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Interior de la Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca. LAYA

Un proyecto europeo corrobora la buena salud de la Biblioteca Histórica de la Universidad

La iniciativa Heritage Care ha analizado 60 edificios y monumentos de España, Francia y Portugal durante los tres últimos años

d. bajo / word

Domingo, 4 de agosto 2019, 11:57

El patrimonio histórico ha padecido los vaivenes sociales como nadie. Europa ha destruido más iglesias, castillos y palacios de los que se recuerdan y, aunque hoy en día la opinión pública parece más sensibilizada con los desastres patrimoniales, aún queda mucho por hacer. En Salamanca ... sin ir más lejos hay edificios históricos dejados de la mano de dios en pleno centro de la ciudad.

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Pero hay que intentar ver el vaso medio lleno. Las instituciones públicas y las organizaciones civiles velan por el patrimonio común en la medida de sus posibilidades. Charlas, paseos divulgativos, jornadas informativas... lo que sea con tal de concienciar.

El proyecto Heritage Care sigue esta línea, pero usando un enfoque tecnológico y aplicando la filosofía de más vale prevenir que curar. Heritage Care fue concebido como el primer proyecto conjunto de preservación del patrimonio europeo. Un consorcio de entidades públicas y asociaciones sin ánimo de lucro de España, Francia y Portugal se conjuraron para comprobar el estado de diversos bienes patrimoniales y culturales de dichos países y, quizá más relevante, desarrollar las herramientas tecnológicas necesarias para «diagnosticar el estado de salud al cabo de unos años si no se toman medidas», explica el catedrático de la USALDiego González Aguilera. Siendo un poco simplistas, diremos que gracias a la tecnología podrán ver el futuro de los edificios históricos.

González Aguilera es catedrático de Ingeniería Cartográfica, Geodésica y Fotogrametría de la Universidad de Salamanca, además de director del grupo de investigación TIDOP de la USAL. El centro de estudios es el único socio universitario español en Heritage Care y el grupo TIDOP ha estado al pie del cañón durante todo el desarrollo del proyecto europeo. El núcleo de actividad de TIDOP «se centra en el desarrollo y aplicación de sensores inteligentes y sistemas computacionales a la ingeniería y arquitectura. Se caracteriza por su composición multidisciplinar, con miembros especializados en diferentes campos como la geomática, informática, ingeniería industrial, ingeniería civil y arquitectura», explican desde la Universidad salmantina. «Actualmente centran sus esfuerzos de investigación en el desarrollo de algoritmos y herramientas para el modelado tridimensional a escala», añaden.

La participación española se completa con la Fundación Santa María la Real y el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico. Heritage Care está dotado con 1,5 millones de euros, cofinanciados en su mayoría por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional dentro del programa Interreg-SUDOE.

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Patrimonio inteligente

González Aguilera explica que Heritage Care es una iniciativa que trata de «avanzar en el campo del patrimonio inteligente». Como «gran parte de las líneas maestras» de Heritage Care intentan ver cómo se va a comportar un bien histórico con el paso de los años, los socios del proyecto han desarrollado una herramienta informática «capaz de diagnosticar problemas» al cabo de un periodo de tiempo. Los integrantes de Heritage Care han trabajado en «edificios históricos de diversa tipología», como los religiosos o los militares. En total se han analizado 60 construcciones, entre ellas la ermita palentina de San Martín, la muralla de Ávila o la Biblioteca de la USAL.

Renderizado del edificio de la Universidad. USAL

El proyecto tenía tres niveles de trabajo «y se ha llegado hasta el tercero». El primero, usando un símil médico, era «una analítica» de los edificios. Los socios de Heritage Care realizaban un cuestionario al dueño del edificio. El cuestionario tenía «preguntas clave» que permitían averiguar la situación del inmueble y detectar si sufría algún problema grave. En este caso, el inmueble pasaba al nivel 2. «Una resonancia», por continuar con el símil. «En el nivel dos entramos con drones y tecnología 'back-pack mapping', que nos permite radiografiar el edificio en 3D, y con sensores de la fundación Santa María La Real para medir la temperatura, la humedad, los niveles de CO2... en función del edificio del que se trate». La digitalización 3D, explican en la Universidad, es «una de las piezas fundamentales para la conservación preventiva de construcciones históricas». La técnica 'back-pack mapping' ('mapeado de mochila', en traducción libre) facilita la cartografía de los edificios porque los investigadores sólo han de pasear por el edificio llevando una mochila con los equipos técnicos dentro. Es una forma más sencilla de trabajar que las tecnologías habituales de escáner terrestre por láser o la fotogrametría.

