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David Sánchez. adg
Guijuelo
Domingo, 24 de noviembre 2019, 22:24
El Guijuelo sacó algo más que el orgullo derrotando a unos de los gallitos de la categoría que llegaba al Municipal como líder. El ambiente en la tarde de esta tarde en Guijuelo era de partido vital. De ahora o nunca. Y nadie sentía más ... esa presión que el entrenador local Ángel Sánchez. La derrota le situaba con pie y medio fuera del club chacinero. Llegaban los locales a este encuentro antepenúltimos en la tabla, sumando nueve semanas sin conocer la victoria y con la soga al cuello, puesto que enfrente venían un rival que dominaban con mano de hierro la clasificación. Los jugadores entrenados por Joseba Etxeberría se presentaban como el mejor ataque de toda la categoría, con 35 goles en trece partidos, y sólo dos derrotas en el casillero. Pintaban bastos en tierras salmantinas.
Y en eso el Guijuelo demostró que valentía y valor no le faltan. Cierto es que el Bilbao Athletic salió con la ideas claras, buscando ese fútbol de toque y llegada que define al equipo vasco, aunque sin llegar a crear peligro sobre el arco de Guillermo. Mientras, los locales, no perdían las ganas de crear peligro, sobre todo con Fekir y Luís Lara por los costados, buscando su velocidad.
El primer aviso serio del Guijuelo fue con zapatazo raso de Cristóbal Gil que obligó a Ezkieta a emplearse a fondo, pero sólo sirvió para postergar el premio a un conjunto chacinero que empezaba a dominar en el terreno de juego. Era el minuto 27, Luís Lara apuró la línea de fondo y centró hacia el primer palo para que Pablo Espina, con una sutileza exquisita, se anticipase a su marcador, y elevara la pelota lo justo para salvar la envergadura del meta visitante. El gol trajo alegría a la grada y al equipo, que empezó a vivir sus mejores minutos, aunque sería con el 1-0 como se llegó al intermedio.
Se esperaba una reacción por parte de los visitantes, pero no varió mucho el plan de juego. De hecho, fue el Guijuelo quien pudo lograr ampliar la ventaja, primero Jesús Muñoz, quien cabeceó desviado cuando estaba en boca de gol, y sobre todo Pablo Espina, con un disparo lejano que escupió el larguero de la portería de Ezkieta. Unos minutos después sería el larguero quién apareció para salvar al equipo salmantino. Areso avanzó por la banda y su centro se fue cerrando hasta estamparse en el larguero, mientras Guillermo hacia la estatua. Con la artillería en el campo se lanzó en busca del empate el Bilbao Athletic, con algún intento lejano, como un disparo de Córdoba, pero la defensa del Guijuelo se mostraba superior y todos los intentos morían en la orilla.
La sentencia llegaría en el suspiro final del encuentro. Un error en la salida de balón del Bilbao Athletic dejó la pelota en los pies de Adrián Cruz, que intentó filtrar un pase al desmarque de Pablo Espina, cortó Murua y el rechace quedó franco a Cristóbal Gil, que batió por bajo al meta visitante y sellaba el triunfo. Tan vital era la victoria que el jugador del Guijuelo corrió hasta el banquillo para fundirse en un abrazo con el técnico Ángel Sánchez, mientras se sumaban el resto de jugadores.
Para el Guijuelo estos tres puntos son más que una cifra que sumar. Es la muestra del camino a seguir, del sacrificio, de la unidad y la fe ciega de un grupo de futbolistas en su entrenador, que salva un «match-ball» y que debe ser el inicio del camino de redención del club verde para salir de la hoguera del descenso.
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