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El nuevo diácono, tumbado en el suelo, durante la ceremonia religiosa celebrada ayer en la iglesia del Parral con motivo de su ordenación.
Los jerónimos del Monasterio del Parral apuntalan su futuro

Los jerónimos del Monasterio del Parral apuntalan su futuro

Fray Mauro es un italiano de 40 años que ingresó en la orden hace siete, aunque ahora accede al estado previo al ministerio del sacerdocio

Carlos Álvaro

Jueves, 26 de marzo 2015, 11:22

Se llama Mauro Carulli, tiene 40 años y es italiano. Ingeniero electrónico de profesión, hace siete años decidió dejarlo todo e ingresar en la Orden de San Jerónimo, que tiene en el segoviano Monasterio de Santa María del Parral su último bastión. Ayer fue un día grande para la comunidad jerónima de Segovia, la última que sobrevive de la otrora poderosa orden, pues Fray Mauro fue ordenado diácono en una solemne ceremonia que presidió el obispo emérito Luis Gutiérrez y reunió a todos los monjes del Parral y a varios sacerdotes de la Diócesis.

Desde hace años, la ordenación de un nuevo sacerdote es noticia debido a la crisis de vocaciones que la progresiva secularización de la sociedad ha ido provocando. Esa crisis vocacional protagonizó el pasado domingo, Día del Seminario, las homilías en las parroquias segovianas. Desde 2010, cuando fue ordenado sacerdote el actual párroco de Torrecaballeros, Juan Agudo, el Obispado de Segovia no ha llevado a cabo ordenación alguna. La conversión de Fray Mauro en diácono no tiene las mismas características, al tratarse de un monje de vida contemplativa que limitará su futura actividad sacerdotal al convento, pero, como bien recordó el obispo emérito, encierra idéntico mandato de servicio. «El diácono dijo don Luis dirigiéndose al monje es el servidor de la palabra. Tienes que leer, que contemplar, para poder entregarlo a los demás; y ahí es donde va a estar tu ministerio. Quizá tengas pocas oportunidades de proclamar la palabra, pero reprodúcela en tu vida, que tu vida sea un ejemplo».

La ceremonia discurrió en el interior de la imponente iglesia del Monasterio de Santa María del Parra, ante numerosos fieles, amigos y familiares del protagonista, y se desarrolló según el rito habitual de ordenaciones. No obstante, la misa, cantada por los monjes en gregoriano, otorgó al rito un carácter muy especial. El acto central llegó cuando el obispo emérito impuso sus manos sobre la cabeza del elegido y este recibió las nuevas vestiduras, entre ellas la estola cruzada, y el Evangelio. Fray Mauro permaneció tumbado durante las letanías de los santos, otro de los momentos de mayor solemnidad.

Fray Andrés: «El Monasterio del Parral necesita reformas urgentes»

  • deterioro

  • Fue el rey Enrique IV quien mandó edificar, en el año 1447, el Monasterio del Parral, que tomó el nombre de la Virgen del Parral. Ubicado en un lugar de extraordinaria belleza, en la ribera del Eresma, extramuros de la ciudad, el edificio conserva el impresionante aspecto exterior, pero el paso del tiempo ha ido deteriorando su fábrica, hasta el punto de que las reformas son cada vez más necesarias.

  • Fray Andrés urge a una intervención urgente que, por lo menos, frene el deterioro que están sufriendo las cubiertas. Es lo más apremiante. «Yo soy prior desde el 8 de febrero de 2006. Bien, pues, unos días después, ya escribí al entonces encargado de Cultura una carta en la que daba cuenta de la situación en que se encontraban las cubiertas, pues había lugares del monasterio que eran auténticas piscinas. Se llegó a hacer el plan director, para saber qué obras había que acometer, e incluso se adjudicaron los trabajos a una empresa segoviana, pero la obra sigue sin ejecutarse. Dicen que para finales de año, si bien las cubiertas están muy mal», explica el prior.

  • Por ahora, son los propios frailes quienes han sufragado el coste de los trabajos de mantenimiento que se han realizado «Estamos pendientes continuamente y vamos tirando a nuestras expensas, pero llegamos hasta donde llegamos y el deterioro es muy grande».

Mauro Carulli lleva siete años viviendo en el Monasterio del Parral. El pasado 29 de junio hizo su profesión solemne, que llega a los seis años del ingreso. La integración en la comunidad jerónima conlleva un proceso muy lento. «Necesita lo mismo que los vinos para madurarse y hacerse: seis años», apunta Fray Andrés, prior de la comunidad. Tras un año de experiencia, el candidato pasa seis meses de postulante, dos años de noviciado y tres de profesión simple. Después, entra en la perpetua. Durante su estancia en Segovia, Fray Mauro ha cursado sus estudios de Teología, paso previo a la ordenación sacerdotal. Como diácono, este fraile jerónimo podrá proclamar el Evangelio, bautizar, bendecir el matrimonio, asistir al obispo y al sacerdote en el altar, distribuir la comunión y presidir las exequias, entre otras funciones.

La comunidad jerónima del Parral está formada por doce monjes de distintas edades. El más veterano es Fray Ignacio, que tiene 91 años, y el más joven, Fray Mauro, de 40. «La vida aquí es maravillosa apunta el prior. Yo ingresé en la orden después de veinte años como sacerdote diocesano y aquí he encontrado el sosiego, la paz, la realización...» Después de los cartujos, los monjes jerónimos son los que más clausura guardan.

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