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Y finalmente si la 'analítica' da la alarma, «pasamos al nivel 3», en el que los expertos crean un 'building information model' o BIM. Es un renderizado completo y detallado de toda la construcción. «Es un sistema experto capaz de hacer diagnósticos más avanzados» y de anticipar posibles 'enfermedades' del inmueble en cuestión.

Heritage Care usó las herramientas del nivel 1 en 20 edificios de cada país. El nivel 2 se aplicó a 5 y el nivel 3 a uno. En el caso de España, el nivel 3 de diagnóstico fue para la Biblioteca Histórica de la Universidad. «Pero no porque diese ninguna alarma» en los niveles anteriores, aclara Diego González, sino por la propia idiosincrasia de la biblioteca y del inmueble en que se encuentra. A saber: una sala cerrada llena de materiales orgánicos (papel y madera) de varios siglos de antigüedad y dentro de un edificio con miles de visitas. «La biblioteca de la cátedra salmantina es un espacio único, no sólo por su arquitectura, sino por albergar más de 2.770 manuscritos, 483 incunables y otros 62.000 volúmenes impresos entre los siglos XVI y XVIII», explican en la USAL. En Heritage Care pensaron que «tener un sistema experto capaz de detectar los problemas de una biblioteca sería interesante».

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La USAL añade que para 'radiografiar' la sala se colocaron una treintena de sensores que «distribuidos en lugares estratégicos, tanto de la Biblioteca como de la sala de incunables, permiten a los expertos controlar y saber cómo se encuentran en todo momento las condiciones de temperatura, humedad o luminosidad. Otra de las variables monitorizadas es la presencia de xilófagos que podrían afectar tanto a los manuscritos como a la estructura de la biblioteca. Igualmente, se tienen en cuenta aspectos como la seguridad o la radiación solar». Los sensores se colocaron en julio de 2018 y estuvieron un año recopilando información y enviándola en tiempo real a los expertos. Y alertando si algo marchaba mal. «Por ejemplo, dieron avisos por luminosidad cuando entraba demasiada luz. Nos decían la cantidad exacta de luz solar que llegaba y hasta qué punto podía afectar» al interior de la biblioteca y a los libros que atesora, comenta Diego González.

Manuscritos y globos terráqueos custodiados en el interior de la Biblioteca. LAYA

El resultado de un año de toma de datos es satisfactorio. «La salud de la Biblioteca es buena. No hay problemas. Hicimos una estimación de su estado hasta 2038 y ese año aparecen colores anaranjados de aviso en las cubiertas del tejado y en los aislamientos. No hay nada concreto a día de hoy», aclara el experto.

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Una herramienta de futuro

El proyecto Heritage Care concluye el 31 de agosto y a partir de esa fecha se presentarán todos los resultados en detalle, pero González Aguilera ya adelanta que las metodologías de los análisis y los datos recopilados a lo largo y ancho de Europa les han permitido crear «una herramienta para el futuro» que además trabaja prácticamente en tiempo real. Los análisis han creado «un atlas de términos y materiales que forman parte del sistema inteligente y que etiquetan o catalogan cualquier edificio por muy diferente que sea», por lo que el sistema puede extrapolarse a otras construcciones. En otras palabras, las instituciones y los particulares podrán emplear las herramientas nacidas al amparo de Heritage Care para 'radiografiar' cualquier edificio histórico y ver qué arreglos le hacen falta o cuándo los necesitará. Es más: una organización sin ánimo de lucro (Heritage Care España), capitaneada por la Fundación Santa María la Real promoverá las buenas prácticas entre los dueños de los inmuebles y gestionará el sistema de análisis nacido de las investigaciones.

El director del TIDOP insiste en que «más vale prevenir que curar, porque las reparaciones posteriores cuestan mucho más que si te anticipas». Algunos edificios históricos o BIC son de propiedad privada «y es difícil convencer a los propietarios de invertir cuando no ven el problema con sus propios ojos». Las herramientas de Heritage Care, sin embargo, les permitirán «prevenir y anticiparse en las labores de mantenimiento» de las construcciones. Más vale prevenir que curar, también en conservación patrimonial. Y no se trata sólo de una mera cuestión pecuniaria, sino de la posibilidad de asegurar la pervivencia de un patrimonio que debería sobrevivirnos a todos y que merece ser disfrutado por quienes aún están por venir.

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