La pandemia reduce más de un 36% los testamentos vitales en Salamanca

Las instrucciones previas, también conocidas como voluntades anticipadas o testamento vital, es un documento en el que se deja por escrito qué tratamientos y cuidados se desean y cuáles se rechazan cuando la situación médica sea irreversible y se haya perdido la capacidad de tomar decisiones; se hace para evitar que se tomen medidas que prolonguen la vida cuando ya se no tienen opciones realistas de mejorar. Además se puede manifestar la voluntad sobre el destino del cuerpo o de los órganos.

Aunque el testamento vital parece que no ha tenido mucha aceptación desde su regulación, la mayor parte de las veces por desconocimiento, desde que se puso en marcha el Registro de Instrucciones Previas en Castilla y León en 2008, la tendencia ha sido a un alza constante en los documentos inscritos. Así, según los datos de la Junta, en Salamanca se registraron entre los años 2008 y 2015 un total de 803 testamentos vitales; en 2016 fueron 185, pasando a 233 un año después y a 249 en 2018, y en 2019 se alcanzó la cifra más alta de este tipo de documentos, 329; una tendencia creciente que fue parada por la pandemia en 2020.

En total los salmantinos tienen registrados 2008 testamentos vitales desde que se reguló el documento de instrucciones previas en el ámbito sanitario y se creó el Registro de Castilla y León.

Pese al descenso, la provincia de Salamanca es la segunda de la comunidad con más inscripciones de testamentos vitales el año pasado, tras la de Valladolid. En 2020 se han inscrito en el Registro de Castilla y León un total de 1.122 documentos, un 38% menos que el año anterior, disminuyendo en todas las provincias, siendo los mayores descensos en León (-47,8%), Ávila (-46,3%) y Zamora (-46,1%).

Desde que la Consejería de Sanidad puso en marcha este Registro y hasta el 31 de diciembre de 2020 se han inscrito un total de 13.952 documentos de instrucciones previas, 6,8 documentos por cada mil habitantes mayores de 18 años, en Salamanca 7,1 y por delante, Valladolid y Burgos (8,2 y 8,1).

Para formalizar un documento de instrucciones previas hay tres procedimientos: ante notario, ante tres testigos o ante personal al servicio de la Administración. Fue esta última la opción más elegida por los otorgantes en 2020 -algo que se repite desde 2012-, seguida de los que se formalizaron ante notario y los que se realizaron ante testigos; con respecto al año anterior, disminuyeron, debido a la pandemia, el número de documentos de instrucciones previas ante testigos y ante personal de la Administración, aumentando ante el notario. En Salamanca, el 71,2% de los documentos inscritos el año pasado (149) se formalizó ante personal al servicio de la Administración; ante testigos fueron 33 documentos (15,8%) y ante notario 27 (cerca del 13%).

Para que un documento de instrucciones previas se considere como tal debe contener, como mínimo, indicaciones sobre los cuidados y/o tratamientos médicos que se aceptarían o rechazarían si se estuviera en determinadas situaciones clínicas, en general con un pronóstico irreversible y que evolucionará hacia la muerte en un periodo más o menos cercano, y/o indicaciones sobre el destino del cuerpo o de los órganos una vez llegado el fallecimiento.

En el año 2020, la mayoría de los documentos recogen de manera conjunta instrucciones, tanto respecto a los cuidados y tratamientos sanitarios como al destino de sus órganos y/o cuerpo una vez fallecidos, concretamente figuran ambas disposiciones en el 83,5% del total. Sin embargo, el 15,9% únicamente contienen referencia a los cuidados y tratamientos médicos, como por ejemplo, que no se apliquen técnicas sanitarias o tratamientos que prolonguen artificialmente la vida cuando a juicio del médico no haya expectativas de recuperación, que se adopten las medidas necesarias para paliar al máximo el sufrimiento, etc. En el 0,6% solo recogían instrucciones sobre cómo actuar al fallecer, tanto en relación al destino de los órganos como del cuerpo.

Las mujeres son las que más se han interesado por ejercer este derecho, de tal forma que del total de documentos inscritos en el Registro de Castilla y León desde el año 2008, 8.970 son de mujeres (64,3%) y 4.982 de hombres (35,7%). Y por lo que respecta a el año pasado, se decidieron a dar este paso 709 mujeres (63,2%) y 413 hombres (36,8%). En la provincia de Salamanca, los porcentajes son similares, aunque la diferencia es ligeramente superior. Así, durante 2020, un total de 1.336 salmantinas decidieron formalizar un documento de instrucciones previas, el 66,53% del total, casi duplicado a los hombres, 672.

En cuanto a la edad media de las personas que han inscrito un documento en el Registro de Castilla y León desde el año 2008 es de 59,5 años (± 14,3) y una edad mediana de 60,0 años. Por grupos de edad, el número de registros es superior siempre en mujeres, incrementándose esta diferencia -en torno al doble- en las edades centrales, desde los 40 años a los 70 años. Por provincia, los otorgantes con menor media de edad proceden de León con 58,4 años (±14,6) y Palencia con 58,6 años (±14,1). Los que presentan una media de edad superior proceden de Salamanca con 61,2 años (con una desviación típica±13,9).

El Registro de Castilla y León está conectado con el Registro Nacional, lo que posibilita que cualquier documento inscrito en la región pueda ser conocido por los médicos que, llegado el caso, deban aplicarlo, con independencia del lugar de España en el que esté recibiendo la asistencia el paciente que lo otorgó.