Borrar
Amable González, en su laboratorio fotográfico. LAYA
Las fotos, la sutil diferencia entre casas y hogares

Las fotos, la sutil diferencia entre casas y hogares

Imagen. Tras 40 años dedicado al sector de la industria fotográfica en Salamanca, Amable González ha pasado de imprimir 21.000 fotos a la hora a ver cómo la gente solo almacena en formato digital

manuel laya / word

Martes, 2 de febrero 2021, 17:32

Amable González lleva en el mundo de la industria fotográfica 40 años. Ha visto la evolución del sector en las últimas décadas y también el 'declive' con el mundo tecnológico. Hoy trabaja realizando todo tipo de fotografía en color en papel fotográfico, desde el tradicional 10x15 hasta impresiones de cuatro metros de largo. Su laboratorio, Digital Esprint, en la Calle Salamanca 34 de Carbajosa de la Sagrada, se llena de papel para todos los gustos: mate, brillo, seda, fuji crystal… Se han ido incorporando otros materiales como el foam, lienzos, tacos, marcos… «todo tipo de material que nos demandan las tiendas de fotografía». El paso del tiempo ha hecho que haya tenido que ir adaptándose a la demanda y desde hace cuatro años se dedican a la encuadernación, que es donde reside la parte más importante del trabajo ahora. Álbumes de bodas, comuniones, bautizos, anuarios, recuerdos,… todo en papel fotográfico y personalizado para los clientes.

Lo que ahora es un negocio familiar compuesto por cuatro personas, tuvo unos comienzos más exitosos. Los orígenes se remontan a 1981. Por entonces el rey era el carrete tradicional de película. La gente acudía a su antigua ubicación en el Paseo de la Estación y ya la empresa recogía carretes en toda Castilla y León. Una década después, en 1992, el mapa de trabajo se trasladó a todo el nivel nacional, desde La Coruña a Jerez de la Frontera. Eran otros tiempos y la plantilla de 80 empleados salía a la carretera a diario. 40 coches recorriendo todas las tiendas del marco de clientes, «recogíamos todo tipo de carretes en las tiendas de fotografía, los procesábamos y al día siguiente salían todos a su destino, era un no parar, por eso teníamos tantos coches en la calle», nos cuenta Amable.

El volumen de trabajo no se asemeja en nada a lo que ahora podemos ver, «teníamos una producción en el año 1992 de 600 carretes de 24 fotos a la hora. Hablamos de unas 21.000 fotos, en impresiones a 10x15» nos dice Amable que reconoce que en parte era porque «antes para poder ver la imagen la tenías que procesar en un laboratorio industrial, ahora ya las ves en formato digital antes». Fue precisamente la era digital la que cambió todo el concepto de trabajo, «tuvimos que transformar toda la maquinaria. Se quedó obsoleta. Hicimos desembolsos de 230.000 euros por máquina aproximadamente. Las nuevas máquinas nos ahorraron mucho trabajo, pero también nos redujeron el nivel de impresión porque la gente ya puede ver las fotos y las tienen en digital o apenas imprimen algunas sueltas. Antes imprimían el carrete entero, fueran las que fueran».

Detalle de la labor de Amable González. LAYA

Aunque reconoce que la rapidez de ahora es una ventaja para todos, echa de menos la calidad que ofrecían las fotografías de antes. Es inevitable el avance y con la llegada de los móviles la gente almacena cientos de imágenes en sus dispositivos, pero apenas imprimen fotos, lo que puede llevar a una pérdida de esos recuerdos si se estropea el dispositivo, se pierde o deja de funcionar. «En EEUU ya han salido datos de que se pierden sin querer millones de imágenes, si no tienes un buen sistema conectado a una nube, corres el peligro de perderlo todo»

Amable echa en falta esos encargos en los hay muchas fotos de familias y viajes, cree que en las casas falta un poco de vida, más álbumes impresos para pasarse tardes mirando fotos, «la diferencia entre una casa y un hogar son los recuerdos que en ella hay, son las fotos, las que llenan nuestras mesillas, muebles, estanterías, … Una casa sin fotos es como una vivienda de exposición»

Con el paso de los años en el sector, Amable echa de menos ese toque especial que tenía cada profesional de la fotografía. «Yo era de las personas que conocía al cliente solo por ver su trabajo. Me ponías una foto de un fotógrafo en concreto y yo sabía que era de tal fotógrafo. Cada uno tenía un estilo diferente a los otros, hoy en día se copia demasiado y es más difícil saber de quién es cada foto solo con verla».

Con la pandemia no se ha vuelto al nivel de trabajo de antes, pero Amable sí reconoce como algo bonito y positivo que «se están imprimiendo fotos más antiguas. Muchas personas han recopilado momentos y los han impreso, seguramente porque ha estado más tiempo en casa aburrida». Quizá la pandemia haya hecho que se rescaten muchos recuerdos y por es también se dedican el laboratorio a digitalizar cintas de Super8 y pasarlas a formato digital.

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla Las fotos, la sutil diferencia entre casas y hogares