La reunión entre la regidora y el concejal de Deportes se celebró en la Alcaldía, a puerta cerrada, pero las voces se oían desde fuera. En la imagen, se ve a Arranz muy contrariado.Antonio Tanarro

La dimisión de Javier Arranz deja en minoría al equipo de Clara Luquero

El PSOE espera que la decisión se deba a un «calentón» y el concejal «reconsidere» su postura

Carlos Álvaro

Sábado, 29 de noviembre 2014, 12:08

Llegó unos minutos tarde y le entregó un papel a su compañero Javier Giráldez para que se lo hiciera llegar a la alcaldesa, que se encontraba, como siempre, en el centro de la mesa, presidiendo la sesión. Cuando Clara Luquero leyó la nota se quedó lívida. En sus manos tenía la dimisión de su concejal de Deportes, Javier Arranz. Eran tres líneas escuetas, manuscritas y firmadas al pie. El pleno continuó su marcha, pero los concejales no tardaron demasiado en enterarse, sobre todo los que combaten el sopor de las sesiones trasteando con sus celulares. La bomba llevaba unos minutos dinamitando el facebook: «Hoy tengo un debate intenso en mí. Por una parte, me he desvivido por defender los intereses de la ciudad de Segovia, con la mejor de mis intenciones y siempre con plena capacidad y, por otra, el aguantar humillaciones de compañeros de la Corporación en el desempeño de mis funciones. Pero el colmo ha sido la gestión del pabellón del Peñascal, donde he defendido los intereses de la ciudad lo mejor que he podido y sabido. Como no me he sentido respaldado, hoy presento mi dimisión de este equipo de gobierno».

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Así expresaba el todavía responsable de Deportes su desencanto con sus compañeros del grupo socialista, y más concretamente con la alcaldesa, Clara Luquero. Apenas cruzaba palabra con Alfonso Reguera y con Claudia de Santos, pero no esperaba la postura de la regidora en un asunto que le tiene en vilo: el pabellón del Peñascal, el colegio de su barrio. Arranz, representante del Ayuntamiento de Segovia en la comisión de seguimiento de las obras, salió de la última reunión, celebrada el pasado 21 de noviembre, indignado con los nuevos plazos para la conclusión de los trabajos, que en el mejor de los casos estarán listos en septiembre de 2015. «Dado que la Junta ha demostrado su nula capacidad para resolver este asunto después de cinco años, la mejor solución sería que el Ayuntamiento retome el expediente y se encargue de culminar el proceso de contratación. Seguro que es capaz de hacerlo mejor, porque hacerlo peor es imposible», declaró ese día.

La alcaldesa descartó después esa posibilidad y Javier Arranz respondió ayer con un órdago a la grande que abre una crisis en toda regla en el equipo de gobierno, muy tocado desde el pasado mes de agosto, cuando Luquero se vio obligada a apaciguar ánimos ante las turbulentas relaciones entre algunos de sus concejales. «En todo grupo humano hay malos entendidos y a veces hay faltas de comunicación», admitió entonces la regidora al referirse a la tensión que protagonizaron la alcaldesa en funciones, Claudia de Santos, y el edil de Deportes a cuenta, cómo no, de la paralización de las obras del pabellón del Peñascal.

Bronca en el receso

Pero volvamos al pleno. Transcurridas dos horas, la alcaldesa decretó el primer receso. Media hora larga, muy larga, que Luquero aprovechó para encerrarse en la Alcaldía con el díscolo concejal. Y hubo bronca. Desde fuera podía oírse. Cuando salieron del despacho, sus caras eran un poema. Arranz permaneció ausente todo el pleno, con la mirada perdida, sin papeles sobre la mesa y leyendo el aluvión de mensajes de apoyo que los amigos le iban dejando en el facebook, debajo del comentario con el que anunció su dimisión. Eso sí, siempre respetó la disciplina de voto y en ningún momento abandonó el redil del grupo, aunque ni siquiera alzó la mano para apoyar la moción que el Partido Popular presentó para coadyuvar a la restauración del camarín del santuario de la Virgen de la Fuencisla. Le traía sin cuidado.

Sobre las tres y media de la tarde, con el pleno terminado, el concejal abandonó la sala. Los periodistas le dieron alcance en la escalera, pero no quiso hacer declaraciones: «Preguntadle a Clara y a Gordo. Yo ya he dicho todo lo que tenía que decir». Tampoco la alcaldesa habló. Estaba enfadada, herida. «No voy a hacer ningún tipo de declaración. Respetadme», les dijo a los reporteros, a quienes emplazó a la reunión del lunes. Acto seguido, Luquero reunió a su grupo en la Sala de la Chimenea. Todos menos Arranz, que ya se había marchado. Fue un gabinete de crisis, pero con las puertas cerradas a cal y canto. Ninguno de los concejales quiso pronunciar palabra.

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Sí lo hizo Juan Luis Gordo, el secretario provincial del PSOE, molesto con Arranz desde hace meses, también a causa, entre otras cosas, de los comentarios vertidos en la redes sociales por el edil. Gordo confía en que la dimisión del concejal sea producto de «un calentón» y espera que recapacite sobre su decisión de abandonar el equipo de gobierno socialista. «A mí me gusta que las cosas se lleven por su cauce. Si se discrepa sobre un proyecto, se puede resolver hablando». El líder de los socialistas segovianos deseó que la alcaldesa, Clara Luquero, «que es una persona dialogante», consiga que Arranz «entre en razones». Durante la tarde de ayer, ninguna de las partes en liza atendía llamadas. Aunque tenía confirmada su presencia, Arranz no acudió a la entrega de las becas que el club de atletismo Sporting Segovia concede en colaboración con el Instituto Municipal de Deportes (IMD). Y mientras, en el facebook, el anuncio de la dimisión seguía recibiendo comentarios.

Por su parte, la oposición municipal asistió estupefacta al episodio. El portavoz del Partido Popular, Jesús Postigo, lamentó una dimisión que, a su juicio, pone de manifiesto «la división existente en el grupo municipal socialista». Postigo desveló que Arranz no es el único concejal del PSOE que asegura sentirse humillado. «No es la única persona que está en esa situación. Esto no es serio, no es serio. Ahí cada uno va por libre», afirmó. Y aseguró estar preocupado por Segovia y los segovianos: «La descomposición del grupo socialista no es buena para la ciudad».

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En su anuncio, Arranz no habla en ningún momento de entregar el acta de concejal y abandonar la Corporación. Se entiende, pues, que dejaría de pertenecer al equipo de gobierno, con lo que pasaría a ser un concejal no adscrito. También cesaría en sus funciones. Los socialistas se quedarían en minoría (11 ediles frente a los 12 del PP) y Luquero dependería más que nunca del voto de Peñalosa para gobernar.

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