

Secciones
Servicios
Destacamos
Rosa M. García / word
SALAMANCA
Sábado, 4 de abril 2020, 11:56
La situación en las residencias de mayores salmantinas, donde el aumento de personas enfermas y fallecidas es constante, es muy complicada y muy dura. Pero ... hay centros donde se podría decir que la dureza y la carga emocional de las situaciones que se viven es, si cabe. aún mayor. Es el caso de la residencia Boni Mediero, de la Asociación de Familiares de Alzheimer (AFA) de Salamanca.
«Es muy duro, pero hay que seguir para adelante y tener la esperanza de que vamos a salir», afirma Magdalena Hernández, la presidenta de AFA. Ella, una luchadora desde hace décadas, señala que «no me gusta ser negativista. Estamos viviendo una psicosis de terror y de miedo que no deberíamos transmitir, sobre todo las personas que estamos al frente de una asociación y de una residencia tan importante como la nuestra», por eso, «tenemos que tener la esperanza de que esto terminará, que cambiará y que entre todos nos levantaremos de nuevo, quizás con el mismo sacrificio, esfuerzo y lucha que nos costó al principio».
Consejos y recomendaciones
La situación en la residencia de AFA es como «en cualquier otra residencia, pero con una diferencia, ya que la nuestra es de personas afectadas por la enfermedad de alzheimer con un montón de patologías que se añaden a la edad también y que son grandes dependientes, personas que no son capaces ni siquiera de comer por sí mismas ni de hablar ni de expresarte simplemente la sensación del cariño y de afecto que siempre les dan los trabajadores».
Hernández destaca que «no se puede decir que las personas que han muerto son positivos, porque no se le han hecho pruebas», y considera que «no se pueden dar cifras alarmantes en una enfermedad como esta», porque «no todos fallecen por esto. En este sentido, hace alusión a que en estas fechas todos los años «suele haber cuatro, cinco o seis bajas y en agosto el año pasado fallecieron seis personas; tienen más de 80 y de 90 años y por cualquier pequeña cosa o por un simple catarro, que es muy habitual, fallecen».
Actualmente en la residencia de AFA trabaja una treintena de personas. «Los residentes están atendidos, porque nuestra ratio de personal triplica el que se exige y, pese a que tenemos un montón de trabajadores de baja por el coronavirus, las estamos cubriendo perfectamente», afirma Magdalena Hernández, que también quiere destacar que incluso «cubren noches y descansos, se quedan un rato más de su horario; todos arriman el hombro».
El personal de AFA «está hecho de otro material». Este tipo de trabajo «es muy duro», como lo es el tratar con este tipo de enfermos, por eso, los trabajadores son «héroes». Y es que son una gran familia, como asegura, por eso «los familiares siempre están agradecidos» y les insiste en esa tranquilidad de que «la mano y la presencia en el momento de fallecer no le va a faltar, ni el cariño, que es el cariño de las personas que últimamente les están atendiendo, quizás el que más necesiten precisamente».
Una enfermedad que «se va multiplicando» y de la que hay 64 millones en el mundo, una cifra que «se duplicará en 20 años». En Salamanca calculan que unas 8.000 personas están afectadas.
«Quiero ser positiva y dar ánimos a las familias y a mis trabajadores. Ahora es lo que toca, tranquilidad y transmitir ese ánimo que todos necesitamos». Cuando esto pase, volverán a luchar de nuevo por la investigación de esta enfermedad y la mejora de la calidad de vida de los enfermos y sus familias.
Actualmente, en esta residencia hay 42 personas -todas las habitaciones son individuales-, a las que con las medidas decretadas por la alerta sanitaria, no pueden ver sus familiares ni siquiera acompañarlos en sus últimos días.
Magdalena Hernández quiere transmitirles un mensaje de tranquilidad a todas esas familias . «Es muy duro que se muera tu padre, tu madre, tu esposo o tu esposa sin estar presente, sin estar acompañándoles y sin darle la mano, pero que tengan la tranquilidad de que no se muere ningún enfermo sin estar acompañado. Que tengan la tranquilidad las familias que una mano la van a tener agarrada por alguno de nuestros profesionales».
Unos profesionales de los que explica que son «una gran familia, estamos todos a una y cualquiera de ellos va a estar ahí».
Como está ocurriendo en «todas las residencias, aquí también hay un gran número de casos positivos» , porque «son sumamente sensibles a cualquier cosa». Por esa razón, «hemos tenido un cuidado especial y pusimos en marcha desde el principio todos los protocolos que se nos han ido mandando. Hemos puesto un cuidado exquisito en que no sucediera lo que ha sucedido en todos los sitios», lamenta, y alude a que una persona «puede estar afectada sin saberlo, este virus se transmite a gran velocidad y ha sido inevitable».
En cuanto al material de protección del que disponen, señala que «tenemos la misma queja que todo el mundo, siempre estamos escasos». Destaca «pese a las críticas, la preocupación de la Gerencia de Servicios Sociales que está continuamente al tanto de todo lo que va sucediendo» y «aunque sea a cuenta gotas, ha ido proporcionando pequeñas cantidades de material. Evidentemente se va a los hospitales y esto no es un hospital, pero en cuidados paliativos está por encima de los cuidados de cualquier otro sitio».
También destaca la solidaridad de la gente que está haciendo mascarillas, de la cárcel de Topas, donde les van a proporcionar batas, y de voluntarios que están colaborando, pero «no es suficiente».
AFA cuenta, además de con la residencia, con un centro de día, que estos días permanece cerrado, pero están en contacto telefónico permanente con los familiares.
La asociación tiene más de 800 socios y todos los enfermos en estos momentos, salvo los de la residencia, se encuentran en casa con sus familias. «Agunos los llevan fatal. Cuando van al centro de día es porque la familia no puede sujetarlos, ya que son enfermos que tienen comportamientos de irritabilidad y son muy difícil de manejar en una casa. También la situación ha pillado a la pareja sola, sus hijos no pueden atenderlos y la gente ayuda a domicilio, no va», explica.
«Hay una psicosis de miedo y pánico. La gente no debe tener miedo por la propia enfermedad, se recupera, son 5-6 días mal, pero se va superando», concluye.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.