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elena rubio
Lunes, 5 de octubre 2015, 12:27
La calle dedicada por la ciudad a Jesús Unturbe está situada en el barrio de la Estación, cuyo acceso se realiza por la denominada Carretera de Villacastín y tiene salida hacia la de El Greco. Es una calle modesta, flanqueada por bloques de viviendas, con algún comercio en los bajos de esos locales y con escaso tráfico. Al final de la misma, se ve un árbol solitario y al fondo se encuentra un descampado, que aporta a esta parte un espacio tranquilo y permite a los vecinos poder estacionar los vehículos sin mucha dificultad.
Una calle que honra a uno de los fotógrafos y pintores segovianos más destacados, Jesús Unturbe Tablada (1895-1983). Jesús provenía de una familia con tradición artística y él fue continuador de la labor profesional que desarrollaron su abuelo León, su padre Tirso, y su tío, Lope Tablada Maeso, un destacado personaje en el ambiente artístico segoviano del siglo XIX.
Unturbe es considerado un autor de formación autodidacta, aunque a los diez años años pudo asistir a la Escuela de Bellas Artes de Segovia. Su primer maestro fue su padre, Tirso Unturbe, quien inició al artista en el mundo de la fotografía. «Tirso Unturbe inició a Jesús en los secretos de la fotografía y en el negocio familiar siguiendo la tradición de la época, que consistía en hacerle entrar como aprendiz en el laboratorio, para que fuera adquiriendo experiencia y responsabilidad», explica Acu Estebaranz en el libro Los Unturbe. Fotógrafos de Segovia.
Con 24 años, se hace oficialmente de la dirección del negocio y laboratorio familiar, dejándole su padre «el mejor gabinete fotográfico de Segovia». Hacerse cargo del estudio provocó que Jesús «no pudiera hacer la carrera de Bellas Artes en San Fernando, algo que le hubiera gustado mucho», explica su hija, Berta Unturbe González. Bertita como le llamaba cariñosamente su padre, le recuerda como un hombre «muy cordial, hablador y muy simpático», características personales que hacían que «todo el mundo le quisiera mucho».
Cámara al hombro
«Cargado siempre con su cámara de fotos» como recuerda su hija, Jesús Unturbe fue seguidor del movimiento denominado pictorialismo, corriente que reivindica los valores propios de la fotografía para la realización de obras de arte en plena igualdad con otras disciplinas artísticas.
Según José Manuel Estebaranz, autor del libro Jesús Unturbe, fotógrafo pictoralista segoviano, esta modalidad de fotografía ofrece una imagen difuminada y a veces distorsionada, pues para lograr el efecto deseado los fotógrafos pictorialistas usaban en sus cámaras diversos filtros, distintos niveles de luces, y otros recursos como la intervención con diversos productos químicos en el proceso de revelado.
Retratos, grupos de personas, paisajes o instantáneas de la ciudad y la provincia, todo en blanco y negro, son sólo algunos de los motivos de los trabajos de este artista. «Unturbe es un fotógrafo que busca la imagen que quiere. Para ello, no duda en desplazarse hasta las cuevas de San Marcos, al Pinarillo o a la Cuesta de los Hoyos, donde solían acampar los gitanos cuando visitaban Segovia. Y los hace posar», recoge Estebaranz.
Pintor destacado
Su actividad en el campo de la fotografía se desarrolló hasta 1950, momento en el que decide volcarse en la pintura y abandonar la fotografía, como profesional, cediendo el gabinete de fotografía de la calle Juan Bravo a su discípulo José María Heredero, poniendo fin a una carrera profesional de treinta años.
«Jesús siguió practicando la fotografía, pero supeditada a su condición de pintor. Gran viajero, iba acompañado por sus cámaras Rolleicord y Rolleiflex, con las que fotografiaba los lugares que visitaba. Siempre utilizó el blanco y negro, y con los resultados preparaba las composiciones que después trasladaría al lienzo», explica Estebaranz.
Como pintor, sobre todo de paisajes castellanos y naturalezas muertas, Unturbe tiene un lugar destacado al plasmar sus gentes, sus tipos y sus fondos. Nunca presentó sus obras a ninguna Exposición Nacional de Bellas Artes, aunque sí participó en muchas otras muestras, lo que le hizo viajar a ciudades como Barcelona, Madrid, París o Bilbao. Una faceta, la de la pintura, que llevaba décadas practicando, le reportó su primer éxito al ver publicado un dibujo suyo del convento de San Antonio el Real en la revista La Esfera en julio de 1918.
Ya en la década de 1920, la publicación Castilla La Vieja, revista Semanal de Castilla y León, en su número del 10 de diciembre de 1922, le definía como toda una revelación al hablar de los pintores castellanos. «Este joven e inteligente pintor segoviano es una perfecta revelación de Castilla, que con su alma de artista, impresionada y fortalecida en el ambiente de nuestro terruño, ha sabido trasladar al lienzo, con una técnica insuperable, nuestra luz, nuestras costumbres y nuestra hermosa campiña. Entre las muchas obras que tiene hechas merecen citarse: La plaza de San Martín (Segovia), trabajo muy elogiado por la crítica, en el que resalta una iluminación tan valientemente interpretada del sol del atardecer, que da una hermosa sensación de calor y de vida. Es un rincón segoviano del siglo XVI, de lo más sugestivo». Un año después, aparecería en portada un cuadro de Unturbe en esta revista, denominado Un pastor de la sierra de Arcones.
Incluso en 1923 pintó un retrato de Antonio Machado, situado en la casa del poeta, cuando éste ejercía como profesor en la ciudad, ya que por aquella época Jesús Unturbe se reunía con los personajes más destacados y renovadores del panorama cultural.
A lo largo de su carrera profesional recibió muchos galardones como el premio de honor en la Exposición Fotográfica de Valladolid en el año 1929 y distinciones honoríficas: medallas de plata y bronce en los años 1930, 1932, 1947 y 1952 y la medalla de oro en el Salón de San Sebastián en la edición del año 1947. A instancias del Marqués de Lozoya, Jesús Unturbe fue distinguido con la Medalla de Alfonso X el Sabio en 1943, y esta mediación estrechó aún más la relación entre ambos personajes.
Las medallas las sigue guardando su hija Berta en su casa, al igual que muchos de los cuadros de su padre. En cuanto a las fotografías, Berta y a su hijo Jesús Salmeron, al que «su abuelo quería mucho», decidieron depositar en la Filmoteca de Castilla y León un conjunto integrado por 2.700 negativos originales realizados por León, Tirso y Jesús Unturbe.
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