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El grupo de Fuentepelayo, al son de dulzaina y tamboril.
La trashumancia llega a la Corte

La trashumancia llega a la Corte

Rebaños de ovejas atraviesan la Puerta del Sol arropados por grupos folclóricos

cristina vega

Martes, 27 de octubre 2015, 11:10

El pasado domingo, 25 de octubre, más de 1.500 ovejas recorrieron el centro de Madrid con motivo de la celebración de la XXII Fiesta de la Trashumancia. Concretamente, pasaron por las calles Mayor, Puerta del Sol, Alcalá y Cibeles, para finalizar en Alfonso XII, pasada la Puerta de Alcalá.

Desde primeras horas de la mañana, centenares de personas se colocaban en las aceras de la Puerta del Sol para ver pasar los rebaños de ovejas, provistas de cámaras fotográficas o teléfonos móviles grabar tan novedoso acontecimiento. Y es que, la oveja, es uno de los animales más vinculados a la historia de España, y la trashumancia, una práctica inmemorial, que consiste en conducir los rebaños cada año, desde las dehesas de invierno a las de verano, y viceversa, asegurándose así la alimentación y el aprovechamiento de los pastizales. Así fue antaño, en la época de nuestros abuelos que transitaban con sus rebaños, caminos, veredas y cañadas.

En Madrid, como es de rigor desde hace más de 20 años, los pastores pagan simbólicamente al Ayuntamiento el precio por el tránsito del ganado (cincuenta maravedís por cada mil cabezas), según se estableció en la Concordia del 2 de marzo de 1418 entre los Hombres Buenos de la Mesta, lo que ha permitido desde entonces, el paso de las ovejas por el centro de la capital, donde discurría antiguamente la Cañada Real, y cumplir con la tradición de la trashumancia.

Al son de dulzainas y castañuelas de varios grupos folclóricos, llegados de lugares como Cantabria, Asturias, Astorga (León) y Fuentepelayo se iniciaba el recorrido de tan característico acontecimiento. En concreto, el grupo folklórico segoviano de Fuentepelayo, estaba formado por más de medio centenar de jóvenes entre músicos y danzantes, que deleitaron al público con una danza de paloteo que culminó formando un arco humano rematado con tres pañuelos de manila. Tras el rebaño, los cánticos de grupos folclóricos de Asturias y Cantabria cerraba el recorrido, que durante unas horas, se convirtió en vía pecuaria, acercando así las costumbres del medio rural a la capital de España.

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