Carlos Álvaro
Sábado, 11 de abril 2015, 12:01
El Patio de Orden del acuartelamiento de San Francisco vivió este viernes uno de esos días emotivos que se repiten todos los años. La Academia de Artillería conmemoraba el 40º aniversario de la salida del centro de la 263ª Promoción de Oficiales del Arma, lo que dio lugar al reencuentro entre artilleros que han entregado su vida al Ejército y al servicio a España.
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Curiosamente, aquella promoción de oficiales terminaba su periplo de estudios en la Academia de Segovia unos meses antes de la subida al trono del Rey Juan Carlos I, cuando el país se encontraba al borde de una nueva era. El general director del centro, Alfredo Sanz y Calabria, alabó la abnegada entrega de estos hombres a una tarea que ha corrido a la par de los cambios que España y el mundo han experimentado a lo largo de los últimos cuarenta años. «La Promoción 263 salió de la Academia al tiempo de iniciarse la Marcha Verde, y algunos de sus componentes fueron destinados al Sáhara. Posteriormente, otros se vieron desplegados allá donde fue necesaria su presencia, y hemos tenido ocasión de verlos en Albania, los Balcanes, el Kurdistán, etcétera», subrayó.
También recordó Sanz y Calabria que esta promoción «pagó su tributo en sangre» en la persona del comandante García Cortizo, «asesinado por ETA en una época en la que el mero hecho de vestir de uniforme, que nos distingue y nos honra, podía costarle a uno la vida. Estoy seguro de que el comandante Cortizo, desde ese día, vela por toda su promoción con un goniómetro antena bien asentado en su aventajado observatorio».
El general director señaló que el «verdadero valor» del artillero se encuentra ligado «al trabajo en equipo, al rigor intelectual, a la lealtad hacia sus compañeros, jefes, subordinados y a sus propios principios, al esfuerzo diario para mejorar su preparación en todos los ámbitos de la milicia en que ustedes puedan ser necesarios», dijo dirigiéndose a los alféreces de la 303ª Promoción del Arma, también presentes en el acto.
«La vida militar no es un camino de rosas. Pero es verdad que ellos han gozado de algunos apoyos importantes: su promoción, que no les hubiera dejado flaquear; su familia, que en líneas generales siempre les prestó apoyo en los momentos difíciles y, finalmente, esa educación noble e ilustrada que les ha traído hasta aquí, a fuerza de convertir en virtudes los valores que desde siempre se enseñan y practican en esta Academia. Sepan, señores alféreces de la 303ª Promoción que ustedes vienen a reemplazar a los oficiales que hoy forman frente a ustedes. Si suman cuarenta a los años que tienen ustedes ahora mismo, verán que se parece sospechosamente a 65, justo la edad en la que la legislación española establece el retiro. De manera que este acto es el paso de un testigo en una carrera de relevos, y así quiero que lo vean».
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