«Los jóvenes están donde se valora su participación»

-¿Por qué decidió dedicar su vida al sacerdocio?

-La parroquia en la que he recibido los sacramentos de iniciación cristiana estaba a carga de los Padres Agustinos (misioneros españoles), los cuales visitaban una vez al año los pueblos y las casas de los catequistas, entre las cuales estaba la mía. Cuando venían los sacerdotes al pueblo, nos reunían a los niños para hablarnos de Dios y eso nos encantaba, porque, además, nos leían la Sagrada Escritura, ayudaban a los pobres y en la noche nos reunían a todos (niños, jóvenes y mayores para la celebración de la santa misa). Todo lo que hacían me llamaba mucho la atención y sentía dentro de mí la inquietud por querer ser como ellos, aunque de niño me parecía que eso era demasiado para mí y que nunca llegaría a ser como ellos. Sin embargo, pues Dios tiene sus caminos y se dignó fijar su mirada en mí, un pobre campesino, hijo de campesinos y aquí estoy.

-¿Desde cuándo está en Salamanca? ¿qué es lo que hace aquí?

-En Salamanca estoy desde septiembre del año 2015, llegué junto con otro compañero, para hacer la licenciatura en Teología Dogmática.

-¿Cuánto tiempo permanecerá en España, concretamente en Salamanca, y cuáles son sus objetivos?

-Estaré aquí, en Salamanca, hasta mediados de este año. El objetivo principal es académico, sacar la licenciatura y volver a Perú, para lo que dispongan los superiores.

-Aparte de estudiar también ejerce como sacerdote en diversos municipios de la provincia, ¿en cuáles y cuál es su labor?

-Como sacerdote soy miembro de la Comunidad de los Oblatos de San José residente en Linares de Riofrío. Mi trabajo pastoral consiste en ayudar en la celebración eucarística (y en otros servicios religiosos) a mis cohermanos encargados de algunas parroquias.

En concreto, ayudo los sábados en la celebración de la misa en una de las residencias de mayores, según donde disponga don Juan José, el párroco de Linares. Y también ayudo al padre Julio César, él lleva los pueblos de Escurial de la Sierra, Tejeda, Rinconada, Navarredonda de la Rinconada, Segoyuela y Barbalos.

Los domingos ayudo al padre Julio César con una misa, en el pueblo que me diga y luego ayudo al padre Pablo con dos misas, también en los pueblos que él me diga, que son San Miguel de Valero, Valero, Santibáñez de la Sierra, San Esteban de la Sierra o El Tornadizo.

-Todo ello conlleva muchos kilómetros, mucho tiempo para realizar todas estas labores y muy poco tiempo libre para usted, ¿cómo lo lleva?

-Ciertamente, todo esto lleva muchos kilómetros y, por supuesto, mucho tiempo, sin embargo, ya estamos organizados y lo llevamos bien.

-¿Qué es lo más duro y lo más gratificante de esta etapa de su vida?

-Lo que más me ha costado es volver a retomar los estudios de Teología después de haber estado dedicado a tiempo completo a la pastoral parroquial en Perú. Al inicio me costó un poco, sin embargo, ya ha pasado lo más fuerte y estoy a punto de terminarlos, y, gracias a Dios, todo bien.

Pero, debo dar, en primer lugar, infinitas gracias a Dios por esta oportunidad que me ha concedido, tanto a nivel eclesial como a nivel intelectual. En segundo lugar, agradecer a mi Congregación por velar por mi formación humana y religiosa. En tercer lugar, a la Iglesia de España, localizada en la Diócesis de Salamanca, por prestarnos esta ayuda. Finalmente, agradecer a todos los fieles de las parroquias donde vamos, por su acogida, cercanía y servicio que nos brindan. Ésta ha sido una experiencia maravillosa para mí.

-¿Cómo ha sido precisamente esa acogida de la que habla por parte de los fieles de la provincia de Salamanca?

- Creo que ya he contestado, a esta pregunta, pero no está de más reiterar que, gracias a Dios, hemos tenido (y de eso soy testigo) una muy buena acogida.

-¿Qué diferencias encuentra en la forma de vivir la fe y la religión en España y en su país?

-No quiero hacer comparaciones porque la fe es la misma y produce los mismos frutos en cualquier lugar del mundo. Aunque sí debo decir que en Perú hay mucha participación de fieles, pero eso se debe a la magnitud ya sea territorial, ya sea poblacional de la parroquia. En cuanto a la vivencia de la fe en la región de la Costa del Perú y en las grandes ciudades es muy similar a lo que pasa aquí en España. Quizás la gran diferencia está en la religiosidad popular, en el conjunto de maneras de expresar la fe de los pueblos (sobre todo de la Sierra peruana y los que han emigrado a las grandes ciudades), los cuales expresan su alegría, su acción de gracias, sus súplicas a Dios, ya sea a través de alguna imagen de nuestro Señor Jesucristo, (sobre todo crucificado) ya sea de nuestra Madre, la Virgen María, a quienes se tiene muchísimo cariño o mediante la imagen de algún santo. Es a través de ello, como la gente llega y expresa su fe en Dios.

-Los jóvenes, hoy en día y cada vez más, están alejados de la Iglesia, ¿cuál sería a su entender la forma de conectar con ellos?

-Desde mi poquísima experiencia, puedo decir que los jóvenes buscan participación. Ellos están donde se valora su participación. Ahora, lo que nos queda es crear esos dinamismos de participación, tanto a nivel litúrgico carismático, como misional y caritativo. Esto es más fácil realizarlo en Perú porque allí tenemos la celebración de la misa especialmente para los jóvenes, en la que la animación, las lecturas, el coro, y demás funciones litúrgicas las realizan los jóvenes. Y así se organizan muchas actividades caritativas en las cuales hay respuesta de la juventud.

-Por su experiencia sacerdotal, ¿cree que la provincia de Salamanca es una comunidad religiosa practicante?

-Sí. Y lo ha manifestado en la Semana Santa.

-Cada vez hay menos vocaciones sacerdotales, ¿a qué cree que se debe?

-Las vocaciones se cultivan bien en una familia cristiana que practica la religión. Esto lo digo desde mi experiencia. Fueron mis padres los que me enseñaron a rezar y tomar cariño a Jesucristo y a la Virgen María. Si en la familia hay un clima religioso es lógico que cualquiera sienta la inquietud de querer seguir a Jesús desde más cerca.

Pero a esto, hay que sumarle otro dato importante, que tiene que ver con las familias que hoy tienen muchísimos menos hijos que antaño, pues, si solamente tienen uno o dos hijos, a los cuales los incentivan bondadosamente a alguna profesión y entre ellas descartan la posibilidad del sacerdocio o de la vida religiosa, entonces, cómo va haber vocaciones sacerdotales.

-Y, por último, ¿hacia dónde camina la Iglesia?

-La Iglesia camina tras los pasos del Señor Resucitado, por donde el Espíritu Santo la quiere conducir. Entonces ella en cada lugar y tiempo concretos irá identificando las huellas de su Maestro por las que ha de conducir a los hombres al encuentro con Dios, mediante los sacramentos.