En La Salina, 'Color y Negro' de Ramiro Tapia

Cuando aún no habíamos guardado el moquero para secarnos las lágrimas del adiós de María Cecilia, acudimos a la inauguración de Color y Negro de Ramiro Tapia en La Salina. ¡Chapeau! para la Corporación Provincial, para Javier Iglesias, David Mingo y todo el personal que ha hecho posible una exposición con un nivel de los que no es frecuente ver en «provincias».

En el cuidadísimo catálogo, sin estridencias ni alharacas, se cuelan las firmas –junto al saludo del Presidente de la Diputación- de Antonio Gala, José Ignacio Abeijón, José Tono Martínez, Miguel Fernández-Brasso, Ramiro Tapia, Raúl Chavarri y nuestro añorado Luis Santos Gutiérrez, una alineación de lujo digna para jugar la final de un mundial.

Estamos ante la duodécima de las etapas de la obra de Ramiro que se iniciaron en los años 50 con el simbolismo lírico y continuaron con abstracción, fabulismo, las maquinas crecentes, metamorfosis y botánicas, arquitecturas imposibles, hecatombes, mitos y taumaturgias, las torres galácticas, laberintos de interior, figuraciones emblemáticas y variaciones en color y jeroglíficos sobre negro.

Me apropio de las palabras de Luis Santos Gutiérrez (sé que su saga me lo perdona) para intentar explicar el contenido de esta exposición. «Es la de Ramiro Tapia una pintura signica (ya empezamos…) en cuanto se vale de signos, elementos que junto a los iconos y símbolos representan las claves de la semiología. Y la semiología es la ciencia de los lenguajes. Incluido el lenguaje de la propia pintura… Por eso no pueden entender hasta sus últimos extremos la pintura de nuestro amigo quienes desconozcan la rica simbología de su mundo fantasmagórico».

Impresionante la exposición de Ramiro Tapia en la que encontramos algunas reminiscencias de sus iniciales estudios de arquitectura y en la que ha recurrido a la inspiración de las imágenes de la cultura egipcia y faraónica en clave de simbología y jeroglífico.

En la exposición, aunque encontramos algunas evocaciones a sus etapas anteriores hay una decidida apuesta por los símbolos y por una serie de imágenes encriptadas que dan un encanto especial a las composiciones presentadas. 'Color y Negro' es el juego de la madurez del pintor que con solvencia resuelve la faena con autoridad y deja totalmente satisfecho al espectador, aunque quizás en alguna ocasión quede todavía el interrogante de la intención del artista.