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Paula Carballeira durante su actuación.

De seres verdes a guardias civiles

Paula Carballeira divirtió a todos los asistentes en el primer día del festival de narradores orales con su mezcla de misterio y humor en unos relatos que encandilaron al público segoviano.

maría callejo

Martes, 8 de julio 2014, 13:25

El primer cuento narra la historia de cómo una hermana mata a su hermano «porque en Galicia somos así, no sé cómo serán ustedes aquí», comenzaba Paula Carballeira. Un año más se celebra en Segovia el Festival de Narradores orales. Escritores y actores de toda España llegan a Segovia en esta decimoquinta edición para hacernos pasar un buen rato. Esta vez, abrió el festival la actriz y escritora gallega, Paula Carballeira. Las colas para coger sitio en las primeras filas no se hicieron esperar. Una vez dentro, apenas quedaban sillas libres cuando aún faltaban veinte minutos para las diez de la noche, y cuando las campanas de la catedral anunciaban la hora de inicio, el patio de la casa de Abraham Senneor, en la Judería Vieja, se encontraba lleno de público deseoso de escuchar a la gallega.

Entre los asistentes encontramos a la alcaldesa de Segovia, Clara Luquero y al director del festival, el escritor Ignacio Sanz. Este presentó la actuación: «Como casi todos los años, contamos con una gran variedad de registros», dijo, y mostró su agradecimiento «al apoyo incondicional del Ayuntamiento en tiempos tan difíciles», pero sobre todo «al calor del público que hace que, año tras año, vengan narradores de medio mundo».

Paula Carballeira subió al escenario y se presentó ante el público con el desparpajo que le caracteriza. «Estuve en Segovia hace quince años, pero he venido ahora mucho más guapa». Entre las risas constantes del público, comenzó su primer cuento. «A mi madre no le gustaba contarnos cuentos. Siempre nos contaba el de los siete cabritillos con desgana». Una mezcla de misterio, miedo y humor acompañaba todos los relatos de la gallega.

Cuentos de tradición gallega

El primero contaba cómo una hermana mató a su hermano, «porque en Galicia somos así, no sé cómo serán ustedes aquí», señalaba Carballeira. En el resto de sus relatos siempre aparecían muertos que volvían «con ansias de venganza» y se acercaban a los que aún estaban vivos (no por mucho tiempo). Durante su narración, la gallega daba consejos a los asistentes sobre lo que no hay que hacer con los muertos: «Yo no sé si ustedes han visto alguna vez un muerto, pero impresiona», decía entre las risas del público. Nunca hay que coger de la mano a un muerto «porque tú no le pasarás tu calor, pero él te transmitirá todo su frío eterno»; tampoco es aconsejable darle la espalda a un finado, pues «cuando no te des cuenta le tendrás con los ojos salidos de las orbitas y sus finos y blancos dientes afilados»; y cuando estás en casa por la noche y llaman fuertemente a la puerta, «que llamen» y, si por casualidad abres, «nunca pongas un pie fuera», aconsejaba Carballeira.

El público la escuchaba divertido y los aplausos surgían espontáneos y cálidos. Entre sus cuentos, encontramos uno en el que un amigo mata a otro. Pasan los meses, y un día decide irse a una feria y comprar una hermosa cabeza de cerdo; cuando se va, del envoltorio goteaba la sangre del animal. «Entonces aparecieron unos seres verdes que existen en mi tierra, que siempre van en pareja. Yo creo que ustedes aquí también los tienen, los guardias civiles», explicaba con humor. La autoridad le pidió al señor que enseñara qué era aquello que rezumaba. Contestó que una cabeza de cerdo, pero cuando lo abrió, era la cabeza de su amigo muerto. La gente del pueblo decía «¡qué poca vergüenza! Que mate a su amigo pase, pero que le llame cerdo...». El público reía y Paula Carballeira se sentía cómoda.

Para finalizar, decidió narrar «un cuento optimista que sólo presento en ocasiones especiales». La gallega decía que se sentía como en su tierra, ya que los segovianos la entienden cuando habla de aquella lluvia que llega del Atlántico puede durar días y cae «fuerte contra el suelo». Este último relato hablaba de una anciana de 99 años llamada María, a la que sus hijos le aconsejaron que esperara en cama a la muerte. Sin embargo, cuando llegó el cura y le habló de 'la casa de Dios', ella preguntó quién limpiaba allí; quién cocinaba allí y qué se comía allí. El cura le contestó «nada, hija mía». La anciana María les echó a todos diciéndoles «para qué quiero ir a 'la casa del señor' si como en casa de una no se está en ningún sitio».

Tras una gran ovación del público, Paula Carballeira se despidió agradeciendo el calor del auditorio y aseguro haberse sentido como en casa. Los asistentes respondieron con un largo aplauso y la sonrisa encendida en los rostros.

Hoy martes, a las 22:00 horas, los segovianos tienen otra cita en el patio de la casa de Abraham Senneor, esta vez con Carlos Alba, actor y narrador oral asturiano con una sólida formación literaria.

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