130 personas se reúnen para recordar sus raíces
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Dos de los primos decidieron organizar este primer encuentro para que las nuevas generaciones se conocieran entre síM. JESÚS GUTIÉRREZ / WORD
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Domingo, 20 de mayo 2018, 11:41
Unas 130 personas descendientes de las nueve hijas (Vicenta, Piedad, Rosa, Amelia, Julia, Celia, Palmira, Ramona y Josefa) del matrimonio formado por José Oliva y Dolores García, se reunieron ayer en El Tornadizo para recordar sus raíces y demostrar lo orgullosos que se sienten de ... ser 'Patorras', mote por el que se conocía a esta familia.
Hijos de ocho de las nueve hermanas (de las que sólo vive una), nietos y bisnietos se dieron cita en la iglesia de El Tornadizo para celebrar una eucaristía de acción de gracias, que se inició con un abuelo y su nieta tocando el saxofón. Después, y antes de comenzar la misa, una de las hijas de la única hermana Oliva García -Josefa- que está viviva, se dirigió a los asistentes para explicar que su madre no se había atrevido a asistir pero que mandaba muchos recuerdos para todos; como recordó también a todos los que habían fallecido ya. Además, contó como surgió este encuentro, que fue en el entierro de Ramona (la última de las nueve hermanas en fallecer hace unos meses), cuando los primos pensaron que era una pena juntarse sólo para momentos tristes. Entonces, Dioni y Vicente, dos de esos primos, tomaron las riendas y organizaron la jornada de ayer.
Después tomó la palabra uno de los nietos, César, que había llegado de Huelva para disfrutar con los suyos y conocer a otros descendientes de la familia Oliva García. Él recordó, en su intervención, olores y sabores, así como lugares de El Tornadizo, y señaló que aunque los abuelos no tenían títulos nobiliarios ni patrimonio les dejaron un legado importante: «unidad y generosidad». «Unidad, porque las nueve hermanas eran como una piña», sabían estar «en las alegrías y en las penas y fueron un ejemplo de sencillez y humildad». Y generosidad pues eran «especialmente espléndidas. Vivieron una guerra y sufrieron la pobreza de una posguerra, pero la capacidad de renuncia y sacrificio por compartir con los suyos era digna de admiración. Aunque no tuvieran nada, siempre había en su casa un dulce o una 'pintita' para agasajar a los suyos». Y acabó señalando que aunque muchos de los presentes no se conocieran y antes no hayan coincidido, «siempre tengamos presente que nosotros somos y llevamos dentro lo que ellos fueron en vida». La eucaristía finalizó con las palabras de otro de los nietos, Iván, que contó una anécdota que muchos no conocían.
Tras la misa, y las fotografías de rigor a la puerta de la iglesia, todos se trasladaron a San Miguel de Valero para comer y pasar el resto de la jornada, en un acto en el que no faltó un recuerdo muy especial a los progenitores, el matrimonio de José Oliva y Dolores García, representado por dos de sus nietas; así como una canción inventada por Vicente Pérez Oliva -otro de los nietos- contando la historia de las nueve hijas del matrimonio.
La música, el baile y una actuación de sevillanas completó un día que dejó a todos un buen sabor de boca y un buen recuerdo: una revista con las fotografías de las nueve hermanas y la historia de cada una.
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