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Hombres y mujeres que participaron en el desarrollo de la matanza tradicional, junto al cerdo. M. J. Gutiérrez

El sabor de una buena matanza tradicional como las de antaño en El Maíllo

El municipio se incorpora este año al circuito promovido por la Diputación y lo hace con una puesta en escena exquisita y sin faltar ni un sólo detalle ni alimento

M. jesús gutiérrez / Word Comunicación

El Maíllo

Domingo, 12 de diciembre 2021, 12:12

Los vecinos de El Maíllo se volcaron ayer con la celebración de la Fiesta de la Matanza Tradicional, un evento que realizaban por primera vez y lo hacían dentro del calendario promovido por la Diputación de Salamanca, por lo que la puesta en escena no ... es algo que se dejara al azar, sino que desde semanas antes -concretamente desde que se solicitó entrar en el circuito provincial- ya realizaron reuniones y fueron organizando cómo llevar a cabo este evento.

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Por ello, no dudaron hasta en realizar una estructura para que las mujeres pudieran calentar el agua necesaria para las distintas tareas de la matanza -como pelar las patas del cerdo o lavar las tripas- y cocinar los diferentes manjares que ofrecieron a los visitantes.

Mujeres pelando las patas mientras otras cocinaban en la propia Plaza.

La decoración de la Plaza, donde se llevó a cabo la mayor parte de la celebración, también llamaba la atención y contaba con diferentes utensilios de labranza y hasta con un antiguo carro. Todo para ofrecer un espacio y un escenario de los más atrayente.

Una vez que se contó con el lugar, llegaba el momento de la puesta en escena, en la que se implicaron medio centenar de personas, algunas ataviadas con los trajes de antaño para dar ese sabor tradicional a un acto -el de las matanzas familiares que no faltaban en ningún municipio- que reunía entorno a él a numerosas personas de una misma familia e incluso a vecinos.

Francisco González 'Zurzo' y Hermelindo Rodríguez 'Melindo' fueron los dos matanceros y los encargados de despiezar el cerdo, que había pesado 198 kilos, con ayuda de otros hombres, mientras que las mujeres se encargaban de lavar las tripas, pelar las patas y orejas, y de ir preparando diferentes viandas con las que agasajaron a los asistentes, comenzando por unas ricas y calentitas 'bollas de azúcar'.

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Melindo (izda.) y Zurdo (dcha.) se encargaron del despiece del cerdo. m. j. gutiérrez

Pero éste no fue el único dulce, ya que desde primeras horas, la mesa estaba puesta con las tradicionales floretas, rosquillas y otros manjares, acompañados de unos buenos licores y vino dulce, para que todos los asistentes pudieran degustar cuando les apeteciera.

La música tampoco faltó en esta matanza tradicional y llegó de la mano del tamborilero Juan Pablo González García; mientras el ambiente era animado por el humor de la pareja formada por Maite Hernández y José Fernando Luengo, de la Asociación Cultural Zajoril, que actuaban de maestros de ceremonia e iban explicando y preguntando a los propios protagonistas qué estaban haciendo en cada momento, a la vez que bromeaban con todos ellos, haciendo que el ambiente fuera todavía más acogedor. Y es que ayer en El Maíllo todos los asistentes fueron tratados como 'de casa'.

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El alcalde de El Maíllo, Juan Manuel Villarón, explicaba por la mañana que tras todo el proceso de despiece del cerdo y del picado de las carnes y adobo de las mismas, ofrecerían una comida a base de patatas meneás con chichos y choricillos, para la que habían pelado «175 kilos de patatas, porque no sabemos la gente que vamos a tener, y nos hemos fijado en fiestas de otros años a los que acudían 400 ó 500 personas», aunque era una cifra a la que creían que no iban a llegar porque «la gente se está cortando y viene mucha menos por la pandemia», apostillaba.

Tras la comida, la tarde estaba reservada para los bailes tradicionales amenizados por los tamborileros locales Juan Pablo González y Francisco Martín; para acabar con una cena, que tuvo lugar en el Corral Concejo, a base de un caldo y de las probaduras de chorizo y salchichón preparadas ese mismo día por las expertas manos de los vecinos de El Maíllo, que ayer disfrutaron de una jornada de confraternidad, que era prácticamente la primera para muchos de ellos desde que se iniciara la pandemia de la Covid-19 en marzo de 2020.

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