M. Jesús Gutiérrez / Word
Cepeda
Martes, 2 de noviembre 2021, 10:23
Cepeda ha sido declarado recientemente como el primer municipio de la provincia de Salamanca con el distintivo de Mágico por su entramado, sus costumbres y el ambiente que se respira en la localidad.
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Un ambiente que en la tarde de ayer embargaba a cuantos recorrían ... el trayecto desde la entrada hasta la torre, que se encuentra exenta de la iglesia, que fue iluminado por 2.000 velas blancas, colocadas por el Ayuntamiento como complemento a una tradición de antaño, celebrada en la festividad de Todos los Santos, que los vecinos se resisten a dejar perder.
Se trata del tañido de las campanas de la torre de forma ininterrumpida en recuerdo de todos aquellos que ya no están, pero que aunque han fallecido permanecen en los corazones de sus familiares y amigos.
De esta forma, desde las seis hasta las ocho de la tarde, las campanas de Cepeda no dejaron de sonar y lo hicieron gracias a todos los voluntarios que se relevaron en el toque. Y entre ellos no faltaron algunos miembros de la Corporación municipal como la alcaldesa, Francisca Ciudad Álvarez, y la teniente de alcalde, Victoria Ciudad, que previamente habían estado colocando y encendiendo las velas.
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La primer edil recordaba que esta tradición, propia de muchos pueblos de la Sierra de Francia en los que se pasaban varias horas tocando por los fallecidos, se fue perdiendo poco a poco y en Cepeda fue recuperada hace unos años por Inocencio Sánchez 'Capi' y desde ese momento el Ayuntamiento no la ha dejado perder y las campanas doblan año tras año por los que se han ido.
En la tarde de ayer, diversas personas -tanto hombres como mujeres y también niños- subieron a lo alto de la torre, cuyos pelsaños también estaban iluminados por velas, para participar en esta tradición. Los toques de cada una de las tres campanas -una más pequeña y otras dos más grandes, refundidas en 1986 como se puede leer en ellas mismas- se fueron alternando, tocando a difunto, y cada cierto tiempo repicaban las tres a la vez.
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Mientras tanto, las calles permanecían prácticamente vacías y había un gran silencio, tan sólo roto por el lamento de las campanas. Algunos curiosos llegaban hasta la Plaza Mayor, para realizar diversas fotos y leer el cartel colocado junto a 'la moral' que preside el ágora, y en el que se podía leer: «Por los que se fueron demasiado pronto y que nos dejaron sin querer marcharse... Por los que están en nuestros sueños todos los días y que cada noche brillan allí arriba... Por los que tuvimos que decir adiós, sin querer, sin esperarlo... y a los que nos quedaron mil cosas por decir... Por los que nos dejaron huella, recuerdos inolvidables y nos hacen soltar una lágrima al pasar por ese lugar especial... Por los que serán siempre aunque no vuelvan nunca y que un día esperamos volver a ver... En ese cielo... En esa vida... Ypoder decirles aunque sea por última vez... Te quiero. Por ellos repican las campanas de Cepeda. 1 de noviembre». Después, siguiendo las velas colocadas en los laterales de la calle, seguían hasta la torre, majestuosa, cuya iluminación llamaba la atención e invitaba a subir hasta lo alto para, como los voluntarios que ayer se dieron cita, colaborar en esta bonita tradición y tocar las campanas por sus propios difuntos.
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