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Domingo, 14 de marzo 2021, 11:39
Parece que ha pasado un siglo, pero en realidad sólo ha sido un año. Tal día como hoy, 14 de marzo, este periódico sacaba en portada al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, bajo el titular 'Dos semanas en estado de alarma'. Era el primer paso ... de un camino muy largo del que ya parece adivinarse la meta.
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Detrás de aquel titular vendrían muchos otros hablando de prórrogas, confinamientos, mascarillas y miles de muertos con sus nombres y apellidos. Un año después, algunos de los protagonistas hacen balance.
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Los médicos soportan el peso del día a día en la guerra contra el coronavirus. Son la infantería que aguanta en primera línea. El presidente del Colegio Oficial de Médicos de Salamanca, Santiago Santa Cruz, recuerda que se enteraron de lo que se avecinaba «por el Ministerio de Sanidad y los comunicado de la OMS. En aquellos momentos eran muy ambivalentes. Se hablaba de que era poco más que una gripe, pero veíamos las imágenes de China y los confinamientos masivos, las calles vacías... Nos transmitieron, no sé si con afán de dar tranquilidad, que no era una gripe, sino quizá algo un poco más severo».
Esta actitud alarmó a los sanitarios. «Fue paradójico que en Italia, unas semanas antes de que el virus llegase a España, en Milán se veía lo mismo que en Wuhan, pero las autoridades no tomaron medidas ni se alarmaron, cuando ciudadanos de Salamanca con familiares en Milán decían que era algo muy serio. Desconozco la razón, pero no tomaron medidas ni para evitar viajes desde el exterior, ni para hacer pruebas, ni para aplicar cuarentenas... ni tampoco otras más importantes como proporcionar medidas protectoras... faltaban mascarillas, EPIS... todas las medidas que los sanitarios necesitábamos para la protección y no se nos proveyó de nada. La improvisación fue nefasta».
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El doctor Santa Cruz expone sus críticas desde la experiencia de un año luchando contra un virus al que quizá se subestimó. «Nos fiábamos de las autoridades sanitarias, del centro de coordinación de alertas, con Fernando Simón al frente. Nos decían que eran casos esporádicos, que se iban a identificar y que no nos preocupáramos. Los días previos al estado de alarma se celebró en Salamanca la Copa de la Reina de baloncesto, hubo manifestaciones el 8M... creo que se gestionó mal. Tenían los datos de China y de Italia y se veía que no era una broma. Se tendrían que haber asumido responsabilidades, porque las cosas no se han hecho bien». La lista de fracasos es incontestable: «han caído 111 médicos en acto de servicio. La primera médico que falleció fue de Salamanca. Llevamos casi 100.000 muertos en España, gente con secuelas, la economía destrozada... esto es gravísimo y se tendría que haber actuado pronto y con medidas preventivas».
Santiago Santa Cruz cree que ignoramos a la historia y ésta nos lo ha hecho pagar. «Tenemos antecedentes de la mal llamada gripe española. Causo millones de muertos y parece que no aprendimos nada. Frente a estas pandemias no hay más que la prevención. Pido a las autoridades sanitarias que elaboren un plan nacional de pandemias, porque van a venir más. Los animales son reservorios de virus y pueden hacer que estas pandemias sean más frecuentes. Quizá puedan surgir 'superbacterias' resistentes a los antibióticos... Debe haber un plan nacional de atención para esas situaciones y para evitar esos daños catastróficos. Igual que hay un ejército para defender el país, debemos tener otro ejército para la prevención de pandemias, porque van a seguir llegando».
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A estas alturas, la pregunta de si se teme la llegada de una cuarta ola parece superflua. «No soy optimista. Somos el único animal que tropieza en la misma piedra y por desgracia, y por unos pocos que no van a cumplir las medidas sanitarias, surgirá una nueva ola», de ahí que insista en que la gente «cumpla las medidas» y en que las autoridades «sancionen a quien no cumple las normas, porque sus repercusiones son gravísimas». «El problema», continúa, «radica en las situaciones en las que los ciudadanos incumplen las medidas de protección, no se usan mascarillas ni se mantiene la distancia. Por ejemplo, sentados en una mesa, con lo fácil que es ver cómo podemos estar a dos metros y evitar un riesgo para la salud. Ese tipo de conductas son las que tienen efectos dañinos. En el comercio en general, salvo en locales de ocio donde hay grandes colectivos, en las grandes superficies y en los gimnasios donde se aplican las medidas de prevención, no hay más riesgo que en otras actividades. En el hospital hay enfermos, acompañantes, una actividad enorme... y el número de casos entre profesionales y acompañantes es mínimo. Si se toman las medidas correctamente y se usa la mascarilla, que es lo más eficaz, podríamos hacer una vida próxima a la normalidad. Hasta que no hay una vacunación masiva, la prevención es la clave». En cuando a limitar la movilidad entre regiones, admite que «sin ser un experto, creo que tiene una eficacia baja».
