundamentales, relacionados con la dificultad para las autoridades con competencia inspectora y sancionadora de abordar la problemática».

La figura de un testaferro

Esa laguna dificulta la acción de la Guardia Civil. Durante los periódicos controles que desarrollan sobre la actividad, los agentes del equipo Roca detectaron en un almacén de Villaverde de Íscar la entrada de un volumen enorme de piñas. Se empezó a tirar del hilo. En el libro de registro no figuraba el operador, sino que las documentaba a nombre de otra persona distinta a la que realizaba los trabajos.

Las sospechas tomaron aún más cuerpo cuando los agentes comprobaron que la nave tampoco disponía de una infraestructura de la envergadura que requiere el secado del producto. En Burgos, la Guardia Civil localizó al hombre que ejercía de testaferro, es el suplantador que sí aparecía en los libros de trazabilidad en vez del operador de Villaverde de Íscar investigado.

Así pues, el jefe de sección del Seprona en la Comandancia Provincial enumera las varias aristas que encuadran el entramado delictivo y pautan el guion de actuación en las pesquisas: la detección del robo; dónde van las piñas; la vigilancia de la entrada de mercancía, y la búsqueda de la persona que recepciona el material. Existe «una organización» a la hora de diseñar y ejecutar el delito, cuyo último eslabón de la cadena era el blanqueo, por parte del operador, de las piñas previamente sustraídas en otros lugares, tal y como expone el teniente.

Las pérdidas de los profesionales pueden ser millonarias y el daño al sector productivo, formidable. El teniente Calvo subraya que las inversiones que realizan los piñeros son cuantiosas: pagan operarios, compran maquinaria para recoger las piñas de los árboles, y sobre todo acarrean con el enorme gasto que supone una campa donde secar los piñones. Además, no hay que olvidar que los piñeros acceden a los aprovechamientos mediante subasta, y luego han de pagar el importe de la autorización mediante el contrato que suscriben con la Junta.

«Hay profesionales que han perdido 20 toneladas en un año», comenta el responsable de la Guardia Civil. Hagan sus cuentas si el kilo de piñas etá a 0,7 euros, y tres piñas hacen de media ese kilogramo. La pérdida a la que hace referencia le teniente le ha costado 14.000 euros solo en piñas.

No dejen la calculadora. Cuarenta kilos de piñas equivalen a uno de piñones. Si nos fijamos en el fruto, el precio de los mil gramos oscila entre los 24 y 40 euros. Ese piñero al que cita el jefe de Sección del Seprona de la Comandancia de Segovia perdió unos 400 kilos de piñones, que traducido a términos contantes y sonantes son unos 16.000 euros.

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