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a. gómez
Sábado, 10 de agosto 2019, 11:44
Gutmaro Gómez Bravo ha dirigido al equipo de historiadores de la Universidad Complutense de Madrid que ha trabajado contrarreloj para conseguir la lista de 4.427 nombres. Acudieron durante casi un mes al Registro Civil Central dos personas en el turno de mañana, cuatro al ... mediodía y otras dos por la tarde, para transcribir los miles de nombres inscritos en el listado de prisioneros españoles en los campos de concentración nazis.
–¿Cómo empieza el proceso de documentación?
–El grupo de investigación de Historia de la Complutense sabíamos por trabajos anteriores que los archivos alemanes enviaron a España desde los años cincuenta los fallecidos en los campos de concentración. Y lo visó la administración francesa, que era la que se encargaba, en el registro del notariado francés. Estaba en el Registro Civil, en Madrid, y nunca se comentó a los familiares de los fallecidos por las razones de la dictadura. Hace un año, más o menos, la Dirección de Memoria de Justicia nos pidió que localizáramos los fondos y que hiciéramos el cotejo de la base de datos para poder inscribir todo esto en el registro de fallecidos porque esa gente perdió la nacionalidad y no está inscrita todavía en el registro.
–¿Cuánto tiempo necesitaron?
–Tuvimos que hacerlo muy deprisa, en algo menos de un mes, porque trabajábamos en un 'registro vivo', por así decirlo. Es muy importante para la Historia como documento y para la entrada de los estudios españoles en lo que es el conjunto de trabajos de Memoria europea, porque el campo español estaba fuera de esto a diferencia de otros.
–Además de esa rapidez, ¿encontraron algún obstáculo?
–Ninguno. Mira que tenemos problemas con los archivos, pero en este sentido no lo ha habido. El trabajo de transcribir los datos se ha hecho después, fuera del Archivo. Limpiarlos y ver los diferentes tipos, nomenclaturas, lo que puede ser una localidad o un apellido. Porque ese es el problema de las transcripciones, por eso es ahora cuando si hay alguna familia que tiene un dato y sabe que eso no es así, es cuando tiene que decirlo y a partir de ahí nosotros podremos seguir. Eso es lo que realmente le da valor.
–En este mes para alegaciones, ¿esperan que haya cambios?
–Sí, esperamos que haya aportaciones nuevas de gente que no sepa donde falleció su familiar. No todos tienen que ser de Mathausen. Se puede abrir un campo de estudio nuevo para ver el 100% de los españoles que fallecieron en los campos y tenerlos censados.
–¿Qué porcentaje representan los españoles en esta lista?
–Algo menos del 50%. De los 12.000 que hubo, murieron casi 8.000. Queda trabajo por hacer y, además, lo que es más difícil, localizar. Una vez que está inventariado hay que cotejar y limpiar, pero localizar es complicado. Aun así yo creo que habría que darle centralidad porque como país, como investigadores, saltaríamos cualitativamente a un estadio parecido al que han tenido los alemanes, franceses o polacos hace tiempo.
–¿Se podría decir que es un hito para los historiadores españoles?
–Sí, es un gran cambio cualitativo. Hemos manejado las cifras y buscando fuentes. Ahora podemos normalizarlo y a partir de aquí empezar a comparar con otras dinámicas y otros países y así poder hacer un estudio mucho más en profundidad.
–¿Qué importancia tiene en este proceso la Ley de Memoria Histórica?
–Realmente supongo que lo que exhorta en los principios generales, que es lo que más conozco, sería considerarlos como víctimas de la Guerra Civil, pues no dejan de serlo ya que la mayoría es gente que sale de Cataluña, son combatientes; otros fueron detenidos en Francia, acusados de colaborar con la guerrilla o resistencia contra los nazis... Todo eso implica que, más que la Ley de Memoria Histórica, lo que importa también es que la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial tienen una continuidad importante. A lo mejor ahí hay un puente para comparar o entrar con las leyes de reparación europeas.
–¿Cómo puede ayudar a las familias esta publicación?
–Es una forma de reconocer a los cuatro mil y pico que están ahí y pueden verse representados, pues evidentemente para ellos que el BOE te reconozca como perseguido… es importante dejar de ser un criminal, que es como estaban tratados hasta ahora. Y por extensión, todos aquellos que tienen una similitud parecida en el exilio o los que han desaparecido en España, que no saben dónde están. Yo creo que se van a ver de alguna manera recompensados y reconocidos. No es exactamente lo mismo, pero es un buen camino.
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