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Domingo, 11 de octubre 2020, 17:46
Dicen que el tiempo vuela, pero no siempre es cierto. En algunas ocasiones simplemente desaparece de la noche a la mañana. Fue lo que sucedió por estas fechas en 1582, hace 438 años, cuando entró en vigor el calendario gregoriano por el que hoy nos ... regimos. Por orden de Felipe II, once días de octubre desaparecieron. Los cristianos se fueron a la cama el día 4 y se levantaron el 15. El motivo es más o menos conocido: el calendario juliano no se ajustaba bien al movimiento real de la tierra alrededor del sol y las fechas del almanaque bailaban cada año. Con aquel reajuste se pusieron las bases del actual cómputo del tiempo.
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Lo que no es tan conocido es el papel que jugó la Universidad de Salamanca en aquel logro. El blog de la biblioteca histórica de la USAL (bibliotecahistoricausal.wordpress.com/) detalla cómo aquellos doctores del siglo XVI calcularon el desfase temporal y propusieron una solución para arreglar aquel descuadre.
El blog cita a su vez el libro 'Salamanca y la medida del tiempo', de la profesora de Historia Moderna Ana María Carabias «donde se demuestra que quienes realmente fijaron las bases del actual calendario gregoriano fueron profesores del Estudio salmantino y no el italiano Luigi Lilio, como se creía hasta la fecha».
El calendario juliano «ya contemplaba los años de 365 días y el ajuste con una jornada añadida cada cuatro ejercicios (año bisiesto), pero seguía habiendo un retraso que era digno de estudio», porque cada año acumulaba 11 minutos de desfase, hasta tal punto que el equinoccio de 1582 llegó el 11 de marzo de aquel año en vez de el 21.
La iglesia, añade, estaba «preocupada» por el descuadre y «en 1515 recibió un informe redactado en Salamanca en el que se apuntaba que los científicos firmantes no estaban de acuerdo con el sistema elegido».
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«La cúpula eclesiástica del momento», prosigue el blog, «hizo caso omiso a ese análisis, de ahí que actualmente se desconozca su paradero, pero continuó con su búsqueda para calibrar mejor el tiempo. De ahí que en 1578 la Universidad de Salamanca volviese a mandar un segundo informe en el que se incorporaba el primer documento remitido décadas antes». Este segundo documento está en la biblioteca vaticana y la biblioteca de la USAL guarda una copia que la profesora Carabias reproduce en su libro. El primer informe de 1515 está desaparecido.
La propuesta de la USAL se resume en que había que suprimir «un día de cada mes durante un año cualquiera, menos de febrero, o bien quitarle 11 días a un mes» para corregir el descuadre, además de no incluir un año bisiesto cada 304 y anular un día bisiesto cada 152 años. «Este último cálculo es el más importante de las aportaciones que hicieron los profesores de Salamanca porque nunca nadie había propuesto una medida tan precisa», añade el escrito de la USAL (al menos en occidente, podría añadirse).
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En aquel 1578, «según ha explicado la historiadora Ana María Carabias», las autoridades eclesiásticas sí respaldaron los informes de la Universidad e impulsaron el cambio. El papa Gregorio XIII redactó una bula para imponer el cambio en todo el orbe católico. «Su Católica Majestad, Felipe II, lo impuso mediante una pragmática el 29 de septiembre de 1582 a aquel imperio suyo donde no se ponía el sol». Para rizar el rizo podríamos decir que el día de hoy, 11 de octubre, no existió.
La profesora explica por qué se eligió el mes de octubre para aplicar el cambio. «Se buscó una época en que hubiera pocas celebraciones religiosas especiales. En octubre el calendario eclesiástico tenía menos fiestas y eran más fácil suprimirlas», recoge el blog. «Esa reforma de 1582 fue indiscutiblemente el inicio de la globalización mundial, al imponer una fecha y hora al mundo», y ese proceso que «se inició en Salamanca» sigue actualmente vigente», añade la autora del texto.
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Aquellos dos informes gestados en la Universidad pusieron los cimientos del calendario actual. Conforme pasaron las décadas el resto de países fueron adaptándose al nuevo almanaque. Primero fueron los católicos, como Francia, y después el resto. Inglaterra esperó hasta 1752 y Rusia a 1918. Por este motivo algunas personas crean que Cervantes y Shakespeare murieron el mismo día de 1616 cuando en realidad hubo 11 días de diferencia, porque España ya seguía el calendario gregoriano y en Inglaterra aún usaban el juliano.
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