a. n.
Lunes, 30 de junio 2014, 12:24
750 años de historia acabaron bajo la piqueta con la demolición de la iglesia románica de San Cristóbal de Segovia, construida a finales del siglo XII y abierta al culto hasta diciembre de 1958, cuando comenzó su demolición.
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Tal como ha ocurrido con otras construcciones religiosas, la renovación arquitectónica y razones económicas, ya que no había fondos suficientes para reparar la antigua por su distancia al núcleo urbano, además no podía utilizarse para el culto diario, y sí para levantar una nueva, acabó con ella, aunque parte de sus materiales se aprovecharon en la construcción de la actual. Sin embargo, en unos meses será posible volver a ver, a escala 1:6, eso sí, desde la torre semicilíndrica de sillería de granito adosada a la pared de poniente donde se levantaba la espadaña hasta el ventanal del ábside tallado en piedra caliza, la pila bautismal y el púlpito, que aún se puede admirar en la actual iglesia.
La reproducción del templo, en una maqueta de grandes dimensiones 3,83 metros de longitud, 2,25 de anchura y 1,98 de altura cuya construcción promueve la Asociación de Vecinos Peñablanca, «permitirá mantener vivos los recuerdos de las personas que la conocieron y servirá a las futuras generaciones para no olvidar una parte de la historia del pueblo», explica Miguel de Andrés Alonso, autor del proyecto.
Aunque su presupuesto es escaso, la asociación viene organizando actividades para recaudar los aproximadamente 2.000 euros que costará la maqueta. Además, cuenta con la colaboración de algunas empresas, que ceden materiales, y artesanos.
Aunque era de construcción sencilla y sin gran valor arquitectónico, la antigua iglesia tenía algunas singularidades que la hacían única, como la torre o el vental del ábside. Su reproducción se topado con algunas dificultades, ya que apenas existe documentación gráfica. «Afortunadamente, teníamos planos de la planta y un cuadro al óleo de Lope Tablada, el padre», señala Miguel de Andrés Alonso, quien insiste en que «queremos ser la voz de la memoria que reavive en nosotros, no solo las piedras en su estructura primitiva, sino, sobre todo, los sentimientos que duermen unidos estrechamente a ella.
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