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Miguel Ángel López
Miércoles, 3 de junio 2015, 12:30
María Zambrano siempre soño con regresar a Segovia, de donde marchó en 1924. En cierto modo ha regresado, pues su nombre está en la calle que conduce desde SanEsteban a San Quirce, en una placa en la calle Grabador Espinosa, donde vivió, y en el campus segoviano de la Universidad de Valladolid, en el barrio de Santa Eulalia en el que tuvo otro de sus domicilios. La filósofa y escritora que nació y creció intelectuamente en Segovia no pudo nunca regresar a la ciudad, ni cuando volvió del exilio ni al morir en 1991, pues fue enterrada en Vélez-Málaga, donde vino al mundo. Pero su regreso es un hecho, otra vez, en una nueva publicación que recoge tres de sus ensayos (hoy poco accesibles) en los que la ciudad está muy presente, Un lugar de la palabra: Segovia, que ha editado Ediciones Derviche y que ayer fue presentada en el instituto Mariano Quintanilla, el centro donde estudió el bachillerato.
Este libro recoge los textos de María Zambrano y es a la vez una obra colectiva. Enlaza el esfuerzo de la editorial para «rescatarlos del olvido», con el prólogo del filólogo Jesús Pastor Martín, las fotografías del profesor Mario Antón Lobo en las que ha reflejado los lugares de la ciudad vistos con la luz de Zambrano, y un texto del vicerrector del campus de la UVA, Juan José Garcillán, quien en la presentación destacó el «vínculo indisoluble» que tiene el centro universitario con la escritora cuyo nombre propusieron para él los alumnos de Publicidad hace cinco años.
Son tres los ensayos de Zambrano que contiene el libro. El primero, Ciudad ausente, lo publicó en 1928 en la Revista Manantial; San Juan de la Cruz, de la Noche obscura a la más clara mística es de 1939 y apareció en 1939, ya en el exilio, en la Revista Sur de Buenos Aires, y Un lugar de la palabra: Segovia fue un encargo de Camilo José Cela de 1964 que fue publicado en España, sueño y verdad un año después.
El significado lo expusieron junto a Jesús Pastor otros dos profesores, Rodrigo González Martín y Marifé Santiago. González comentó, entre otras cosas, que la pensadora matuvo con Segovia «una relación inevitable y compleja, una vinculación umbilical», y Santiago, quien recordó que María escribió en una carta que «quiero ser lo que me dé la gana», dijo que «Segovia es todas las ciudades de su exilio» y «no solo fue la memoria sino la condición de ser humano», pues en Segovia se hizo mujer y ciudadana activa.
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