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Domingo, 28 de febrero 2021, 12:44
Leticia y Enéidas llevan 5 años juntos. Del fruto de su matrimonio han nacido dos niños, Govindam y Uriel. Estos días esperan una tercera hija, que se llamará Áurea, y que llegará por deseo de sus padres de forma natural al mundo en su propia casa, como ya sucedió con su primer hijo. Leticia, salmantina, se fue a hacer un voluntariado de dos semanas a Brasil en septiembre de 2015 y se acabó quedando a vivir allí, donde conoció al que ahora es su marido, Enéidas. En marzo del año siguiente se quedó embarazada y en diciembre dio a luz a su primer retoño. Lo hizo en su casa. Lo que en España es una práctica poco habitual, en Brasil es algo muy común. El buen ambiente hizo que la decisión fuera clara por parte de Leticia, «donde vivíamos el apoyo fue total, la gente con la que vivíamos y el entorno fue una maravilla», además añade que «allí es más normal de lo que es aquí en España, en Brasil las apoyan bastante. Yo allí iba al centro de salud a hacerme todas las revisiones todos los meses como un embarazo normal. Allí el médico te apoya cuando le dices que quieres que el niño nazca en casa».
Aunque su primera 'locura' fue dar a luz en un piscina natural, se lo desaconsejaron totalmente, Leticia nos cuenta cómo «la matrona no me lo aconsejó. El día de parto no vas a querer a nadie que no sea tu ciclo más cerrado, y menos en un entorno abierto donde pueda llegar cualquiera a mirar, me decía». La madre primeriza nos relata que fue un parto muy largo, que el niño nació muy grande, con más de 4 kilos, y así se pasó 24 horas de parto desde que empezó el proceso de parto hasta que el niño nació. «El día del parto te conviertes en un león que proteges tu núcleo y allí cuanta menos gente haya, mejor. Sacas la garras hasta con el padre, el pobre. A lo largo del día me quedé sin contracciones del cansancio, estaba extasiada del esfuerzo, me dieron homeopatías, me provocaron las contracciones de nuevo y fue a nacer casi a las doce de la noche».
Una de las figuras clave en estos partos es la matrona. Tal fue el 'feeling' que tuvieron con la doula (la que acompaña a la partera) que les asistió que le pidieron que ella misma asistiera el parto. «No tenía banco de parto, la chica que me asistió era doula, ella no era partera, pero tuvimos una confianza mutua y la quisimos a ella como partera. A partir del nacimiento de nuestro hijo se formó y ahora es matrona». La figura del padre mirando en los partos a los que estamos acostumbrados quedó muy lejos de la realidad. En esta ocasión la colaboración de Enéidas fue clave: «mi marido tuvo que hacer de banquito de parto porque yo ya no encontraba postura, mis piernas estaban tan exhaustas que ya no conseguía ni estar de pie, ni de rodillas, ni relajarme. Se puso sentado en el suelo y yo encima, pero a nada que se movía un centímetro veía las estrellas, es un momento muy intenso» nos cuenta orgullosa Leticia de la implicación del padre del niño.
Una de las ventajas de haber dado a luz en Brasil con respecto a España es el trato postparto que tienen las madres, «allí se lleva mucho más en serio el tema de las cuarentenas, sobre todo la primera semana, es de resguardo total. La matrona lo primero que me dijo es que no podía subir ni bajar escaleras durante los primeros siete días». Tanto se lleva a rajatabla los consejos que su marido le hizo un baño justo al lado de la habitación para que no tuviera que subir y bajar escaleras todos los días varias veces en el bungaló donde vivían. Además cuenta cómo tuvo «una mujer que durante los primeros días cuidaba de mí y de mi hijo, como las antiguas comadres, me hacía todo en casa. Aquí ya tenemos otra cultura, no te dejan ese reposo, el niño está mal y lo tienes que llevar tú, no te dejan ese reposo».
Cuando su hijo cumplió 14 meses la pareja decidió volver a España y ese mismo año se volvió a quedar embarazada en verano. Aunque la primera idea fue tenerlo también en casa, Leti y Enéidas no encontraron asistentes de partos en casa, además de no contar con todo el apoyo familiar y de su entorno. «No encontramos equipo de asistencia, las personas que nos podían asistir vivían muy lejos y no se trasladaban a Salamanca, nos tocaba ir allí, pero al no saber cuándo vas a dar a luz no puedes estar fuera de casa indefinidamente. No teníamos apoyo del entorno ni de la familia porque tenían miedo de que me pasara algo. Aquí te lo pintan todo muy feo, '¿vas a tener un niño en casa?', 'eres una inconsciente, eres una loca', 'cómo vas a poner la vida de tu hijo en peligro'…» describe Leticia. No fueron los únicos que no entendían las ganas de la madre en dar a luz a su hijo en casa. Su propia ginecóloga «puso el grito en el cielo» cuando le comentó que quería alumbrar en casa. Reacciones que Leticia no llega a comprender ya que para ella «es lo más maravilloso que he vivido en el mundo, ha sido la mejor experiencia que he tenido en mi vida hasta hoy».
Al final su hijo Uriel nació en un hospital, pero la experiencia para Leticia fue mucho más angustiosa y dolorosa que con su primer hijo. Para Leticia «la cama del hospital es un potro de tortura. Para ellos es mucho más rápido, pero se recomienda el parto en vertical, no tumbadas». Nos cuenta que en el hospital no se respetan los tiempos del parto, y cree que deberían informar a la mujer de todo el proceso que están haciendo con ella. «Yo en el hospital me sentí muy engañada. El médico me rompió la bolsa, no dejó que se rompiera ella sola, me inyectaron oxitocina sin yo saber qué era, yo no quería epidural. Hay mucha falta de información y te engañan solo para que todo sea más rápido y acabar en el tiempo que estimen oportuno. Te tratan como un animal, no es justo».
Ahora que esperan a su hija Áurea tiene claro que llega más «resabiada» y que están preparados para ir al hospital si hubiera una complicación. Tenerlo en casa no es una idea para llevarla radicalmente. Han podido localizar a una pareja que se dedica a asistir partos en la ciudad y están contentos por ello. Además, quieren hacer un poco partícipes a sus dos hijos del momento, «la idea es que los niños estén cerquita, no que vea el momento en sí porque puede ser impactante para ellos, pero sí que cuando nazca la niña, sus hermanitos estén al lado».
Cuenta con más apoyo de la familia, cree que quizá por la situación de la pandemia, «esta vez la familia se lo ha tomado mejor, igual por el tema del coronavirus porque los hospitales están fatal, no dejan tanta libertad como antes, pasar PCR, si la madre tiene fiebre no dejan entrar al padre,… Entre unas cosas y otras han aceptado que era mejor tenerlo en casa si el embarazo era natural y normal». Para la ocasión han construido un banco de parto, «lo hemos querido hacer nosotros porque tenemos esa habilidad y queríamos poner ese granito de arena. El banco ayuda muchísimo, es una necesidad física, si el parto es largo o una limitación física o alguna dificultad el bando es lo mejor». Y esta vez el padre podrá participar en la extracción del niño, «en el primer parto tuvo que hacer de banco, en el segundo el médico solo le dejó mirar, esta vez ayudará».
Leticia vivirá de manera diferente su tercer parto, «en mi primer parto echas en falta tener esa experiencia de saber los momentos, pero no echo en falta nada más, fue una pasada de parto. En el segundo, lo bueno es que lo tuvimos en un hospital privado y al día siguiente me pude ir para casa». En unos días podrá contar qué experiencia positiva sacará de este alumbramiento de su hija nacida en su casa de Salamanca.
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Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
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