Algunas de las asistentes al taller con las tejas decoradas. M. J. GUTIÉRREZ

Tejas bordadas embellecen calles y Plaza

Las Casas del Conde. Un grupo de once mujeres han pintado con motivos de la iconografía del bordado serrano tejas que habían sido desechadas y que ayer fueron colocadas por el pueblo

maría jesús gutiérrez / word

Martes, 2 de marzo 2021, 11:23

El objetivo de conseguir la declaración de Bien de Interés Cultural por parte de la Junta de Castilla y León y la catalogación como Patrimonio Inmaterial por la Unesco para una de las señas de identidad de la Sierra de Francia como es su bordado ... popular serrano es algo que ha calado en su población y en cada municipio surgen ideas novedosas de aplicación de la iconografía de dicho bordado.

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Así, en Las Casas del Conde, un grupo de once mujeres (Carmen Arias Encinas, las hermanas Chani, María Jesús y María del Mar López Santos, Loli Meda Saveedra, Inmaculada Barrero Maíllo y su madre Inmaculada Maíllo González, María Núñez Crego, Mercedes Cornago, Silvia Santa Cecilia y Estela Salas) inició el 21 de octubre de 2020, en plena pandemia, un taller de pintura de tejas con motivos del bordado popular serrano. Unas tejas que ayer fueron colocadas por el albañil de San Martín del Castañar Lauri González Martín en la Plaza y en varias calles.

Durante varios meses, cuenta una de las participantes, Marimar López Santos, realizaron un total de 54 tejas -todas procedentes de casas caídas o retiradas de tejados- con motivos del bordado serrano, a las que se han unido otras 16 de tamaño más pequeño con las letras que forman el nombre del pueblo, Las Casas del Conde, y que se han realizado en los últimos tres días (del pasado viernes al domingo). Todas ellas fueron colocadas ayer, ocupando el nombre del pueblo un lugar de honor en la fachada de la Casa Consistorial, junto a otras tejas de mayor tamaño. El resto se repartieron por el pilón (debajo del emparrado), la Plaza y en distintas calles como El Cepo, Barrancas, Parrales y Las Lanchas.

Para ello, el albañil procedió a sujetarlas y rellenarlas, para que puedan aguantar durante mucho tiempo. «Cada teja se coloca con alcayatas para que no se desplacen hacia abajo y una vez colocadas se rellenan de espuma de poliuretano, para que queden más seguras y no se caigan ni se puedan quitar. Por encima y debajo se le da con mortero de cal para que quede todo unificado y no se vea la espuma», explicaba ayer Lauri González, quien añadía que lo más tiempo le estaba llevando era «el replanteo».

Por su parte, Marimar Santos señalaba que una de las participantes, Carmen Arias Encinas, es la que ha capitaneado el taller «ha sido nuestra maestra», ya que «lleva más de 20 años dando cursos de bordado serrano, bordando, pintando en tela…». Ella ha sido la encargada de enseñarles no sólo la técnica sino también todo lo que encierra tras de si el mundo del bordado serrano, desconocido para algunas de las participantes. «Tres de las participantes han descubierto una riqueza patrimonial que para ellas estaba oculta y han visto el valor del bordado serrano, e incluso hay un querer de intentar bordar, que eso es mucho más bonito. Ahora ya saben qué colores se utilizan, cuáles son los motivos, los puntos, el significado de cada una de las figuras» que forman parte de la iconografía del bordado, explica Mari Carmen Arias.

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Ahora todas ellas identifican los seis colores que forman parte del bordado popular serrano (verde, rojo, amarillo, salmón, azul claro y oscuro); los distintos puntos, como la puntaina, la araña, el ladrillo, el ojito entero, el ojito medio... porque «lo más prudente era imitar el bordado de la forma más fiel a los puntos», aunque, añade Arias, «no es lo mismo una aguja que un pincel».

Con todo ello, el taller les ha descubierto un mundo con multitud de aplicaciones; a la vez de convertirse en algo «enriquecedor e incluso terapéutico para algunas personas que estaban pasando un mal momento con la pandemia», señalaba ayer Arias, quien añadía que el taller fue no sólo un entretenimiento sino un momento esperado del día, por lo que ha resultado «muy beneficioso y muy provechoso» y ahora todo el mundo puede disfrutar del resultado: unas tejas pintadas que tienen su propia firma, una llave que identifica a todas las que se han realizado durante el taller.

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Asimismo, hay personas, como Inmaculada Maíllo, que han colaborado realizando fundas para los bolardos del juego pelota con ganchillo, que serán rellenadas de algodón y a las que se darán distintas formas (muñeco, árbol...). Junto a ello también se han pintado algunos cubos que se han llenado con flores y cajas de madera.

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