

Secciones
Servicios
Destacamos
La historia de Chema y Toñi, como cariñosamente conocen a José María Hernández Román y a Antonia Hernández Ramos en Ciudad Rodrigo, necesita ... ser contada de manera conjunta para poderla entender en toda su dimensión. Quién lo ha pasado peor es algo que no se puede medir, pero los 83 días de Chema en el Hospital Clínico de Salamanca, 38 de ellos en la UCI; y los dos meses que su mujer pasó sola en casa y contagiada, dan una idea de la dureza de un relato, difícil de sintetizar en unas líneas.
Especiales coronavirus
La fecha del 19 de marzo de 2020, y después tantas otras, está grabada a fuego en la mente del matrimonio. «Ese día fuimos de manera urgente al Clínico para que me hicieran una ecografía del hígado, unas pastillas que tomaba por un problema dermatológico me habían hecho daño», explica Chema.
Recuerdan que en ese momento tenían «algo de tos» y fotografían en su mente un hospital en el que «solo había covid, estuvimos toda la tarde en un pasillo con camillas que iban y venían con gente que probablemente podía ser covid». Tras dos radiografías y sin pruebas PCR, a él se le diagnosticó una infección respiratoria leve y a ella, además, posible covid por lo que a partir de ese momento se aislaron en su vivienda.
El 31 de marzo la situación de Chema comenzó a complicarse, y el 2 de abril ya estaba ingresado en el hospital, un lugar que no abandonó hasta el 23 de junio.
«Hasta el 15 de abril estuve en una habitación en planta, allí me pusieron oxígeno pero cada día respiraba menos. Tenía que dormir boca abajo siempre porque si no, no tenía la saturación suficiente», añade Chema. Al final, el momento que desde hacía días les anunciaban: «Llegué a la UCI y había cuatro o cinco sanitarios alrededor, no recuerdo más».
A partir de ese instante comienza el relato de Toñi a la que no le quedaba más remedio que esperar la llamada informativa diaria, «estado crítico y esperando desenlace», y luchar contra su propio malestar. Fiebre, vómitos, diarrea o no poder respirar son algunos de los síntomas que tuvo que enfrentar en la soledad de su casa Toñi a la que incluso ayudaron los bomberos: «Aquí no podía entrar nadie y vinieron ellos a tirar la comida que ya se estaba poniendo mala. Además desinfectaron todo, se lo agradezco muchísimo».
Un amigo sacerdote colgaba las medicinas en su puerta y mientras tanto, «mi hija, que vive en Barcelona, se hizo responsable de informar a la familia, si yo hubiera tenido ese desgaste, no hubiera podido aguantar». En su relato también se percibe ese sufrimiento por lo mal que lo pasó su hija que no podía moverse de su residencia.
De manera paralela, en el hospital, Chema no respondía a los tratamientos y a la neumonía bilateral se unió una gran hemorragia, varios neumotórax y otra serie de complicaciones. El 4 de mayo, a Toñi la llamaron para que se despidiera». «Fui con una paz increíble, no se de dónde me venía y tras prepararme un doctor para entrar, me permitieron hacerlo con el móvil para que mi hija lo viera». «No tuve miedo, estuve tranquila hablándole de todos y que donde él quisiera, nos juntaríamos». Chema recibió la extremaunción.
El 15 de mayo hubo «una chispita» y empezó a despertar, pero fue el 26 de mayo cuando volvieron a reencontrarse ya en planta. «Era un esqueleto, parecía que había salido de un campo de concentración», comenta Toñi, quien asegura que ante esta situación, «es algo con lo que hay que aprender a vivir», sin olvidar que Chema ha debido adquirir la destreza para comer o ponerse de pie.
«Hacen falta testimonios, la gente no quiere ver la realidad», opina la mujer, «hay gente a la que la digo que si quiere ver las fotos y te contestan que mejor no. ¿Perdona? Esto es lo que está pasando».La lucha siguió. En el hospital pasaron un mes aislados por una bacteria, allí comenzó la rehabilitación que luego continuó en Ciudad Rodrigo. Cuando empezaba a coger fuerza dio la cara una pancreatitis aguda que propició el regreso al hospital a finales de julio, y el 21 de agosto le quitaron la vesícula
Cansancio, falta de olor, dolor de articulaciones, caderas, ojeras y de manera especial «mucha tristeza, que no te lo quita nadie porque con amigos y abrazos esto se llevaría de otra manera», son las secuelas de la enfermedad.
Felicitan a los equipos médicos y agradecen la atención de todas las personas que les han atendido en el hospital. «Esto no es una broma, la gente tiene que tomar conciencia», concluye Chema, que también se muestra extrañado de que desde que salió del hospital, «nadie me ha vuelto a llamar».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.