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Cristo Resucitado en el recorrido de Beleña a Fuenterroble. ACASAN

El Vía Lucis, más presente que nunca

De Beleña a Fuenterroble de Salvatierra. Celebrado cada año el sábado siguiente al de Gloria, en esta ocasión se ha realizado recordando su significado y recorridos anteriores

maría jesús gutiérrez / Word

SALAMANCA

Domingo, 19 de abril 2020, 12:39

El Vía Lucis, que cada año se celebra el sábado siguiente al sábado de Gloria como una especie de romería desde Beleña hasta Fuenterroble de Salvatierra, y que por tanto tenía lugar ayer, ha estado este año más presente que nunca en los corazones de todos aquellos que edición tras edición participan en esta tradición, que el próximo año cumple 25 años, ligada a la Semana Santa y al Camino de Santiago a su paso por la provincia de Salamanca.

En esta ocasión no se ha podido realizar el camino a consecuencia de la pandemia del coronavirus, que obligó el pasado 14 de marzo al Gobierno a decretar el estado de alarma sanitaria y con ello el confinamiento social y la suspensión de todos los eventos desde dicha fecha, dejando tras de sí la celebración de una Semana Santa totalmente atípica y una celebración virtual. Pero ello no ha impedido que ayer el Vía Lucis fuera protagonista, ya que desde Acasan (Asociación de Amigos del Camino de Santiago - Vía de la Plata), de Fuenterroble de Salvatierra, promotores de esta iniciativa, enviaron a todos aquellos que han participado en ediciones anteriores un dossier con imágenes de años anteriores y con el verdadero significado de este recorrido, que no es otro que servir de «herramienta pastoral para celebrar en comunión con la Iglesia universal la victoria del Resucitado».

Las tallas que 'procesionan' en el Vía Lucis, y que son mostradas en el dossier una a una destacando los detalles de cada una de ellas, han sido «talladas desde el corazón del hombre campesino que ha sabido plasmar con su estilo cordialista la grandeza del encuentro de Jesús Resucitado con sus testigos predilectos. Son elementos visuales con la misión intencionada de ayudarnos a comprender el proceso de esta celebración itinerante a lo largo de un día y del recorrido entre Beleña y Fuenterroble de Salvatierra por la Vía de la Plata».

Dichas imágenes, talladas en madera por Ángel Domínguez, son Cristo Peregrino Resucitado (creado en 1996), Virgen del Encuentro (1997), San José Obrero (1998), María Magdalena (1999), San Pedro (2000), Santiago Apóstol (2001), San Juan (2002), Santo Tomás (2003), San Pablo (2004), Cristo Peregrino Resucitado de la Nueva Humanidad (2005), Virgen Peregrina de la Esperanza (2007) y Cleofás, discípulo de Emaús (2008). Tras fallecer el artista quedó sin concluir la imagen de María la de Cleofás, que sería otra de las imágenes que se quería incorporar al Vía Lucis.

María Peregrina del Encuentro. ACASAN

El próximo año se celebrarán los 25 años de la andadura de esta «liturgia pascual», en la que se entrelazan la dimensión activa y contemplativa, la convivencia intergeneracional e interregional, el ejercicio físico y el espiritual». Se trata, como afirman desde Acasan, con su presidente y sacerdote Blas Rodríguez a la cabeza, de «una realidad muy rica que colma de alegría a cuantos participamos en ella, recordándonos que la vida es un camino en el que no hay tiempo que perder y nada que temer, porque la muerte ha sido vencida». Una afirmación que resumen en que Cristo Resucitado es el camino (Vía) y es la luz (Lucis) y, por lo tanto, es el «peregrino de la nueva humanidad».

Estaciones

Durante el Vía Lucis se realizan nueve estaciones, recordadas ayer junto al significado de cada una de ellas. La primera protagonizada por el Cristo Peregrino Resucitado y como símbolo «el sol que nos ilumina»; la segunda por María Magdalena y como símbolo, la dehesa, siendo «un canto a la naturaleza, a su belleza, como manifestación de la resurrección y de la vida»; la tercera estación tiene como imagen a María Peregrina del Encuentro, reina de todo lo creado, y como símbolo, una rosa, una flor con espinas pero bella.

Tomás, que representa a la duda, al «si no lo veo no lo creo» es el protagonista de la cuarta estación, en la que se ha elegido como símbolo «el aire», que es vida. El aire limpio, fresco, despeja la mente y permite contemplar el más lejano horizonte; pero el aire contaminado impide ver claro, «las dudas, las confusiones, el cansancio dificultan las relaciones humanas».

La imagen de Pedro, la renovación de las promesas bautismales y el agua como símbolo centran la quinta estación. «Muchas veces padecemos la sequía del alma, necesitamos el agua viva que sacie nuestra sed de Dios y para ello debemos acoger la gracia que nos viene de lo alto para dar frutos de verdad y proclamar sin miedo que Cristo Resucitado es el agua viva», señalan desde Acasan a la vez que recuerdan que «al igual que Pedro que por miedo negó tres veces al maestro, una vez que experimentó el encuentro con Jesús Resucitado, reafirmó su amor incondicional».

Santiago peregrino es el protagonista en la sexta estación, en la que el camino, las piedras... son el símbolo. En pleno Camino de Santiago, como peregrinos «descubrimos la belleza del paisaje, la riqueza de la cultura, la grandeza de las relaciones humanas y la presencia del rostro divino. Como peregrinos sentimos el cansancio, la duda, el tropiezo, la caída, el desaliento cuando nos faltan las fuerzas y no vemos claro la meta ni el sentido del camino»; pero como Santiago y Juan «diremos 'Possumus', contigo señor, siempre podremos».

Juan, el evangelista y discípulo predilecto de Jesús, nos lleva hasta la séptima estación, cuyo símbolo es «el tesoro que la mina encierra», que no lo aprecia ni lo ve cualquiera sino sólo aquellos que, por capacidad, sensibilidad, admiración, son capaces de descubrir las riquezas que lleva dentro.

Pablo, para quien la vida es Cristo, apóstol peregrino y siempre en camino, representa la octava estación, cuyo símbolo son las semillas, que «se esparcen y germinan donde el terreno es propicio. Así, los testigos de la fe se propagan por el mundo anunciando la buena noticia del evangelio, cumpliendo el mandato del Señor Resucitado».

Y concluye el Vía Lucis dando relevancia a Cleofás, el discípulo de Emaús, una imagen sobria y que se centra en el símbolo del pan («le reconocieron al partir el pan») y el pan, precisamente, es el símbolo de la última estación.

El documento elaborado para revivir el Vía Lucis, compuesto por 61 páginas, concluye con una bendición final, en la que se desea que la «alegría compartida en este día, siguiendo los pasos del Resucitado, ilumine nuestras vidas siendo testigos de la luz verdadera que alumbra a todo hombre. Jesús, el Hijo de Dios vivo».

Numerosas fotografías de la celebración del Vía Lucis, con la participación de cientos de personas, reflejan la importancia de este acontecimiento que, en la jornada de ayer, se pudo revivir dando lectura a los extensos comentarios de cada una de las estaciones.

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