Ubalda Fraile Sánchez, 101 años y como una rosa
Frades de la Sierra. ·
Este año ha podido celebrar su cumpleaños dos días consecutivos, con su familia y con los vecinos, frente a 2020 cuando las felicitaciones fueron por teléfonoFrades de la Sierra. ·
Este año ha podido celebrar su cumpleaños dos días consecutivos, con su familia y con los vecinos, frente a 2020 cuando las felicitaciones fueron por teléfonoM. Jesús Gutiérrez / Word
Frades de la Sierra
Lunes, 13 de septiembre 2021, 10:36
Hablar con Ubalda Fraile Sánchez, que el pasado 28 de agosto cumplió 101 años, te llena de optimismo y te da fuerzas para enfrentarte a un nuevo día. Ella ha conocido «la España rica, cuando la moneda de oro estaba en circulación, que se recogió ... en el año 15 pero que pasó lo mismo que cuando quitaron las pesetas, que siguió circulando algunos años más», cuenta; pero también la «España pobre que pudimos superar», y ahora le gusta «leer libros que hablan de esos momentos» que conoció y recuerda muy bien, «porque me entretienen». Y también ha vivido la pandemia, que el año pasado la dejó sin poder celebrar su centenario como a ella le hubiera gustado y sin poder ver a su hija que vive en Madrid ni a su nieto que reside en Barcelona. Aún así, recibió 36 llamadas que atendió con mucha alegría.
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Como también atiende ahora la mía para ponerme al día durante 20 minutos de cómo ha pasado el último año y cómo este año ha podido celebrar dos días consecutivos sus 101 años.
«El día 27 de agosto vino mi hija y mi nieto con su mujer y comimos en casa. Estuvieron poco rato porque tenían que marcharse a trabajar, pero lo pasamos muy bien y me gustó mucho verlos», explica con total lucidez, a la vez que añade que con su hija habla todos los días por la mañana y por la noche para ver cómo está.
«Al día siguiente», añade, el día de su cumpleaños, «lo celebré con mi hijo», con el que vive en Frades de la Sierra, «soplé las velas y vinieron los vecinos a felicitarme y me cantaron el cumpleaños feliz», afirma, sin olvidar que ese día también la llamó mucha gente para felicitarla. «De fuera de Frades me llamaron 18 personas, de Andalucía, Madrid, Valladolid, Salamanca, Guijuelo... y del pueblo vinieron a verme 22 personas. Fue un día muy agradable». Y es que, como ella misma cuenta, «tengo salud y conozco a todos los que vinieron, así que estuve muy contenta».
Su fortaleza y sus consejos («hay que aprovechar la vida que es muy corta», dice), te hacen pensar en todo lo que una persona puede vivir y cómo las ganas de hacerlo dan fuerzas para seguir día a día. «Yo no me encuentro mal», dice y apostilla, «pero no estoy útil, cuando no tienes una cosa tienes dos». No obstante, Ubalda Fraile sigue viviendo en su casa de Frades, con su hijo, y se arregla todos los días ella sola y sale a pasear. «Yo sola me levanto, me acuesto, me visto y aseo, aunque no lo haga con facilidad y tarde un rato». Además, indica, ve cómo «día a día se va perdiendo la carne por fuera y la fuerza por dentro», pero mientras esté así que sea «lo que Dios quiera» porque no quiere dar trabajo a su hijo.
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La vista la tiene bien, prueba de ello es que le gusta leer el periódico y libros, «aunque ya hay veces que se me juntan los renglones. Lo que he perdido es el oído, pero estoy bien en líneas generales, aunque tengo bajones y hay días que se me cae el ánimo, y cuando me preguntan que qué me pasa, pues ¿qué me va a pasar?, que tengo muchos años y las fuerzas no me dejan hacer lo que quiero», comenta.
Aún así, sigue conservando la memoria, «la tengo mejor que me hijo», señala, y es que Ubalda tiene que recordarle «que tome las pastillas, que hay que sacar algo del congelador para hacer la comida...»; comida que prepara su hijo, aunque ella no duda en ayudarlo. De esta forma, y a pesar de su edad, sigue pendiente de su hijo, de las cosas que tiene que hacer, siendo un gran apoyo para él. Además, sigue realizando algunas cosas en casa, «lavo a mano los calcetines o alguna pieza pequeña para hacer ejercicio con las manos. No me gusta estar parada, porque los huesos se 'acartonan' y me gusta moverme», por ello no perdona sus paseos por las tardes, «ahora al caer el sol, pero voy muy cerca de casa porque enseguida me canso. Salgo, ando un poco y me vuelvo, me siento y vuelvo a salir».
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Respecto al último año, cuenta que este verano «he visto a mucha gente que estaba fuera del pueblo y que el año pasado por la pandemia no vinieron»; y «a los de 40-50 años, que conocí de niños...», lo que le trae a la memoria cómo ha cambiado la vida, pero aún así, dice, los jóvenes «ahora tienen muchas dificultades». Y recuerda todos los adelantos que ha conocido en la casa, «antes no había agua e íbamos a lavar al río hiciera frío o calor, a buscar el agua al caño para casa; ahora hay lavadoras, teléfono, televisión -pero hay pocas cosas agradables para las personas mayores, ya no hay las películas de antes que tanto nos gustaban-... y se trabaja en casa menos que antes, pero los jóvenes no lo tienen fácil», recalca y eso que ella ha conocido dificultades en su larga vida.
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