Mazaca acerca a Segovia los vinos de León

José Luis Arague, Mazaca para todos los amantes del vino, junto a su fiel escudero Bernardo, y la cada día más sabia Laura Herráez, que en la actualidad compatibiliza estudios de enología en Salamanca con sus tareas de sumiller en La Concepción, fueron los encargados de acercar a Segovia los vinos de León, pero no los populares bierzos conocidos ya por el gran público. No, los catados en el restaurante Casares correspondían a la Tierra de León, una denominación de origen situada al sureste de esta provincia, que también acoge otros pueblos limítrofes de Zamora y Valladolid. La cata comenzó con un rosado de uva Prieto Picudo, de la bodega Pardevalles que cuenta con el reconocimiento de ser una de las impulsoras de la denominación apostando por el desarrollo de las variedades autóctonas, Picudo y albarín blanco (no confundir con albariño, como advirtió José Luis). El vino era agradable, con cierta aguja, por lo que pensamos que podría tratarse de una elaboración con el método madreo, proceso consistente en provocar una segunda fermentación lenta, de ahí el CO2, pero Mazaca dijo que la pequeña burbuja era originaria.

El segundo vino, Prieto Picudo también, pero en esta ocasión tinto y joven, fue una explosión de aromas frutales y sabores; limpio, fresco, untuoso y largo, mientras que el tercero en liza, en esta ocasión se trataba de uva mencía, propia también de León, Bierzo, así como de las denominaciones gallegas de Ribeira Sacra, Valdeorras y Monterrey, estaba caído. Y fue una pena porque ese vino, de 2010, sin crianza, hubiera estado espectacular de haberlo consumido antes de 2013. Aún así, Castillo de Ulver mantenía una pequeña acidez que nos permitió beberlo, no sin antes lamentar la decrepitud del que, sin duda, fue un gran vino en su nacimiento. Y después del vino, el humor con Ignacio Moyá.