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Los segovianos que residen fuera de Segovia, con el presidente de la Diputación. Antonio Tanarro
La falta de oportunidades laborales frena el regreso de los segovianos por el mundo

La falta de oportunidades laborales frena el regreso de los segovianos por el mundo

Casi 300 habitantes dejan la provincia en el primer semestre del año para vivir en el extranjero

virginia gómez

Viernes, 26 de diciembre 2014, 23:51

La falta de posibilidades laborales sigue motivando la salida de muchos segovianos al extranjero. En los seis primeros meses de este año, hasta 286 cogieron las maletas rumbo a otras latitudes, muchos de ellos en busca del empleo que no encuentran en un país con 4,5 millones de parados, más de 11.500 de ellos en Segovia. La Unión Europea es el destino más solicitado por quienes deciden emigrar o se han visto obligados a ello. Hasta 179 segovianos eligieron alguno de los países que la integran en el primer semestre de 2014. Por detrás se sitúa Sudamérica, hasta donde llegaron 59 habitantes de la provincia, y África, destino para una treintena. América del Norte, Centro América y Caribe y países europeos fuera de la Unión recibieron en su conjunto 16 segovianos. Solo uno se mudó a Asia y otro más comenzó una vida nueva en Oceanía.

En este último continente reside en la actualidad Guillermo Gómez Martín, que se estableció en Nueva Zelanda gracias a una beca de auxiliar de conversación que le otorgó el Ministerio de Educación. Este joven segoviano, que ha estudiado Magisterio en la modalidad de música y cuenta con sendos grados de Educación Primaria con mención en lengua extranjera y Música en la especialidad de trompeta, confiesa su deseo de «acercarse» a España, aunque reconoce que la situación continúa complicada, especialmente si se compara con su país de adopción, donde sobran las oportunidades.

En las Antípodas, «aislados» de todo, en pleno Pacífico, asegura que los ciudadanos disfrutan de una calidad de vida excelente. A pesar de que los 20.000 kilómetros que le separan de España le impiden venir a Segovia con más frecuencia, apunta que la tierra es, para su sorpresa, muy conocida por los nativos, tanto que los libros de texto que él utiliza para enseñar español incluyen una historia ambientada en el pueblo de Muñoveros. Además, recuerda los lazos segovianos de los miembros de la tribu de los Paniora, a dos de los cuales ha podido conocer.

En Nueva Zelanda, este joven ha tenido la oportunidad de trabajar como profesor de español y música y ha adquirido nuevos conocimientos que confía en que le abrirán la puerta a un buen trabajo, si no en España, en algún otro país cercano a casa. «Casi un año sin poder volver se hace largo, de momento me quedaré unos meses, a ver si mejora la situación», incide.

Él, junto a otros 12 ciudadanos que residen fuera de España y tres que se trasladaron a vivir a otros lugares del país, participó ayer en el Encuentro de Segovianos por el Mundo que organizó por segundo año la Diputación. La reunión sirvió para intercambiar experiencias y para trasladar inquietudes y demandas al responsable de la institución, Francisco Vázquez.

Prácticamente todos ellos, incluso algunos que llevan toda una vida en otros países, mantienen la esperanza de volver a la patria, que sin embargo ven lejos por el escaso dinamismo del mercado de trabajo. A Isabel Herrero, natural de Ávila pero residente en Segovia desde los 2 años, el amor le llevó hace 15 a París, donde estableció su residencia definitiva por las posibilidades profesionales que esta ciudad le brindaba. Profesora de español en un instituto francés, sueña con volver a Segovia cuanto antes y lo hubiera hecho ya si hubiera encontrado una buena oportunidad laboral para ella y para su esposo. «Aquí lo vemos mal. En Francia hay más facilidades en cuestión de trabajo y más ayudas familiares», resalta.

A esta licenciada en Derecho le sorprende la mala imagen de España y los recortes que se está ofreciendo fuera, que ha llevado a pensar a algunos galos que el país vecino está subdesarrollado. Pese a ello, y convencida de que a Francia también le llegará su crisis, hace cábalas para, al menos, poder volver a su tierra cuando le llegue la edad de jubilación.

Más lejos, en Baku (Azerbaiyán), en la región del Cáucaso, Carlos Vírseda trabaja desde hace un año y medio como jefe de proyecto de una plataforma de petróleo. Para este sepulvedano, desarrollar allí su actividad es un «reto», además de un «sueño». Dejó una España con pocas posibilidades laborales en su sector en busca de experiencia laboral. «Era la mejor opción que tenía para ir progresando. La idea es adquirir un conocimiento que quizás luego pueda utilizar para volver aquí, para acceder a puestos de gestión, pues hasta que no se encuentre petróleo en Canarias, si hay suerte, no habrá empleo aquí en plataformas», admite este ingeniero, que se ha puesto un plazo de unos dos años para regresar a casa porque le tira el arraigo a su pueblo, Sepúlveda, así como la familia y los amigos.

A Diego Calle las vacas flacas en España le mantienen por ahora también lejos de casa. Con ganas de conocer mundo, este ingeniero se marchó hace siete años a Río de Janeiro para vivir una experiencia de uno o dos años, pero estalló la crisis y se vio impulsado a alargar la estancia.

«Aquí estaba todo muy mal y decidí continuar. Además, me gusta bastante la ciudad y el país y mi empresa (Corsán), a través de los diferentes proyectos, me da la oportunidad de conocer todo el interior de Brasil y estar, por ejemplo, todo un año viajando por el Amazonas. Aquí es difícil encontrar esos paisajes y esas ciudades inhóspitas y todo eso te enriquece mucho como persona, pero es verdad que llevo mucho tiempo allí y llega un momento que te cansas», remarca. Como el resto, este joven también siente la nostalgia de una tierra a la que, con la esperanza de un tiempo mejor, sueña con regresar.

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