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César Blanco Elipe
Jueves, 12 de junio 2014, 10:53
Proinserga no se detiene demasiado tiempo en revisar su pasado, pero cuando lo hace lo recuerda con añoranza de épocas boyantes. Hubo un tiempo no muy remoto, sin ir más lejos en los albores de la década pasada, en que se alzaba como la segunda empresa de piensos para cerdos más importante de España y la primera de Castilla y León. Las facturaciones millonarias y el renombre la precedían. Aquello se desmoronó. Gestiones erróneas, deudas y una feroz crisis la empujaron al fondo de un pozo del que pretende salir. Tocó suelo y ahora «estamos dejando atrás el pasado para pensar en el futuro», declara su director general , Javier de Miguel.
Ese futuro hacia el que mira ahora la empresa es la venta de sus activos al mejor postor. Inmersa en un enmarañado y dilatado proceso concursal que en julio cumplirá siete años, la firma agroalimentaria encara una nueva etapa dentro del plan de liquidación, que no de cierre. De Miguel hace hincapié en la matización para que no haya equívocos.
Y para ponerse y situarse lo mejor posible en el mercado lo deseable es seguir en funcionamiento. La realidad tangible y contable de que haya actividad es el mejor reclamo para posibles compradores. Nadie quiere un peso muerto.
Sin disgregar
De momento hay varios intereses, pero solo existe una oferta que puede anticiparse como firme, aunque prudente, a falta de cumplimentar los pasos legales. Esa intención ya conocida de hacerse con el entramado surge de un grupo de antiguos socios que han manifestado su objetivo de compra para reflotar el negocio. La experiencia es un grado. Conocen el percal, han estado de una u otra forma en la casa y sus planes tienen visos de encontrar puntos de coincidencia con los requisitos de la administración consursal, cuyo propósito es que no se disgreguen los activos de la sociedad de cara a esa liquidación y con la vista puesta en garantizar la continuidad de Proinserga en otras manos. El mantenimiento de los 39 trabajos sería otra ventaja a tener en cuenta al examinar la competencia de ofertas.
Además de las dos fábricas de Fuentepelayo, los centros de inseminación artificial y de las antiguas oficinas centrales de la calle Almira de la capital segoviana, el entramado se ramifica en una docena de granjas, que ahora están arrendadas salvo una, que se encuentra totalmente desmantelada. El proceso de liquidación saca todo el paquete conjunto en una misma unidad.
Javier de Miguel Director general de Proinserga
El plan de liquidación sigue sus trámites legales y Proinserga también cubre sus etapas hasta que la mejor oferta propicie el cambio de manos. Su director general, Javier de Miguel, aterrizó en 2012, en pleno procedimiento concursal. La supervivencia ha sido el mayor logro. Y ello ha supuesto «seguir mayoritariamente con los mismos proveedores, que para nosotros son vitales y que han visto en nuestra gestión un ejemplo de transparencia». La empresa segoviana está abierta y en funcionamiento para quien albergue alguna duda la despeje. El responsable no quiere mirar hacia atrás, «quiero dejar atrás el pasado y enfocar el futuro, y ese futuro es fabricar pienso de calidad y venderlo al mejor precio». La tranquilidad y la discreción en el trabajo diario y en tránsito por una situación harto delicada son los mejores síntomas que luego se trasladan a la contabilidad y a la nómina de clientes.
Esa política ha propiciado que «hayamos recuperado la confianza y que gocemos del 100% de la confianza de los proveedores». Ha sido y es complicado. «Todo esto se ha hecho a pulmón y con cero crédito», si no se tiene en cuenta ese punto de partida que fue el aval de 5,1 millones de euros de la Junta en 2007, ya devuelto. «Hoy por hoy no tenemos incidentes de pagos y muy pocos de cobro», esgrime el director general. En 2013 , Proinserga ha entrado en la senda de la «normalidad», que es una de las mejores garantía a estas alturas del proceso de liquidación.
Javier de Miguel insiste en la eje nuclear de la confianza retomada y apunta que ahora los proveedores cobran en una media de quince días. Eso contribuye a la anhelada estabilidad que tanto repite el director general. A la pregunta de cómo calificaría el presente de Proinserga, De Miguel hace un ejercicio de realismo y declara que «enfilamos la luz, una luz que vemos lejos, pero que está». Como resumen de la situación patrimonial de la sociedad, concluye que mientras «la administración concursal tiene la producción, los bancos disponen de los inmuebles».
La administración concursal es sabedora de que el valor aumenta si la empresa está en funcionamiento. Y Proinserga, o mejor dicho, sus números, dan fe de que respira y está viva. Incluso es rentable y gana dinero, aunque el proceso concursal acarrea unos gastos que conviven con un lastre en forma de pasivo total que está en torno a los 52 millones de euros. Cantidad a la hay que sumar otros doce millones más contraídos a través de avales bancarios. Se trata de un endeudamiento «a largo plazo», previo incluso a la tramitación concursal.
Aunque la cifra de negocio fluctúa al son que marca el precio del mercado, durante los últimos seis años la producción de pienso que sale de las plantas de Fuentepelayo oscila en una horquilla estable entre las 175.000 y las 180.000 toneladas, con una facturación el curso pasado que rondó los 58 millones de euros. Unos guarismos que se vienen manteniendo. La estabilidad y la incipiente rentabilidad de la que presumen los responsables entran también en el lote en venta.
150 clientes
Prueba de que la nave va es que la compañía segoviana logró devolver el crédito de 5,1 millones de euros, con sus correspondientes intereses, que concedió la Junta de Castilla hace siete años, cuando estalló el proceso concursal. Aquel aval que iba a tener una duración en un principio de seis meses se transformó ante las dificultades de la empresa en un préstamo a pagar en cinco años. Ese circulante destinado a la fabricación y venta de pienso significó el punto de partida económico.
Los gestores defienden con cifras los deberes cumplidos. Ensalzan la «normalidad» conquistada el año pasado y que les hace ver medio lleno el vaso del final al plan de liquidación, La cartera de clientes la componen unos 150 firmas, y subiendo. Entre proveedores y acreedores, la bolsa la engordan entre 100 y 120 nombres, una cantidad que se ha estabilizado, asegura De Miguel.
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