Un paseo para revivir la España de los años 30
Gejo de los Reyes ·
Antonio Galindo de la Vara invita a conocer la vida de aquella época a partir de una serie de aulas temáticas recreadas en edificaciones reconstruidas que albergan un tesoro en coleccionesMaría Jesús Gutiérrez / WORD
GEJO DE LOS REYES
Domingo, 13 de diciembre 2020, 14:18
Revivir la España de los años 30, en un pueblo de tan sólo 50 habitantes, Gejo de los Reyes, es la propuesta que nos hace Antonio Galindo de la Vara a través de un proyecto que tiene una gran historia detrás de él, una historia de colaboración desinteresada y de altruismo, una historia de lucha contra la despoblación en el medio rural y de recuperación de la memoria.
Tres años de recuperación de las costumbres y la rehabilitación de un pueblo quedan atrás, en la que los alumnos del instituto Venancio Blanco de Salamanca, del que Antonio Galindo era jefe de estudios, realizaron durante los cursos 2017 a 2019 cada 15 días una serie de talleres de albañilería, piedra, horticultura, música, juegos populares, ganadería y agricultura… en este pueblo, donde sus habitantes se convirtieron en los monitores y enseñaron a los jóvenes todo lo que ellos sabían. Una actividad que se llevaba a cabo por las mañanas mientras que por las tardes se cambiaban las tornas y eran los alumnos del instituto los que se convertían en los profesores para enseñar a los vecinos las nuevas tecnologías. Incluso desde la Asociación de Madres y Padres de Alumnos (Ampa) del Venancio Blanco se puso wifi en todo el pueblo.

La iniciativa fue tan llamativa que incluso contó con la participación de alumnos de Burdeos y de Italia, que estaban de intercambio con los del Venancio Blanco. Los padres de los jóvenes también participaron en este proyecto y durante los tres años que duró fueron numerosas las asociaciones que conocieron todo el trabajo que se estaba haciendo en Gejo de los Reyes; de forma que en ese tiempo fueron más de 3.000 personas las que pasaron por este pequeño municipio y disfrutaron de un proyecto que, incluso, ganó el premio Surcos a la mejor iniciativa.
Un reconocimiento al que se sumó más tarde la invitación de la que fuera en ese momento ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, para exponer el proyecto al ser considerada una de las mejores iniciativas de lucha contra la despoblación; lo que hizo que delegados provinciales de Italia, Polonia, Alemania y Turquía visitaran Gejo de los Reyes para tomar ideas.
Se trata, como afirma Antonio Galindo, de un proyecto que ha transformado el pueblo y que «en ningún momento ha contado con la colaboración de las administraciones, aunque les he pedido ayuda, pero siempre he obtenido buenas palabras sin conseguir que de momento ninguna de ellas se haya involucrado». Por ello, quiere agradecer públicamente las colaboraciones desinteresadas que ha recibido de «rótulos Ezeran, Forja Enrique González y de mis amigos personales Jesús del Río y Primitivo Sáez». El objetivo es «luchar contra la despoblación con un coste cero para la gente que vive aquí».
Ahora, aunque el proyecto ya ha finalizado, Antonio Galindo ha dado un paso más en una iniciativa que tiene mucho futuro y, pasado lo peor de la pandemia del coronavirus, le ha dado un nuevo enfoque para dar a conocer las aulas temáticas creadas dentro de este proyecto con una visita que ha denominado 'Revivir la España de los años 30', con la que quiere recordar un pasado y una historia aún muy presente a través de una ruta por los edificios reconstruidos que albergan multitud de objetos que ha ido recopilando a lo largo de los años.
Así, ofrece un viaje por el Abadengo de los Florencio que se inicia en un antiguo pajar convertido en el museo de La Huella del Tiempo, que alberga numerosas fotografías (muchas de ellas retratos) que muestran cómo se vestía en aquella época y cómo se vivía en los años 30. En dicho espacio hay, además, un apartado para el arte de candar con llaves, candados… ahora en desuso.
Desde el museo se llega a la zona reconstruida, y en el camino diversos escudos creados por Polo López en piedra que recuerdan tiempos pasados integrados en edificios, paredes… El primer lugar que se visita es la cocina, donde de fondo se oye el noticiario del nodo que anuncia que la guerra ha terminado, por lo que se echa un brindis, bebiendo por una bota; de ahí se pasa a la escuela, donde no falta ni un solo detalle, hasta las latas de leche en polvo que llegaban de Estados Unidos se pueden observar o las medallas que se entregaban al más aplicado de la clase y las orejas de burro que se ponían al último.
La barbería, donde también se sacaban muelas y se hacían sangrías, muestra todos los utensilios de los años 50; y da paso a la herrería, llamada la Fragua del Mercurio, que incluye un rincón para el zapatero y donde invitan a hacer música a golpe de yunque.
En todos estos espacios ya se puede ver un adelanto de una colección muy curiosa y excepcional, los Oficios Históricos en Bicicleta, que recoge más de 40 oficios y que incluyen al aguador, maestro, guardia civil, fotógrafo, bombero, cartero, zapatero, cencerrero, afilador, bazar, cura, agricultor, panadero, lechero, barquillero, sereno, heladero… todos con los utensilios propios de cada oficio y con vehículos totalmente diferentes, incluso cuenta la colección con la bicicleta de minusválido o mutilado de guerra, la de Renfe o la más antigua de todas, una de 1870 con la que se dio la primera vuelta al mundo y se tardó 4,5 años. Una colección que ha llamado la atención del Museo de la Automoción de Salamanca, que pretende llevarla hasta sus instalaciones. Y junto a ellas, multitud de bicicletas que muestran su evolución a lo largo de los años, incluyendo triciclos y un sidecar.
El espacio donde se esquilaban las ovejas, se hacían los talleres de música popular o los de picapedrero, de la mano de Polo López que explica cómo ha realizado todos los escudos y su significado, llevan hasta el teléfono público donde se ve cómo ha evolucionado la telefonía desde una centralita de 1800. Un lugar que lleva por nombre 'La Bibiana' y es que cada espacio recuerda a personas que vivieron en Gejo de los Reyes. De ahí se pasa a los chozos de pastor y a un espacio que muestra un Fiat Balilla de 1934, inglés, en perfecto estado, y un carro, antes de llegar a una caseta donde se realiza un homenaje a tres animales (el buey, la mula y el burro) y a sus utensilios de trabajo. De ahí a otra caseta ('El Peseto') con multitud de juegos populares, al ultramarinos o cacharrería ('La Balbina') y a la panadería ('La Garrancha'), sin olvidar el huerto del tío Eduardo; para acabar en la taberna ('La Jesusa'), donde se pueden ver carteles de toros de 1959 y el tabernero Mati López ofrece un trago al visitante ante un cartel con la leyenda «Una peseta no es dinero, pero ayuda al tabernero», que da pie a explicar la historia de la moneda.
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