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Rebeca Martín estuvo 23 días aislada tras contagiarse de la covid. El Norte
Coronavirus Salamanca: «El virus me ha dejado un cuerpo que no es el mío, no tengo fuerza»

«El virus me ha dejado un cuerpo que no es el mío, no tengo fuerza»

Rebeca Martín tiene 39 años y dio positivo en covid a principios de noviembre. «No me podía ni levantar de la cama, había días que lloraba de dolor», reconoce

Eva Esteban

Salamanca

Lunes, 28 de diciembre 2020, 07:21

Ser joven, llevar una vida «muy sana» y no padecer patologías previas no libró a Rebeca Martín, de 39 años, de contagiarse de coronavirus. Considera que siempre fue «muy cuidadosa» con todo lo que tocaba y los lugares a los que acudía, pero no logró esquivar al virus. Esta zamorana afincada en Ciudad Rodrigo, Salamanca, desde hace doce años dice que, ante todo, quiere relatar su experiencia con «este maldito bicho», como se refiere, para tratar de concienciar a la población, especialmente a los más jóvenes. Porque cree que «hay muchos» que, por el mero hecho de serlo, se sienten ajenos a esta situación. O que si la covid irrumpe en su cuerpo será de forma «muy leve, como una gripe cualquiera». De hecho, reconoce que a ella le sucedió. Cuando le dijeron que había dado positivo, allá por el 6 de noviembre, «todo tu mundo de repente se cae». El miedo se apoderó de su cuerpo. «Yo pensaba: 'Soy muy joven, lo voy a pasar sin problema', pero hasta que no lo vives en primera persona no te empiezas a plantear que pueden surgir las complicaciones, que igual no es una gripe cualquiera», asevera.

Sus peores pronósticos se cumplieron. Los primeros síntomas empezaron a dar la cara el 6 de noviembre, viernes. Cansancio «extremo» y «unas ojeras tremendas» fueron los principales indicadores de que algo no iba bien. «Entonces tenía el periodo y me negaba a pensar que todo era la covid-19», afirma esta mujer, trabajadora en una tienda de telefonía móvil. Al día siguiente empezó con «muchos estornudos» y tuvo unas décimas de fiebre, por lo que inmediatamente, sin saber si se trataba o no de coronavirus, decidió aislarse en una habitación del domicilio que comparte con su pareja. «El domingo perdí el gusto y el olfato, llamé al centro de salud y me hicieron un test rápido, y al momento me dijeron que había dado positivo», argumenta.

Pero lo peor estaba por llegar. Unos días después de confirmarse que había dado positivo comenzó a encontrarse «muchísimo peor». «No podía ni moverme de la cama, había días que lloraba de dolor, era una cosa increíble; hubo tres días que tenía un dolor de pecho muy fuerte, como si alguien te apretara del pecho hacia adentro y de la espalda hacia adelante», comenta, al tiempo que admite que se le saltaban las lágrimas cada vez que iba a comer. «Tenía un dolor en el cuerpo que me hacía llorar. Iba a comer y me atragantaba; me hacía mi marido una sopa y tenía que parar entre sorbo y sorbo porque me ahogaba», añade.

Estuvo 23 días aislada

Apartada en un cuarto permaneció 23 días. Su marido dio negativo en las dos PCR que le realizaron, aunque también tuvo que guardar cuarentena al tratarse de un contacto estrecho. «Tuvimos un montón de problemas que no te planteas antes, como quién nos hace la compra, quién nos saca a los perros, sin poder trabajar... Te entran muchísimos miedos por si se lo has contagiado a alguien, qué pasaría si esto se complica... Es una enfermedad tan cruel que te aleja de la gente, ni siquiera pueden venir a cuidarte ni nada», explica.

Sintió «mucho miedo» a lo largo de esas semanas por si en cualquier momento su estado de salud empeoraba y debían trasladarla al hospital. «Tuve miedo de que me ingresaran, porque estando en tu casa te sientes como más protegida. Aunque también tenía miedo a aguantarme, a ver si por no querer decir que me encontraba peor todo se complicaba. Es una situación desconocida para todos y con la que es muy difícil lidiar», subraya Martín, quien desvela que se hizo con un medidor de la saturación de oxígeno en la sangre para «quedarme tranquila por si por algún casual no saturaba bien».

Desconoce cómo y cuándo pudo contagiarse, pero el abanico de posibilidades, incide, es muy reducido. «Desde que empezó a ponerse todo peor en octubre iba solo del trabajo a casa y viceversa, y salía solo a pasear, pero no me cruzaba con nadie». «En la tienda estamos seguros porque sí que es verdad que tienes contacto con los clientes, pero todo es a través de la mampara, estamos con mascarillas, con gel desinfectante constantemente...», apostilla esta zamorana.

Prueba del estrecho contacto que tuvo esos días es que, cuando los rastreadores le llamaron, tan solo dio el nombre de su pareja «porque no había tenido contacto ni había estado con nadie más», insiste.

Asimismo, agradece haber hecho hace meses un «cambio radical de vida», hacia hábitos más saludables. «Es el momento de mi vida en el que más sana estoy. He perdido muchísimo peso, llevaba una vida muy sana, saliendo a correr, y ahora pienso que si esto me hubiera cogido antes de adelgazar qué hubiera sido de mí, podría haber acabado muy mal», cuenta Rebeca Martín.

Secuelas que arrastra

Un mes y medio después ya está recuperada, aunque asegura sentirse en la piel de una mujer de 70 años. Aún sigue de baja laboral por las secuelas que arrastra. «Puedo salir a pasear, pero no puedo trabajar. Tengo dolores de cabeza horribles, me duelen muchísimo las lumbares y me canso rápido; la covid me ha dejado un cuerpo que no es el mío», sostiene. «Salgo a dar un paseo y me tengo que parar. El otro día fui al supermercado y no podía ni empujar el carrito, no tengo fuerza», añade.

Por último, pide a la ciudadanía que sea «responsable». También en Navidad. Porque la covid sigue ahí fuera. «Comprendo que tenemos que vivir porque es lo que nos ha tocado, pero hay que tener la misma precaución el 15 que el 31. El virus está ahí y lo que se nos viene encima es tremendo, creo que le hemos perdido el respeto», lamenta, mientras reconoce sentir «mucho miedo por lo que se viene». «Qué piensa la gente, que por ser Navidad va a haber un paréntesis y el virus no mata? Esperemos al año que viene para celebrar. Como lo hagamos normal, este año mucha gente va a quedar en el camino y ahí no habrá vuelta atrás».

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