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El profesor Jesús Pastor y el autor de ‘Lo que callan las palabras’, el académico Manuel Alvar. Rosa Blanco

Esta palabra me da yuyu

Manuel Alvar presenta en Intempestivos su libro sobre el origen de mil vocablos

J. R.

Viernes, 13 de febrero 2015, 12:17

¿De dónde procede bragueta, yuyu o bigote? ¿Por qué decimos guiri o chucherías? Son cinco del millar de vocablos cuyo origen desgrana Miguel Alvar Ezquerra, en su libro Lo que callan las palabras, un compendio sobre lo que oculta el léxico. La obra lejos de ser un diccionario etimológico persigue hacer ameno el estudio de la lengua y desvelar por qué las cosas se llaman de una manera.

Catedrático de la Universidad Complutense y miembro de la Real Academia Española, Alvar provocó la sorpresa y la sonrisa entre los asistentes a la presentación en Segovia de su obra, en la librería Intempestivos. Pero antes, el profesor de Literatura segoviano, Jesús Pastor, preludió su explicación con una introducción que resumió en que el libro está escrito por «amor al idioma» y no por usarlo mejor.

Y Manuel Alvar demostró en su intervención cómo ama la lengua, al tiempo que desglosó con un fino sentido del humor algunas de las palabras que protagonizan la publicación. La bragueta fue una de las elegidas para demostrar que muchas veces los vocablos poseen un origen que no imaginamos; en este caso, porque la braga era una prenda de vestir masculina que usaban los galos y que derivó en ropa interior, que fue cubierta por otra, el pantalón, al que hicieron una abertura para acceder a la otra, que llamaron bragueta.

La evolución da sorpresas, como también el tiempo que llevan las palabras con nosotros. Chuchería parece una voz reciente pero se remonta varios siglos. Otras son modernas, como yuyu y proviene de las películas de Tarzán, en las que los nativos utilizaban ese vocablo cuando se asustaban; ahora se aplica, con cierta sorna, al padecimiento de cualquier mal.

Bigote o guiri

Manuel Alvar desveló que las palabras bigote o guiri tienen un trasfondo bélico. La primera viene de los soldados del imperio alemán y la que tanto usamos para hablar de los turistas de chanclas y playa es, sorpréndanse, una voz vasca de las guerras carlistas.

Podríamos estar todo el tiempo que quisiéramos, aseguró el autor al desglosar más vocablos. Cierto que quedan muchas palabras por escudriñar, divertidas y que darían para otros volúmenes. Pero por ahora un millar son suficientes, porque más pueden provocar un yuyu. Sobre todo, si se toman como chucherías, también llamadas galguerías, que depende donde se compren.

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