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DANIEL BAJO / WORD
SALAMANCA
Viernes, 29 de mayo 2020, 13:23
La crisis sanitaria empieza a quedar atrás, pero en el horizonte ya asoma la crisis económica con toda su crudeza. Cáritas Diocesana de Salamanca teme que se avecine una situación aún peor que la de 2008. La cuantía destinada a ayudas ha crecido un 130% en comparación con 2019. Su directora, Carmen Calzada, analiza la situación que están viviendo y advierte de que las heridas no son sólo económicas, sino emocionales.
–Cáritas ha dedicado más de 392.000 euros a ayudas en el periodo comprendido entre el 16 de marzo y el 28 de mayo. La cifra es un 130% superior a la del mismo periodo de 2019. ¿A qué se debe?
– Son muchísimo los hogares que lo necesitan. Hemos atendido a 1.229. A 30 de abril eran 1.036. A 28 de mayo eran 1.229. Son 193 hogares más en menos de un mes. Es una realidad muy dura. Hemos sufrido un giro muy virulento y hay muchas familias que sienten que no pueden hacer frente a las necesidades primarias, como la vivienda o la alimentación por la pérdida del empleo, porque sus trabajos ya no están. Y afecta a hombres y a mujeres.
- ¿Qué les transmiten quienes acuden a Cáritas?
- En Cáritas lo que más nos preocupa es esa realidad humana. La economía es muy dura, pero también hay que ver la profundidad de la persona, su realidad humana... la gente nos transmite con el rostro, con la mirada... y transmite inseguridad, sufrimiento, dolor y una preocupación enorme por el futuro, que no sólo afecta a los adultos, sino a toda la familia. Y si encima estaban en un equilibrio económico débil porque venían de la crisis anterior, o tienen chavales con bajo nivel cultural o con problemas de enseñanza... Dar a conocer estos datos es dar a conocer esta realidad, que debe responderse con un análisis profundo y con sentido común. La solidaridad y la fraternidad son actitudes que hay que cultivar muy seriamente, porque la situación es grave. La grave situación sanitaria ya la hemos vivido y ahora viene la económica y la social. El paro está creciendo y es una preocupación.
- El 30 de marzo se decretó el cierre de las actividades económicas no esenciales y algunas voces alertaron del efecto que podría tener en la economía y el empleo...
- En Cáritas lo vimos desde el primer momento. Primero se puso el acento en la pandemia y la sanidad, pero cualquier análisis que se hacía, en Cáritas o en otras instituciones, venía acompañado de una crisis económica incalculable. Lo hemos dicho siempre, que se avecinaba una crisis enorme. Y no se trata sólo de curar las heridas de la crisis sanitaria, de atender a los infectados, a las familias, a la gente que vemos esta situación... hay una herida emocional muy fuerte y muy profunda.
- En esta crisis ¿han atendido a personas que nunca se habían visto antes en una situación similar?
- Sí, hay alguna gente que ha caído por primera vez en una espiral de este calibre, porque han perdido el trabajo, porque a lo mejor tenían un empleo precario, pero lo tenían, porque no se recuperaron de la crisis anterior y se ha juntado con ésta... la situación es seria, pero la llamada de Cáritas es hacer lo que esté en nuestra mano. Una parte es la económica, con toda la sociedad, y otra es acompañar los procesos humanos de dolor y de falta de esperanza, porque eso también es importante. No sólo de pan vive el hombre.
- ¿Qué va a pasar con colectivos como los inmigrantes?
- Hay que darse cuenta de que viven entre nosotros, tanto los que estaban en situación de regularización, que han parado los trámites, como los irregulares, y hay que darse cuenta de lo que su trabajo suponía de ayuda para sus familias. Hay incertidumbre y angustia por esas vidas truncadas. La tarea de Cáritas es ayudar en la medida de lo posible, pero hay que cambiar la mentalidad y la sociedad.
- ¿Esta situación se puede comparar con la de crisis de la construcción de 2008?
- La crisis va a ser más importante que la de 2008 porque hay gente que no se había recuperado y les pilla más débiles y más vulnerables. E insistimos mucho en ello, en que la gente pueda valerse, pero también en que la gente encuentre un sentido a su vida. Nos tenemos que dar cuenta de que tenemos que salir todos juntos.
- Siempre ha defendido que Salamanca es una ciudad solidaria. ¿También lo va a ser en esta ocasión?
- Sí. Hay mucha población afectada. Cuando tomamos conciencia de los más cercanos, de que hoy les toca a unos y mañana a otros... hay que darse cuenta de que no podemos seguir con el ritmo ni los valores que teníamos antes. Hay que cambiar mucho, porque el covid no conoce fronteras, pero la solidaridad tampoco debe conocerlas, y como cristianos, la fe, el amor y la esperanza, tampoco. La respuesta a la crisis debe ser un compromiso de todos y saldremos adelante con ese compromiso. Hay gente muy herida emocionalmente y cada gesto cuenta. Una sonrisa, ayudar a los vecinos... son pequeños gestos que hay que agradecer a la gente, pero también hay que tomar conciencia de que no debe ser flor de un día y de que esos pequeños gestos dependen de cada uno.
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