La solución definitiva a la pandemia de coronavirus, por tanto, parece que está en el fondo de los viales de vacunación. La inmunización es la bala de plata para acabar con el 'bicho' que nos trae por el camino de la amargura. «Lo más importante es la vacunación», zanja. «Es lo que ayudará a solventar esto. Que las autoridades hagan lo que haga falta para conseguirlas, que se inyecte cualquiera que llegue, porque son seguras. Lo de AstraZeneca pasa con cualquier vacuna. No hay nada inocuo en la medicina. Puede haber alergias, interferencias con otros medicamentos... pero no es nada comparado con el beneficio que puede haber. Esos casos lamentables de reacciones no tienen parangón con los beneficios, con cualquiera de las que están en el mercado de las que van a surgir, como las españolas. Que las autoridades hagan todo lo necesario y que las pongan cuanto antes, por orden de prioridad, porque es nos hará respirar ante la pandemia», proclama.
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Sabemos que la vacunación es la clave, pero en esta batalla no sólo importa el qué, sino el cómo. «Ha habido una enorme descoordinación», lamenta antes de añadir que «no puede ser que las prioridades cambien de un día para otro». Santa Cruz explica que la prioridad era vacunar a las personas mayores y después a los sanitarios. Sin embargo, en este segundo escalón «se olvidaron de los médicos privados, se olvidaron de ellos y estaban en primera línea. Estos médicos atienden a pacientes públicos, al personal de la administración del Estado, del Ejército, de las Universidades... son trabajadores públicos, pero la asistencia sanitaria la tienen por mutuas. Tuvimos que hacer grandes gestiones con Salud Pública para que se les vacunase, con un mes de retraso».
«Hubo mucho desorganización», insiste. «Sabemos que es muy complejo, pero tiene que haber criterios claros e incluso listados de personas para evitar conflictos. Nuestras autoridades sanitarias locales están resolviendo los problemas. La descoordinación viene de la dirección general de salud publica. Están desbordados, pero no respondieron a los mensajes de los colegios de médicos».
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El presidente de la organización colegial salmantina revela que «ofrecimos instalaciones, médicos para vacunar, les dijimos que nosotros organizábamos las vacunaciones si nos enviaban los viales... pero nada de nada. La cooperación entre instituciones debe ser algo claro en estas situaciones y todas las manos son pocas. Nos sorprende que no hicieran caso ante nuestro ofrecimiento».
El máximo representante de los médicos salmantinos reivindica la actuación de las autoridades sanitarias locales, las gerencias de área, de atención primaria y del hospital, así como los equipos de directivos «que han trabajado fenomenal, siempre han atendido han buscado soluciones a los problemas que había. Les he felicitado personalmente por su buen trabajo».
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Santiago Santa Cruz da «un notable alto» a los sanitarios de Salamanca «porque su esfuerzo ha sido notable. No han podido llegar a más porque no les llegaban los medios y por algunas deficiencias internas más que hemos visto, pero el Colegio está satisfecho de cómo han actuado».
La consejera de Sanidad de la Junta, Verónica Casado, se lleva un aprobado «porque sé que a gestión es muy compleja y porque no tenían medios para poder facilitar los EPIS. El mercado internacional estaba saturado y España llegó tarde. La gestión de las vacunas ha sido deficiente, pero sé que es muy complejo y Casado ha trabajado mucho y con mucho esfuerzo. También hemos cuestionado algunas de sus decisiones y si hay que censurar algo es la falta de cooperación con los colegios médicos de la región para ayudar desde nuestras posibilidades. Salamanca presentó voluntarios como ninguna otra provincia de España para atender a las residencias de ancianos. Todas fueron tuteladas por miembros del colegio cuando no tenían médicos, estaban de baja... tuteló a todas las residencias porque era su deber, pero la consejería no ha seguido admitiendo esas ayudas y eso es algo negativo».
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El suspenso le cae al exministro de Sanidad, Salvador Illa, quien llevó el timón de Sanidad durante casi toda la pandemia. «Suspende porque se ha empeñado en mantener a Fernando Simón al frente del departamento que dirigía la lucha contra la pandemia. La Organización Médica Colegial pidió por una mayoría abrumadora que no siguiera cuando había engañado y había predicho cosas que no se cumplieron, con resultados nefastos».
Las autoridades sanitarias confían en que el 70% de la población española esté vacunada en junio. «Ojalá, pero me parece muy difícil», replica el doctor Santa Cruz, quien admite sentir envidia de que en Estados Unidos hayan inyectado tres millones de dosis en un solo día. «Entiendo que debe ser complicado lograr el número de vacunas, pero ese es el camino. Esperemos que las empresas y los grupos de trabajo sean potenciados por las administraciones para sacar adelante las vacunas».
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El presidente colegial enlaza esta idea con la situación de la investigación en España. «Hay un índice de investigadores de primer nivel, pero hay que invertir recursos, porque si no se van fuera. Su les contratamos y les financiamos será un beneficio para el país en todos los niveles: empleo, economía, ciencia... invertir en I+D es invertir en el futuro de un país, pero en España se invierte muy poco porque es a largo plazo, con un rendimiento a 6 u 8 años», lamenta.
El año I de la pandemia termina con miles de fallecidos, cientos de miles de contagiados y millones esperando las vacunas como agua de mayo. Veremos qué pasa durante el año II.
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