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Manuel González Herrero, en una imagen tomada en los últimos años de su vida.

Un segoviano de pro

Manuel González Herrero tiene dedicada una calle en el barrio de Ciudad y Tierra de Segovia

elena rubio

Lunes, 14 de marzo 2016, 17:46

La calle Don Manuel González Herrero está situada en el barrio de Comunidad Villa y Tierra de Segovia, con entrada por la Avenida Gerardo Diego y salida a la calle Mirasierra. Una vía en la que actualmente está el edificio de Bomberos, que se instalaron allí en el 2011 y desde donde también se divisa el inmueble de la nueva biblioteca. Poco más alberga esta calle, rodeada de parcelas aún sin edificar y por la que es fácil transitar, tanto andando como en coche. Permite comunicar el barrio del Palo con el de Nueva Segovia.

González Herrero (1923-2006), nació en Segovia en una familia humilde, despuntó en sus estudios de Bachillerato y en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid con una sucesión de matrículas de honor y sobresalientes. Con esta calificación se doctoró y, en agosto de 1954, se incorporó al Colegio de Abogados de Segovia, del que fue decano durante veinticinco años. Como abogado, González Herrero llegó a las cotas más altas de la profesión, ejerciendo la presidencia Consejo del Colegio de Abogados de Castilla y León. También fue miembro del Consejo General de la Abogacía España y obtuvo el reconocimiento del Gobierno, que en 1995 le concedió la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort, que sólo tienen escasos juristas. También estaba en posesión de la Cruz al Mérito de la Abogacía. Era un «comprometido defensor en pro de la democracia», tal y como le describe Juan Antonio Folgado en su libro Las calles y plazas de Segovia y sus barrios incorporados, lo que le llevó en la década de los cuarenta del siglo pasado a dar con sus huesos en la cárcel, acusado de liderar una célula anti-franquista. Fue procesado y condenado, cumpliendo parte de la condena en las prisiones del Dueso y Ocaña, donde coincidió con Agapito Marazuela, del que luego sería biógrafo y gran amigo.

De hecho, la abogacía era su vocación pero sus pasiones estaban centradas en la historia, las tradiciones y el folclore, en especial de Segovia porque «nada segoviano le es ajeno», porque «profesa de manera inequívoca el segovianismo», relata en un apunte biográfico Pablo Gallego.

Sus estudios, la investigación minuciosa de la historia de Segovia, que comenzó a reflejar en su obra escrita a partir de 1953, le llevaron en la Transición a ser uno de los impulsores de la autonomía uniprovincial de Segovia, que no llegó a cuajar por diversas razones, pero sobre todo, como él mismo habría dicho, por el centralismo avasallador de Madrid.

Una de sus obras claves de la época es Segovia, Pueblo, Ciudad y Tierra (1980),como lo fue un poco más tarde Agapito Marazuela o el despertar del alma castellana (1985), una biografía testimonial del ilustre folclorista, al que apoyó personalmente y del que se confesaba un devoto, contando «una historia muy larga, entre épica y lírica, a veces con sombras dramáticas, para un personaje excepcional», tal y como aseguraba en el prólogo del libro.

Miembro de la Academia de Historia y Arte de San Quirce desde 1968, dirigió la institución de 1994 al 2002 y formó parte de la Asociación Española de Etnología y Folklore desde 1972. En su faceta como estudioso de la historia, tiene en su haber dieciocho libros, veintidós trabajos publicados en la colección Estudios Segovianos e innumerables artículos y conferencias.

En 2004, recibió el título de Hijo Predilecto de la Provincia de Segovia y su huella sigue permanecerá imborrable debido a diferentes iniciativas, como la creación del Instituto de la Cultura Tradicional Segoviana Manuel González Herrero, por parte de la Diputación Provincial, un organismo cuyo objetivo principal es investigar y difundir la cultura tradicional segoviana, mediante becas de investigación, ciclos de música o apoyos a certámenes, festivales y exposiciones.

Una década después

Una década después de su fallecimiento, don Manuel como sigue siendo conocido por muchos, continúa recibiendo homenajes, debido a la profunda huella que dejó en Segovia. Fue el pasado 14 de febrero, con motivo del décimo aniversario de su muerte, recibió un homenaje del Centro Segoviano de Segovia, quien ha colocado una placa conmemorativa en la fachada de su casa en la Plaza de Somorrostro, en Santa Eulalia, pero lejos de la vía que lleva su nombre.

La alcaldesa de Segovia, Clara Luquero, junto con la hija del jurista, Julia González-Herrero, descubrieron la placa que reza la siguiente inscripción: «En esta casa vivió, laboró y murió el excelentísimo señor Manuel González Herrero (1923-2006), que nos enseñó a conocer, comprender, amar y defender la Tierra de Segovia. El Centro Segoviano de Madrid le dedica el perdurable homenaje de gratitud y recuerdo con ocasión del X aniversario de su Memorial». Al pie de la placa, Joaquín González-Herrero evocó la memoria de su padre, a quien definió como «investigador de archivos y líder de pensamiento». 

Sus hijos hoy continúan sus pasos profesionales: Joaquín, es fiscal jefe de la Unidad de magistrados de la Oficina Antifraude de la Unión Europea, Juan Pablo es miembro del Consejo General del Poder Judicial y Manuel y Julia son letrados.

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