Sara Baras pone en escena 'Medusa, la guardiana', en el inicio del festival internacional.

Mitología con alma de flamenco

Sara Baras y su 'Medusa, la guardiana' alzan el telón del Festival Internacional de Música y Danza de la Granja

el norte

Domingo, 3 de agosto 2014, 13:35

Que mejor inicio para el Festival Internacional de Música y Danza del Real Sitio que recibir la visita, la emoción y la pasión de una vieja amiga que se reencuentra con el cariño y la devoción que le rinden las Noches Mágicas de La Granja. Sara Baras es uno de los nombres clásicos e ilustres en la cita y nunca falla. Eso se ve en la taquilla. Este año, su actuación venía siendo una de las más reclamadas por el público junto a las de otras figuras que se estrenarán en el festival durante las próximas fechas, codeándose en buena lid con Isabel Pantoja o Malú por llenar el aforo.

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Dicen que la experiencia es un grado y esos espectáculos precedentes han doctorado a la bailaora como una de las enseñas más deseadas y queridas del festival.

Esta vez la gaditana se subió anoche al escenario del patio de la Real Fábrica de Cristales sobre el que ha bailado, taconeado y girado en tantas inolvidables Noches Mágicas de La Granja con una apuesta diferente y novedosa. Algo a lo que hasta ahora no se había enfrentado.

Medusa, la guardiana es el primer espectáculo que la bailaora crea adentrándose en la mitología grecorromana a la que ha insuflado un corazón superflamenco, como ella ha repetido en la presentación de la coreografía. Esta puesta en escena es muy diferente a lo que ya conoce el público. La artista ha querido poner todos sus sentidos en defender un personaje al que la historia convirtió en un monstruo atroz.

Tras el estreno mundial en el Festival de Teatro Clásico de Mérida una de las musas que ha inspirado la programación del Noches Mágicas que ahora empiezan, La Granja ha tenido el privilegio de ser una de primeras escalas de una gira con la que la gaditana recorrerá las citas artísticas españolas más reconocidas.

Reto interpretativo

Sobre el escenario, Sara Baras salpica el montaje con momentos clásicos y también contemporáneos. Pero por encima del movimiento, está el desafío de la interpretación, la implicación dramática de cada uno de los nueve bailarines, que no son secundarios sino personajes con entidad propia. Ella también transforma a la protagonista principal y la moldea hasta pulir esa horrible monstruosidad a la que se vio condenada injustamente y hacerla aparecer ante el espectador como menos fea y mala.

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Medusa es una de las górgonas a las que se refiere, por ejemplo, Ovidio en 'La metamorfosis'. Es una hermosa sacerdotisa al cuidado del templo de la diosa Atenea y que después de ser violada por Poseidón es castigada con la soledad y el dolor por no haber defendido su posesión más sagrada, la virginidad. Su pena, convertir en piedra a todo aquel que la mira. La artista, que se interesó por el mito de Medusa a raíz de un encargo del Festival de Mérida, coproductor del espectáculo junto a Peralada y Saba Danza, ha precisado en las sucesivas presentaciones de la obra que se trata un montaje muy especial también porque la música evoca los sonidos de la antigua Grecia, sin cantaores, aunque sí hay guitarras y percusión.

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