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Cristina García, con su mascota ‘Cuco’, un pointer de ocho años, en la redacción de El Norte.

«Hay gente que sí se da cuenta de que las mascotas lo pasan mal con la crisis»

La asociación La Gatera ha puesto en marcha la iniciativa para recoger alimentos destinados a los perros y gatos de familias con dificultades para mantenerlos

Miguel Ángel López

Domingo, 14 de diciembre 2014, 12:23

En el mejor de los casos, cuando sus dueños tienen dificultades para mantenerlos, las mascotas, perros o gatos, terminan en refugios de animales, cuando no son abandonados a su suerte. Ahora ocurre. Muchas familias sufren las consecuencias de la crisis económica y en muchos casos no tienen ni para comer. Cristina García, una veterinaria de Barcelona que vive y trabaja en Segovia conoce estas situaciones. Es socia activa de La Gatera-Adoptacat, la asociación protectora de animales que ha organizado el primer banco de alimentos para mascotas de la provincia, una iniciativa para «intentar evitar el dolor que supone para estas familias sin recursos separarse de su mascota porque no disponen de medios para comprar comida o medicamentos». La campaña está en marcha. Y funciona. Afirma Cristina que «sí hay gente que se da cuenta de que las mascotas también lo pasan mal con la crisis».

La Gatera ha iniciado la recogida de pienso, latas de alimentos húmedos, juguetes y otros enseres para animales. Cuenta con una red de establecimientos colaboradores, en los que también pueden iniciarse las gestiones para adoptar un perro o un gato que no pueden ser atendidos por sus dueños. Esto lo hizo Cristina García con Cuco, un cariños e inquieto pointer de ocho años que acogió hace dos «de forma temporal» cuando murió su dueño. Es lo que espera que hagan más personas con alguno de los quince gatos que tiene alojados su asociación protectora. También confía en poder repartir muchos alimentos para mascotas a partir de enero, cuando evalúen esta iniciativa que han puesto en marcha en la provincia y que «en otros sitios ha ido muy bien».

¿Cómo surgió? «Por dos vías. Encontré una pelota de tenis y empecé a pensar qué pasaba con ellas cuando dejan de usarse, y las tiraban. Entonces pensé en guardarlas y utilizarlas como juguetes para perros. Luego, hablando con un grupo de compañeros de la asociación, decidimos juntar con los juguetes un banco de alimentos, una campaña completa».

Al principio, reconoce, les dio cierto temor empezar la campaña porque «la asociación es pequeña, todos estamos saturados de trabajo y no tenemos mucho tiempo». Pero sobre la marcha está funcionando. Con la colaboración de las clínicas veterinarias, que colaboran con precios especiales de medicamentos y cajas de recogida. «Y moviéndolo todo a través de las redes sociales, porque no tenemos patrocinadores ni nada por el estilo ni más colaboración que la gente que está donando».

Llevan un mes. En diciembre están difundiendo la idea y contactando con los centros. Los alimentos los recogerán a fin de año. Entonces, apunta Cristina, «veremos los paquetes que podemos repartir. Según las necesidades de la gente». Advierte de que «nos gustaría no detectar estas necesidades, pero las hay», y cuenta con la solidaridad porque «ahora en Navidad hay más gente abierta a colaborar».

La realidad es que «si la gente está dejando sus casas porque no pueden pagarla y no tienen dónde vivir es fácil imaginar lo que pasa con sus mascotas. Sufren la crisis lo mismo que sus dueños». Aunque en la clínica donde trabaja no ha llegado a ver animales con casos extremos de desnutrición. Cristina está convencida de que «a poco que puedan, la gente que quiere a sus mascotas los mantiene». Y también está viendo que «hay gente que sí se da cuenta de que las mascotas lo están pasando mal con la crisis, gente que no es egoísta y tiene medios, por eso hemos enfocado esta campaña a los particulares que hacen un esfuerzo de quedarse con su perro o su gato, además de a la adopción de los animales».

Afirma la joven veterinaria que «no podemos girar la cara y dejar en la calle un animal abandonado. Si algún día yo lo necesito, me gustaría que alguien me echara una mano para mantener a mi mascota». Y sí, reconoce que «la gente está reaccionando» ante esta campaña de La Gatera. A pesar de que «en la sociedad hay desconfianza generada ante todas las cosas altruistas, pero nosotros destinamos todo lo que recogemos a lo que quiera quien lo dona».

Básicamente, lo que demandan es comida, y luego «también juguetes variados, que pueden ser nuevos o reutilizados, mantitas... o algún medicamento para casos concretos». Ahora piden la ayuda de la sociedad, pero La Gatera lleva trabajando dos años y medio, y tiene un albergue para gatos, casi todos abandonados, a los que vacunan, desparasitan y esterilizan; entre 15 y 30 cada mes porque las gatas son muy prolíficas. Para todos buscan adoptantes. Además de comida, claro. Para los gatos del albergue y para los de familias con dificultades. Porque las mascotas también están sufriendo la crisis.

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