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El presidente de la Diputación, Francisco Vázquez, entrega el premio a Urbano Manuel Domínguez, amigo del fallecido Santiago Castelo.
El Gil de Biedma afianza su prestigio con dos obras «magníficas y conmovedoras»

El Gil de Biedma afianza su prestigio con dos obras «magníficas y conmovedoras»

Santiago Castelo, a título póstumo, y Andrés Barba ganan los premios de la 25ª edición

Carlos Álvaro

Jueves, 12 de noviembre 2015, 21:36

«Sonó la palabra. Seca y rotunda lo mismo que un disparo. / Y todo se volvió blanco. Las paredes, los muebles, el silencio. / Fueron unos segundos que se hicieron eternos. / Mis rodillas sin nervios, mis manos desmayadas / y en la memoria toda la vida en un instante: / la niñez en el pueblo; el viaje a Madrid;/ los primeros amores. / ¡Qué exacta la película! ¡La memoria qué clara! / Los años de estudiante, los viajes, los besos, / la oratoria florida y el periodismo insomne. / Ignoro lo que dije. Se cerró la memoria / y cayó la sentencia como una guillotina / que lo arrasase todo. El mundo era distinto».

Es el primer poema de La sentencia, el poemario de José Miguel Santiago Castelo ganador del vigésimo quinto Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma. Santiago Castelo no acudió ayer al salón de plenos de la Diputación de Segovia a recoger el galardón. Murió el pasado 29 de mayo, cuando el jurado aún no había emitido su veredicto, que llegó solo unos días después, el 12 de junio. Sin embargo, su legado estuvo muy presente durante el acto a través de dos buenos amigos, Urbano Manuel Domínguez, que recogió el premio, y Carlos García Mena. Ambos trabajan junto a otros amigos de Santiago Castelo en la recopilación de los artículos del poeta y periodista extremeño con el fin de dar a conocer su legado periodístico, publicado principalmente en el diario ABC, donde trabajó en diferentes secciones antes de ser nombrado subdirector.

Santiago Castelo tuvo el arrojo de escribir el poemario cuando se encontraba convaleciente de un cáncer terminal buena parte lo escribió en su cuaderno, en la misma cama del hospital, y en cuanto lo tuvo terminado, les pidió a sus amigos que lo enviaran al Premio Jaime Gil de Biedma. Al parecer, desde que empezó a construirlo, Santiago Castelo tuvo claras dos cosas: el título, claro, rotundo y desgarrador, y su deseo de concurrir al premio segoviano, que consideraba el más prestigioso de cuantos se convocan en España. «La sentencia llegó cuando el plazo del premio se acercaba, casi en la fecha del cierre. La ilusión del poeta se cifraba en ganar el Gil de Biedma y al Gil de Biedma le hizo un fabuloso regalo que sin duda contribuye a prestigiar el premio», desveló el coordinador del galardón, Gonzalo Santonja.

El libro es una crónica de su enfermedad terminal, pues Santiago Castelo da testimonio del avance del mal en su cuerpo, pero también lo es de la ejemplaridad, en palabras del propio Santonja. En sus versos se observa que el autor encara la muerte con sosiego, valor y temple, y a medida que el libro avanza, crece la serenidad. «La sentencia es un canto a la vida desde la muerte y la finitud que se acerca».

Cuando murió, José Miguel Santiago Castelo llevaba ligado al diario ABC desde el año 1970, y aunque estaba jubilado, conservaba un despacho en el periódico. Fue, sin lugar a dudas, uno de los hombres que mejor representó el espíritu y la tradición de ABC. Nacido en la localidad pacense de Granja de Torrehermosa en 1948, con solo diecisiete años publicó sus primeros artículos en el Hoy de Badajoz. Le gustaba decir que, salvo engrasar linotipias, había hecho de todo en ABC. Sus crónicas, sabrosas y literarias, crearon estilo. En 1988 fue nombrado subdirector del periódico y en 2010, cuando se jubiló, pasó a presidir el comité asesor editorial.

Pero, además del periodismo, le apasionaba la poesía. Ya en 1976 publicó su primer poemario, Tierra en la carne, al que siguieron otros como La sierra desvelada, Como disponga el olvido, Antología extremeña u Hojas cubanas, entre otros, y en 1982 ganó el premio Fastenrath, de la Real Academia Española, con Memorial de ausencias. La lista de reconocimientos, cargos y distinciones es interminable.

Urbano Manuel Domínguez reivindicó la obra periodística de su amigo, dotada de «gran calidad y originalidad». Entre los trabajos más importantes destacó el artículo La voz más pura y exacta de Lecuona, un homenaje a la cantante cubana Esther Borja publicado como obituario en las páginas necrológicas del ABC, que le permitió ganar, en 2014, el Premio de Periodismo Ciudad de Badajoz. Sus crónicas sobre los veraneos de la familia real en Mallorca también eran reflejo de su gran talento literario.

Pero Santiago Castelo no fue el único protagonista en la entrega del Gil de Biedma. Presente en cuerpo y alma estuvo el escritor Andrés Barba Muñiz (Madrid, 1975), ganador del accésit que Bankia dota con 3.000 euros el premio principal son 10.000 euros. Santonja dijo que Barba, que obtuvo su distinción gracias al poemario El vientre de la ballena (ahora publicado en Visor como Crónica natural), constituye «una excelente noticia para el Gil de Biedma» por su juventud, pues su simple concurrencia denota que el premio sigue interesando a las nuevas generaciones. «Pero Barba no solo es una buena noticia: también es la confirmación de que estamos en el buen camino», dijo. Para Santonja, las premiadas este año son obras «magníficas y conmovedoras».

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