Carlos Galán, con el cartel de la exposición sobre Subterfuge y algunas de las piezas aún sin desembalar.

«Somos pequeños y tenemos que cuidar de nuestros cachorros»

Carlos Galán, creador y director de la discográfica Subterfuge, se felicita de haber sido el «hogar» de nuevos grupos alternativos

César Blanco Elipe

Jueves, 5 de febrero 2015, 12:17

Érase una vez un joven estudiante de Historia del Arte con el sueño de convertirse en director de cine. Corría el año 1988. La 'movida' se diluía. Los ecos de aquella agitación cultural se escuchaban lejanos. Solo bares de Malasaña y Chueca contenían el aliento revolucionario. Y en ese oasis, el aspirante a cineasta halló su lugar en el mundo. Su historia es también la de Gema del Valle. Sus caminos se cruzaron en esas incursiones musicales por Malasaña. Él quería sacar un 'fanzine' que diera voz al subsuelo cultural. Subterfuge nació así. Un cuento sonoro al que no se le ve el final.

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El número cero salió a la venta por 200 pesetas con una tirada de 500 ejemplares. No se cerró a la música. Cualquier expresión cultural, ya fuera cine o cómic, cabía en un contenedor hecho con tijeras, recortes de papel y tubo de pegamento.

Han pasado 25 años. Subterfuge siempre supo que su camino estaba en la otra orilla, en la salvaje por la que deambulaba Lou Reed. Sin casarse con modas ni postureos. Carlos Galán y Gema del Valle fueron unos visionarios, unos adelantados, como Kike Turmix o Javirer Bólido. Charlas de barra entre cerveza y cerveza en Malasaña. Su sello, el del diablillo Álex, ha apadrinado a gente como Fangoria, Australian Blonde, Doctor Explosion, Sexy Sadie, Undershakers, Los Fresones Rebeldes, Dover, Nawja (con y sin Carlos Jean), Mercromina, Cycle o más recientemente McEnroe, BeGun Annie B. Sweet. Viento Smith o Neuman.

Ni mucho menos están todos los que son. Y es que Subterfuge es pasado, el presente y el futuro de la independencia musical en España.

La compañía cumple 25 años y lo celebra con una exposición que desde este viernes podrá visitarse en el centro de creación de La Cárcel de Segovia. «'Viaje al centro de Subterfuge' es un recorrido por nuestros 25 años fundamentado en la historia gráfica del sello, con carteles, entradas, memorabilia, discos... Se podrán ver desde los primeros carteles underground con aquella distribución alternativa que teníamos hasta lo último que hemos editado después de la explosión digital», desvela.

Ejemplo de negocio

En la exposición «va implícita nuestra maduración como compañía y como catalizadores artísticos». Esa evolución se aprecia en el rescate que hace de creaciones realizadas en la era predigital, que permanecían guardadas en un cajón y que hasta ahora no habían visto la luz.

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«Disfrutamos mucho cuando empezamos. Entonces nunca imaginabas que ibas a celebrar 25 años gozando de la música y de tu trabajo». En sus respuestas se le nota una cierta añoranza del corta y pega, de las fotocopias y del reparto por bares. «Siempre hemos sido mucho de objetos físicos y ahora todo pasa por la red», apostilla.

Aquellos inicios eran tan artesanales... «Y en cierto modo apunta Galán, aún se respira el espíritu de hacer las cosas de forma artesanal; de hecho se han abierto pequeñas tiendas y han surgido pequeñas compañías que editan en vinilo en tiradas muy limitadas». Es la convivencia de la revolución de Internet y el underground más primigenio.

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Subterfuge ha sabido adaptarse a los tiempos a esa reconversión industrial a la que alude el creador de la criatura. Su marca es modelo de estudio de negocio en algunas facultades. «No me gusta mucho la palabra emprendedor; prefiero decir que somos currantes y creo que las universidades que se han fijado en nosotros lo han hecho como ejemplo de esfuerzo». Galán también agradece a esa necesaria suerte el hecho insólito de que algunas de sus propuestas musicales hayan trascendido lo meramente underground. Ahí está «el bombazo» de Dover, el trampolín que impulsó a Subterfuge hasta la primera fila de una industria reacia a minorías.

La compañía ha sido la plataforma de lanzamiento de muchos grupos que luego han sido captados por las multinacionales, a veces para frustración de su descubridor. Pero Galán sabe que «somos pequeños y tenemos que cuidar de nuestros cachorros, velar por nuestro hogar y mantener nuestra guarida segura».

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Eclécticos

Otro secreto del éxito de Subterfuge es su eclecticismo. Esos 25 años suenan a rock, pop, punk, hardcore, electrónica... pero «siempre con su impronta particular», subraya el creador de la criatura. «Unos se especializan en un sonido y nosotros nos hemos especializado en dar a cada lanzamiento una etiqueta Subterfuge, que implica que hay una empresa detrás que lo apoya, que tiene una forma de comunicar, que se encarga del envoltorio... somos lo que se llama una empresa 360º»

«Todos los días saco tiempo para buscar y escuchar algo que me gusta». Y es que esos tiempos cambiantes de la reconversión industrial de la música han facilitado el rastreo. «Antes salíamos más a la caza de nuevas propuestas, y ahora con Internet el acceso es más rápido». En todo este tiempo «habré echado para atrás tres canciones de las 5.000 que han pasado».

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Y colorín colorado, este cuento todavía no ha acabado. Ni lo hará mientras Carlos Galán, Gema del Valle, la mascota Álex y los artistas que forman la familia de Subterfuge vayan escribiendo la historia disfrutando y regocijándose de la música como el primer día.

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