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Uno de los rebaños deovejas da la vuelta en la plaza Oriental de Segovia, este domingo, ante la mirada de los curiosos.
Invasión ovina en el Acueducto

Invasión ovina en el Acueducto

La tercera Fiesta de la Trashumancia reivindica el consumo de cordero y el mantenimiento de las cañadas entre cerca de 1.500 balidos y cencerros

César Blanco Elipe

Domingo, 7 de junio 2015, 15:37

Pocas cosas más se pueden ver por el entorno del Acueducto. El marco del monumento romano, Patrimonio de la Humanidad con la Ciudad Vieja de Segovia, es una golosina para los álbumes de fotos y videotecas de los turistas, pero también para cualquier reivindicación. Si quieres que sea escuche y se vea, el sitio es idóneo; pero si además el despliegue para la exhibición de la demanda consiste en hacer pasar a cerca de 1.500 ovejas a los pies del Acueducto, entre los coches, gobernadas por los perros y guiadas por los pastores garrota en mano, el mensaje se amplifica y al menos su recepción gana opciones. Lo de que sirva para que broten soluciones ya es harina de otro costal.

Es lo que ha sucedido este domingo en Segovia. En el centro neurálgico del turismo de la ciudad, con los arcos pétreos del Acueducto como testigos. La tercera edición de la Fiesta de la Trashumancia ha vuelto a acaparar la atención de cientos de personas y curiosos que han contemplado cómo los rebaños han abandonado durante unas horas los pastos para cambiarlos por el empedrado del centro urbano, entre autobuses, coches y hordas de turistas.

Dos atajos de unas 700 cabezas cada uno han confluido en la plaza Oriental de la capital. El primero en desfilar ha sido el de la ganadería de Hermanos de Pedro López, procedente de La Lastrilla. Un poco más tarde han llegado otras tantas reses de Andrés Martín, ganadería localizada en la capital segoviana. Este atajo ha discurrido por el camino del Cementerio hasta la recepción a los pies del bimilenario monumento.

La organización de esta Fiesta de la Trashumancia corre a cargo de la Asociación para la Promoción de la Calidad del Cordero Lechal de Segovia (Segolechal). La experiencia tiene un carácter lúdico y llamativo, pero en el fondo subyace una advertencia muy seria: el sector ovino avanza hacia la desaparición. No solo en la provincia, sino también en otros territorios donde la manida crisis, el descenso del consumo, la escasez de ayudas institucionales y unos precios en caída amenazan la supervivencia de las cabañas.

Controlar las importaciones

Juan Antonio García, representante de Segolechal, da la voz de alarma. «Las importaciones suponen ya entre el 50% y el 60% de los que se consume». Una ruina para el sector ovino, sobre todo cuando ese producto que viene de fuera obliga a rebajar los precios a los productores, expone la asociación provincial que preside Quique Santana. El colectivo reclama a las administraciones que «controle» la irrupción foránea en el mercado nacional, máxime cuando «aquí tenemos pastos y mano de obra con experiencia».

El efecto dominó que se genera acaba con el cierre de explotaciones. Juan Antonio García calcula que el cúmulo de adversidades con las que se han topado los ganaderos ha hecho que la provincia tenga ahora alrededor de 50.000 cabezas menos que hace diez años. En Castilla y León, la pérdida es de un millón y medio, aproximadamente, según los datos que maneja el representante de Segolechal.

Es una regla de tres sencilla de despejar. A menos explotaciones y menos ovejas que pastorear, menos negocio y menos empleo. «Claro que ha habido una sangría de puestos de trabajo», ratifica García. Antes, un pueblo de unos quinientos habitantes vivía casi exclusivamente de lo que les proporcionaban los rebaños. Ahora solo cabe la esperanza de que los jóvenes que no han tenido suerte fuera y que regresan al pueblo «aguanten» la actividad. Y si llegan las ayudas, pan bendito.

Santana critica ese abandono y pone la vista en países como Nueva Zelanda o Italia, que se han vuelto muy competitivos, en buena parte porque sus profesionales del sector ovino gozan del favor de las instituciones a la hora de la producción y comercialización de sus productos.

Recuperar las cañadas

La Fiesta de la Trashumancia, una práctica que en estos lares segovianos está casi extinguida, también reivindica el valor y la recuperación de las cañadas por donde discurría el ganado en sus traslados a otros pastos. «Prácticamente no se usan y se están perdiendo entre la broza que las invade», comenta Juan Antonio García.

A estos males, los responsables de Segolechal añaden «la caída experimentada por el consumo de cordero y su precio muy bajo». Según explican Santana y García, el problema es que la calidad hay que pagarla. Es decir, la carne que sale de las granjas segovianas es excelente; pero ha de vérselas en el mercado con otros alimentos con menor coste para el cliente, como pueden ser el cerdo o el pollo. Además, las ventas de cordero están condicionadas por la «estacionalidad». Navidad, Semana Santa o los banquetes de bodas y comuniones suelen incluir el cordero en sus menús, pero no es un producto permanente en las mesas y despensas de los hogares, se queja Juan Antonio García.

La fiesta trashumante, en la que colabora la Diputación Provincial de Segovia, no sería tal sin su tradicional caldereta, elaborada a la antigua usanza con los sabios ingredientes de la paciencia y la experiencia de los pastores de la comarca de Arcones. Seis pucheros colocados a un palmo de la leña ardiendo han cocinado alrededor de 400 kilos de carne. La previsión era repartir unas 700 raciones entre los comensales que se acercaran. La recaudación se destinará a la ONG San Vicente de Paul.

La cita también ha permitido admirar algunos artículos hechos con la lana de las ovejas. La exposición ha corrido a cargo de Jesús María Valverde. No ha faltado la música y el homenaje de Segolechal a Pablo e Hipólito Zamarrón, quienes han sido distinguidos con 'el 'Cencerro dorado' por su labor de investigación y difusión de los sonidos tradicionales y del folklore más arraigado. Una exposición de instrumentos musicales aportada por Zamarrón también ha compartido espacio con una pequeña muestra de sombreros y bolsos de paja manufacturados de manera artesanal por Violeta Pascual y Angélica Muñoz.

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